Parte 1

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— eres tan fea y plana—
- ¡mírate! ¿Crees que alguien se fijaría en ti?-
- estoy segura que aun eres virgen. Claro con esa horrible cara ¿quién siquiera se atrevería a besarte?-
- hazle un favor al mundo y muérete-
- estas obesa-
- tu cabello es un desastre-

Diario, se repetían una y otra vez sin fin. Siempre me preguntaba ¿hasta cuándo van a parar? ¿Por qué son así? ¿Que les hice? Cuando tenía catorce años mi cuerpo no era para nada atractivo, debido a tantos insultos mi autoestima bajo bastante, dejé de comer para bajar de peso pero eso solo lo empeoró, estuve internada varias veces debido a la anemia y a causa de eso me internaron en una clínica especial para tratar mis problemas alimenticios, cuando me recuperé opté por visitar a un nutriólogo e ir al gimnasio. Mi cuerpo había cambiado favorablemente, al igual que mi rostro, comencé a hacerme tratamientos en el cabello, pero aún seguía siendo la misma joven inocente; siempre vistiendo ropa olgada. Mi autoestima aún no había aumentado.

Finalmente logré entrar a la universidad y para mi mala suerte algunos de mis compañeros de la preparatoria también habían entrado a la misma universidad que yo. Los insultos no pararian.

Lunes por la mañana el despertador sonó haciendo que me despertara de manera abrupta, a tientas traté de tomar mi celular para apagar el despertador. Era mi primer día de escuela, tomé mis cosas y me di una ducha, desayune y parti a la universidad. Me sentía feliz de comenzar una nueva etapa en mi vida pero a la vez estaba un poco decepcionada. Resignada me estacione y baje del carro, esperando no encontrarme con ninguna de mis ex compañeras de la preparatoria; pero había sido en vano, una vez entrando al salón de clases ahí estaban; y como siempre coqueteando desde el primer momento. Hannia estaba sentada sobre la paleta de la butaca de un chico, vestía una falda roja a cuadros que no dejaba nada a la imaginación y un crop top dejando ver su abdomen plano; su cabello rubio y ondulado era sin duda y a opinión de los chicos el más bonito. Luego estaban Lucia, Vanessa y Anna recargadas en la pared conversando y riendo, tratando de no llamar la atención entre al salón de clases y me coloqué en una de las butacas que estaban vacías. Mi paz no duraría tanto pues las cuatro chicas ya me tenían rodeada - vaya vaya-
- miren a quien tenemos aquí-
- crei que nos habíamos librado de tu fealdad-
- detenté Hannia, no te eh hecho nada-
- con sólo verte me das asco-
- aún sigues siendo tan horrible como antes- las risas de mis compañeras no se hicieron esperar, la puerta sonó llamando nuestra atención, frente a nosotros estaba un joven o bueno un poco mayor que nosotras, de cabello rubio y anteojos era muy guapo, mis amigas le sonrieron y yo solo bajé la mirada - buenos días jóvenes. Soy su nuevo profesor- escribio su nombre en el pizarrón - mi nombre es Lexandre, la materia que les voy a impartir es literatura. Mi plan de estudio es el siguiente así que anoten- todos sacamos nuestra libreta y comenzamos a apuntar.
- tengo reglas dentro de mi hora de clase, número uno: respeto ante todo, cualquier insulto, pelea o interrupción será sancionada, número dos: quiero sus tareas y trabajos en tiempo y forma, número tres son libres de compartir lo que gusten, comentarios o ideas. Número cuatro esta prohibido llegar tarde, una vez que yo esté aquí nadie más entra-

El inicio de clase no fue para nada lo que esperaba, después de las presentaciones hicimos una pequeña actividad para saber cómo podríamos trabajar. La clase termino, todos salieron menos yo, solo me quedé sentada en mi banca saque mi móvil y me dispuse a leer.

- ¿por que no has salido?-
- no me siento cómoda afuera-
-escuche todas las cosas terribles que te decian-
- ya estoy acostumbrada-
- no deberías-
- ¿qué más da? Al final ellas tienen razón, soy fea y plana-

- no dejes que esos comentarios te afecten- su mirada se posaba en mis ojos - si me lo permites puedo enseñarte a defenderte y otras cosas más, si es que lo deseas- confundida solo atine a fruncir el seño - ¿cuales son esas cosas?- dije inocentemente- lo descubrirás después pequeña, por ahora te ayudaré a trabajar en tu autoestima- sin más opción acepte gustosa la ayuda de mi profesor de Literatura.

Los días pasaban, la carga por la universidad se acumulaba tanto en mis hombros, en la clase de Literatura sentia cada cierto rato la mirada de mi profesor. Mientras mis compañeras eran tan obvias en cuanto a sus miraditas yo era aún más discreta. No era mentira que mi profesor era muy guapo, sin embargo el tenía treinta años y nosotras aún teníamos diecisiete años.

La clase terminó, como siempre no había salido del salón solo me quedaba sentada en mi pupitre, leyendo o en su defecto terminando mis tareas

- me alegra que hayan mejorado las cosas para ti-
- todo gracias a usted profesor-
- aunque hay cosas que todavía hay que mejorar-
- ¿cómo que?-
- tu guardarropa-  mire la ropa que tenía -¿tiene algo de malo?-
- para nada, pero no sería mala idea cambiar un poco-
- supongo que sí-
- perfecto. En ese caso te espero en esta dirección- escribió algo en el papelito y me lo entrego y rápidamente lo guarde y el profesor se retiro.

En la tarde como habíamos quedado, llegué a la dirección que me indicó. Toque el timbre y espere unos minutos, la puerta se abrió y salió mi profesor - ¿estás lista?-
- estoy nerviosa-
- te aseguro que no te arrepentirás. Abriré la puerta para que puedas meter tu carro-
- ¿enserio que amable?-
Salimos en el auto del profesor hacia el centro comercial de la otra ciudad. Al llegar se estacionó y salimos del auto.

Entramos a varias tiendas de ropa y salíamos con bolsas de ropa misma que no me dejaba pagar, aparte de zapatos y algunas otras cosas que también eran para el.

Terminamos las compras y regresamos nuevamente a su casa
- en verdad muchas gracias por que esta haciendo por mi profesor-
- por favor llámame Lexo y háblame de ti, no estamos en la universidad-
- esta bien Lexo-
-y dime ¿te gusto la ropa que te compré?-
- es hermosa. No se como podría pagarselo-
- lucela  mucho, deja a esas chicas que se burlan de ti con la boca abierta-
- ¿por qué hace esto?-
- bueno, si te soy sincero. A mi también me habían bullying, por mi apariencia, era muy timido-
- entiendo-
- me hubiese gustado que alguien me hubiera ayudado así como lo estoy haciendo contigo-
- cuando me gradué y sea profesora también voy a ayudar a mis alumnos cuando sufran de bullying- Lexo me sonrió, su sonrisa era bellísima que me tenía embelesada - se que no debo preguntar pero ¿ya has tenido tu primera vez?-
- no - le dio un sorbo a su vaso y luego lo dejó en la mesita de noche - ¿te gustaría que te enseñe?- los colores subían a mi rostro ¿de verdad me estaba ofreciendo enseñarme a tener sexo? -¿escuche bien?-
- si, aunque es decisión tuya si quieres que te enseñe o no. No estás obligada- realmente quería, queria saber como se sentía.
- acepto-
- hoy inicia tu primera clase- se acomodó en el sofá y luego indicó hacia el -ven- tímidamente me acerqué a el y me senté en sus piernas - antes que nada, debes aprender a perder la timidez- sus manos acariciaban mis piernas sobre el pantalón y subían alzando mi blusa.
- dejate llevar por mis caricias- su voz hacia mí piel erizarse, luego comenzó a depositar besos sobre mi piel, subiendo hasta mis labios, rozando los. Sus manos hacian que me pegara más a su cuerpo - ¿has experimentado un orgasmo?-
- no- sus manos no dejaban de recorrer mi espalda - hoy te haré sentir uno- su voz se torno tan seductora, que me volvía loca.
Nuestros labios se rozaban, de pronto sus manos bajaron hasta mi trasero y lo levanto haciendo que nuestras intimidades rozaran cada vez más cerca - te daré tanto placer que pediras más de mi- comenzo a besarme mientras con sus manos hacia que me moviera de arriba a abajo, el ambiente comenzaba a subir de temperatura, y sentía una extraña sensación en la entre pierna ¿así era sentir un orgasmo? Me acostó sobre el sofá, retiro mis pantalones dejándome solo en ropa interior, acaricio mi intimidad sobre las pantis que tenía puestas, haciendo que soltara gemidos que apenas podía escuchar -¿quieres que siga?- ya no podía hablar así que solo asenti. De un jalón ya estaba totalmente desnuda, comenzó a acariciar mi clitoris, comenzó con masajes suaves, e iba aumentando el ritmo. A este paso el lugar se estaba llenando de gemidos y sonidos lascivos provenientes de mi intimidad
- ¿te gusta?-
- mucho- dije muy excitada, sus dos dedos me penetraron sin esfuerzo alguno, haciendo que gritara de placer. Sus manos hábiles me volvían loca, luego sacó una cajita de una de las bolsas, ahí estaba la respuesta de los que había ido a comprar cuando me dijo que lo esperara en la planta baja - ¿planteaste todo verdad?-
- digamos que si- saco el vibrador de la  caja y lo prendió; lo puso sobre mi pecho y bajo por mi cuerpo hasta llegar a mi clitoris donde aumentó el ritmo.

Déjame ser tú profesor (Lexoforus y tu) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora