*Destino*

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¿Crees en el destino?

¿Qué es el destino cómo para saber si quiera sobre su existencia? Lazos de unión que hacen que personas se encuentren y otras se alejen, que permite que ocurran ciertas circunstancias que dañen algunos corazones, los llene de tristeza, los enjugue y los explote de dolor, otros en cambio, los alienta, les da esperanza sintiendo esa calidez tan tierna en sus cuerpos, una sensación definitivamente agradable y otros, los sana, cubre esas heridas que con el paso de la caída del reloj, se cierra la hendidura y se desvanece.

Como un pájaro enjaulado quieres salir a volar, rompes los barrotes, los doblas y sales a duras penas, recostando el cuerpo de lado, alzando la mano a lo lejos como si así pudieses atrapar el brillo que tanto anhelas, la luz que te deja ciego, pero luchas y luchas, no te permites cerrar los ojos y dar media vuelta porque la respuesta está ahí, delante de ti, tan cerca pero a la vez tan lejos. Te estiras y te alargas. Al fin pones un pie fuera y un suspiro se te escapa de tanto trabajo, parece como si tu cuerpo se encontrara en un caudal lleno de trampas, con miles de rocas puntiagudas que no te dejan avanzar, te retuerces, te duele pero sabes que tienes que pasar por ese aro para poder avanzar, con la vista fija enfrente, con la mirada decidida, solo quieres salir, experimentar el exterior.

Luchas contra un muro duro e invisible que te empuja hacia atrás pero no te detienes. Lo rompes como si se tratara de unas olas chocando contra un huracán, que te revuelve, que no te deja pensar, te molesta y te enfurece, pero contra todo pronóstico sigues hacia adelante, esa rabia te ayuda a coger coraje y centrarte en lo que quieres, porque no te queda de otra, porque al otro lado de ese muro está tu meta. ¡Fuerte alegoría!

Medio cuerpo está fuera, te queda un último peldaño, miras hacia atrás tu recorrido y observas el cambio con añoranza y dudas, ¿y si no haces bien?, ¿y si te equivocas?, ¿y si era mejor quedarse encerrado, oculto de todo mal?, ¿no es más cómodo ponerse la coraza y permanecer seguro?

Su alma bufó, se rió, no era lo que anhelaba, deseaba tanto la libertad que la luz cegadora apartó todas esas preguntas, quemándole cualquier atisbo de titubeo, de mirar hacia el pasado. Porque su pasado estaba podrido, crudo en realidad. Tan rota, tan lastimada, tan herida que solo buscaba arreglarse mirando hacia el futuro. Reestructurándose. Encontrándose.

Rozó con sus dedos la libertad, tocó la luz sintiendo tranquilidad en su entorno y en su acelerado palpitante órgano vital, olió la paz mental tan necesitada que ahora le acompañaba como si fuera su hermana. Y se volvió adicta a esa sensación. Su droga la consumió en un instante.

Salió de su jaula. Salió de la caja cuadriculada. Y corrió azotándole el viento en todo el cuerpo rumbo a su destino, preparada para afrontar situaciones.

Una vez que pruebas la libertad la buscas en cualquier lugar, no quieres perderla de vista, no quieres que se te escape, ni que te sea robada, irónicamente la atas a ti porque es tu salvoconducto, la que te mantiene a flote, la que te mantiene con vida, con ella quieres experimentar, vivir nuevas experiencias sin saber si serán buenas o no, solo quieres conocer, solo quieres saber, solo quieres vivir. A gusto. Sin que nada te retenga, sin ataduras, sin cadenas, libre como el águila que vuela sin descanso, libre como cuando sondea las hebras de un caballo salvaje mientras relincha en lo alto de una montaña, libre como el grito agudo de descarga emocional en la soledad.

Por eso, ¿juzgas el destino?, en el que suceden las cosas por un porqué, por un cometido, por un objetivo. ¿Piensas que está todo medido por un dios o por unas manos que manejan con los hilos invisibles creando historias diferentes en las vidas de cada uno? Riéndose, creando intriga o malestar en algunos casos. ¿Será real?, ¿Estará todo escrito desde el inicio?, ¿Se podrá determinar?, ¿y formular?

Quién sabe.

La respuesta está en nosotros mismos. Nosotros somos los que elegimos, los que tomamos la decisión y la elección de qué es lo que queremos en nuestra vida y a quién. Otra cosa son los inconvenientes que se presenten, puedes afrontarlos como al huracán que derrotaste, puedes dejar que te afecten y quedarte atascada sin poder avanzar tropezando con la misma piedra una y otra vez o puedes pasar haciendo uso de la indiferencia. Pero no controlas lo que puede ocurrir con tu elección, para eso está el destino, para hacerte una mala jugada o para ayudarte a dar pasos de más.

En definitiva, ¿crees en él?

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