Día 2 AROMA

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Arrastrando sus pies por la alfombra, Marinette miró por toda la pequeña habitación, pasando de largo a los otros niños o lobitos de dos años jugando. Era hora libre antes de la hora de la comida y todos los niños en su grupo estaban jugando. Incluyendo su amigo, Kim.

Una sonrisa brillante hizo camino a su rostro cuando vio a su amigo y decidió transformarse en lobo para hasta ahí en lugar de caminar como una pequeña niña. Rápidamente fue hacia donde estaba Kim, sentado con un juguete de tren en su regazo. El mayor estaba mordiendo su labio inferior mientras miraba el tren y luego a su monito de peluche que Marinette mordió y jaloneó un poco para llamar su atención, antes de cambiar de forma.

—¿Qué sucede?— Marinette preguntó, recostándose sobre su vientre y mirando a Kim.

Kim le sonrió a su amiga y luego hacia su pequeño dilema.

—Xuppu no quiere subir al tren.— Dijo con pena.

—¿Por qué?

—Xuppu le tiene miedo al tren.— Kim dijo con el ceño fruncido.

Marinette ladeó la cabeza pensativamente y luego tomó el peluche de la mano de Kim, colocándolo en la cabeza del niño. Sonrió y le habló.

—¡Ya está! Xuppu tiene a Kim; Xuppu ya no tiene miedo.

Kim ladeó la cabeza y sonrió.

—¡Mari es muy lista!— alabó, haciendo que Marinette le sonriera a su amigo. Kim extendió la mano. —¿Quieres subir al tren conmigo?

Marinette movió la cabeza y al ver la expresión triste de Kim, rápidamente sonrió.

—¡Mari tiene un misión se-...sec-...secreta!— Dijo con orgullo antes de cubrir su boca con su pequeña manita. —Oops,— dijo con culpa, —Es un secreto...

Kim sonrió.

—No pasa nada; guardaré el secreto de Mari.— le aseguró a la niña.

—Mari irá a su misión ahora.— Marinette anunció antes de cambiar de forma de nuevo y estirar su pequeño cuerpecito, para ir hacia la puerta, asegurándose que la profesora estuviera ocupada con otros niños que aún estaban aprendiendo a cambiar de forma.

Kim miró cuidadosamente y cuando Marinette estuvo cerca de la puerta, se puso de pie, se transformó y empezó a correr en círculos, gritando para distraer a la profesora.

La profesora fue hacia él, asustada, sin notar que Marinette había abierto la puerta y estaba dejando la habitación de los niños.

Fuera de la habitación, Marinette miró alrededor, con el ceño fruncido tratando de recordar dónde estaba el aula de Adrien.

Quería encontrar a Adrien; le había tomado mucho tiempo preguntarle a su padre cómo podría escapar de la habitación de los bebés para ir a visitar a Adrien, hasta que Tom le dijo que solo tenía que pegar algo a la puerta antes de cerrarla para poder salir de la habitación a prueba de bebés.

Marinette alzó la cabeza hacia los signos de la puerta y reconoció el número. Sonrió y empujó la silla de plástico con su hocico hasta la puerta, antes de subir y girar el picaporte con sus pequeños dientitos. Dejó salir un gemido cuando la puerta se abrió y fue alzada de la silla.

Sosteniéndose con fuerza del picaporte, un quejido salió de sus labios, Marinette cerró los ojos y se preparó para la caída, la cual sabía que iba a doler.

Bajó la mirada y Marinette pensó que no le gustaba estar así de alto; ¡iba a dolerle mucho cuando cayera!

La pequeña loba apretó los ojos.

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