Tras un largo día después del trabajo, Matsukawa llegó a casa feliz de tener todo el fin de semana libre para poder jugar videojuegos.
Al ver que todas las luces estaban apagadas pensó que Makki había salido, pero gran sorpresa se llevó cuando lo vio durmiendo tranquilamente.
El menor estaba tapado hasta el cuello, pero se podía ver que estaba usando una de las remeras de Issei.
Mattsun se sentía enternecido y tenía una boba sonrisa de enamorado en la cara.
Le dejó un beso en la coronilla y se fue a preparar la cena.
. . .
Cuando el repartidor de pizzas llegó fue a avisarle a su novio que la comida estaba lista.
— Hiro, amor, despierta que ya está la cena. — Llamó Issei en un tono de voz dulce mientras movía el hombro del dormido.
Hanamaki fue despertando y cuando terminó de sacarse el sueño, le dedicó una gran sonrisa al menor.
— Pudiste dormir con las luces apagadas. — Matsukawa rió y abrazó al mayor.
— Es que pensé que ya era hora de superarlo, pero me dormí gracias a que estaba usando tu remera. — Mattsun lo miró confuso, por lo que el japonés siguió hablando. — Me hizo sentir seguro, como si hubieras estado durmiendo conmigo.
Hanamaki era un pequeño tomate y Matsukawa no podría estar más enamorado.
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