— Es injusto que puedas usar mi ropa y que yo no pueda usar la tuya. — Mattsun hizo un tierno puchero, como si tuviera cinco años.
— La mayoría de mi ropa te queda chica, lindura. — Hanamaki sonrió.
Issei sabía que el japonés tenía razón, pero por una vez quería usar la ropa de su novio para saber si realmente era lindo usarla.
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Ese día, Mattsun entendió porque Takahiro le gustaba sacarle prendas, aunque se sentía triste porque la mitad de la ropa de Makki le quedaba apretada o no le gustaba.
Takahiro aprendió que tenía que empezar a comprar ropa más grande.
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Ambos chicos se encontraban acostados en el sillón de la sala.
— Aunque a veces me enoje, me encanta que uses mi ropa. — Matsukawa se sinceró y le dio un pequeño beso en la frente a su novio. — Te ves tan adorable con mis camisas. — No pudo evitar la emoción y empezó a mover a Makki de un lado al otro, preguntándole como hacía para ser tan adorable.
El chico, ya un poco mareado, rió: — ¿Tengo al novio más lindo de mundo? — Hanamaki le agarró los cachetes y empezó a estirarlos a su gusto. — Claro que si lo tengo. — Comenzó a balbucear cosas, como si realmente le estuviera hablando a un bebé.
— Si sigues así voy a guardar mi remera gris en un lugar en donde nunca la encuentres. — Matsukawa lo amenazó, sabiendo que el japonés no podía dormir sin su camiseta.
Y tal como lo imaginó, Hanamaki dejó de molestarlo, formando un nuevo puchero en sus labios, que fue eliminado por un beso de Issei y un "Hay que ir a dormir".
Y como todas las noches, Takahiro usaba la tan nombrada remera gris de Matsukawa para dormir. Normalmente el japonés era el primero en dormirse, cosa que Issei agradecía ya que así podía apreciar lo realmente hermoso que era su novio, lo adorable que se veía durmiendo con su ropa y lo mucho que lo amaba.
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Fin.