Capítulo III Añoro a mi familia

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Al rato de responder, un agradable olor a carne asada deleitó a su olfato, ampliando las ansias de probar bocado. Su mirada estaba centrada en el movimiento circular de la comida.

-Es muy bonito tu nombre – dijo Delphinium

Su expresión mostraba algo diferente a lo que dijeron sus palabras. El ambiente se volvió frío y lo único que se escuchaba era el chasquido de la leña del fuego el cual, gracias al eco, rebotaba en las paredes de la cueva. Delphinium, inspiró bastante oxígeno, llenando sus pulmones, para luego espirar formando un gran suspiro que la alentaría a hablar:

-Debe de ser muy extraño estar las dos aquí con este aspecto, ¿verdad? –

Mei no entendió a qué vino ese plural, pero al mirar sus brazos y ver aquella marca supuso que algo malo había ocurrido. Giró su pecho y cabeza para encontrarse con una cola, la cual le dio bastante repelús moverla. Su pelo también había cambiado, como sus orejas. Su nerviosismo pudo con ella, gritaba internamente hasta dejarlo salir en forma de lágrimas.

- ¿Q-qué me pasó? ¿Fuiste tú quién me lo hizo? - Dice Mei entre sollozos y con expresión furiosa mientras tocaba sus brazos, orejas y demás. – ¿Querías a más de tu especie o algo así? ¡Maldito monstruo!

Los ojos eléctricos de Delphinium mostraba decepción, sin embargo ya era algo que estaba dispuesta a afrontar y ya se esperaba que sucedería; el rechazo de la sociedad hacia estos seres.

- ¡Mei! Deja de juzgar sin saber nada de los demás. Estoy tan sorprendida como tú. Tanto tú como yo sufrimos esta maldición el mismo día, o como quieras llamarlo y no te la transferí, ni creo haberlo hecho. Estamos aquí, en esta cueva, ya que no podemos volver a nuestros hogares. ¿Qué pensarás que hará la gente cuando nos vea con esta pinta? Claramente, no nos recibirán con los brazos abiertos, ni nos reconocerán. Siento que te haya tenido que tocar pasar por esto…

Suspira de nuevo, unos segundos después deja caer unas palabras:

-¿Tienes familia?– dijo con la cabeza gacha, tocando distraídamente la madera de la hoguera con su palo.

Las dos evitan el contacto visual, sienten miedo de lo que les pasará de aquí en adelante, de qué harán y si realmente están solas en esto. Al rato, Mei se levanta, y furiosa la replica:

- ¡Me niego a creer en eso! Sí, claro que tengo familia, mis padres, los cuales me estarán esperando para ir a cenar con ellos – Lágrimas empiezan a derramarse sobre sus mejillas pálidas y cómo brillantes y pequeños diamantes, caen en sus manos
- Q-quiero volver a casa.-

Delphinium la miró sin darle muchas esperanzas de que pueda hacer eso sin sufrir consecuencias, mientras Mei seguía sollozando. No sabía si advertirla del peligro o mostrárselo para que lo comprobase.

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