Prólogo

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Toda una maldita escuela revolucionada.

Hace aproximadamente dos meses que había comenzado el ciclo escolar, y desde entonces no hubo muchas cosas interesantes más que algunas chicas nuevas. Pero, hoy, por primera vez, se había filtrado el chisme sobre un chico completamente sexy llegando a las puertas del instituto. Y, como si nunca hubieran visto a alguien guapo en toda su vida, la mayoría de las chicas estaban con sus hormonas flotando en el aire a la espera de lo que eso significaba. Era como si estuvieran en celo o algo, lo juro, hasta olían diferente.

Estábamos en el estado de Texas, hogar de miles de chicos verdaderamente calientes, hogar de los vaqueros ¿Qué diablos de especial tenía un chico nuevo? Pues, no lo sabía. Quizás, las chicas de aquí habían estado viendo demasiadas películas y leyendo demasiados libros, teniendo la ilusión de que fuera Patch quien cruzara las puertas de este lugar. Por otro lado, yo no tenía la misma ilusión.

De todas formas, no era mi problema, no hasta que cruzara esas puertas.

Me encontraba en mi propio mundo en lo que Dina llegó a mí en una mezcla de saltos y gritos francamente insoportables. Yo me limité a cruzarme de brazos y apoyarme en mi casillero esperando a que termine con su pequeño espectáculo. El mismo que hacía cada día. 

Cada. Maldito. Día.

–Hola, Din ¿No crees que estás demasiado exaltada? Eres rara– Quizás estaba siendo un poco dura con ella. La pobre de Dina era una de las pocas personas en este instituto que no era tan rara. O al menos, si lo era, lo compensaba con una gran personalidad y un buen corazón, a diferencia de lo que todos aquí creían.

–Ay ¡Dios! No entiendo como no puedes estar emocionada por esto ¡Es carne fresca, cariño!–el la voz musical de Dina tenía un efecto bastante irritante en mí hoy, no iba a mentir. Ella era una de las pocas personas que podían chillar y hacer un montón de ruidos francamente insoportables pero aun así, lograba que su voz suene melosa y musical. Eso no quitaba la parte de insoportable, de todos modos.

Eso sin contar el hecho de que toda esa felicidad venía de una chica que se vestía únicamente con colores oscuros y ropa de cuero... Toda una rebelión.

–¿Carne fresca? Suenas como caníbal, querida Dina–  Rodé mis ojos hacia ella. Yo no necesitaba pensar en "carne fresca" porque siempre tenía eso a mi alrededor, siempre tenía a alguien nuevo para jugar. Y ella lo sabía. 

Dina bufó.

–Oh, vamos, puta, todos sabemos que tú serás la primera en darle una probada, de todos modos, y tú también lo sabes. ¿O te olvidaste que eras parte del "comité de bienvenida"?–Sus ojos cafés se quedaron fijos en mí cuando notó que me tensé completamente.

<<MIERDA>>. Lo había olvidado, tenía que estar esperando al nuevo en vez de estar hablando con Dina.

–Mierda, gracias por recordármelo, Dina, te adoro– Balbuceé mientras la empujaba para poder salir corriendo, lo suficientemente rápido como mis tacones de quince centímetros me lopermitieron. Tenía que llegar. Maldición, yo y mis estúpidas ideas. Me había parecido una buena idea ser parte de aquello, me hacía sentir como si fuera parte de una gran película de Hollywood. Cuando se me ocurrió pareció ser la idea perfecta. Conocía a cada uno de los nuevos y los catalogaba en mi mente, teniendo una lista perfecta de cada persona que entraba a mi territorio. Yo era la celebridad del instituto, conocía a cada persona del lugar, y cada persona de aquí me conocía, todos me adoraban, todos me respetaban. Así funcionaba. O al menos, en la teoría. 

Rose, la malhumorada secretaria, dirigió sus gélidos ojos hacia mí, su ceño se frunció, arrugando levemente su rostro. Seguramente estaba molesta por la forma en la que entré. Básicamente azoté la puerta contra la pared y grité un "¡Lo siento! ¡Ya llegué! "Yo tenía confianza con ella y el director, por así decirlo, por lo cual me tomaba demasiadas libertades. 

Blonde RebellionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora