Miré con repulsión la hamburguesa que se encontraba frente a mí, normalmente yo comía muchísimo, tenía que hacerlo, pero hoy era un día especial. No tenía apetito. La abuela Rose me miraba como si no supiera qué hacer conmigo, aquella mirada de pánico instalada en su rostro desde hace una semana. En cambio, el abuelo simplemente se dedicó a observarme fijamente con su ceño marcado perfectamente. Esta situación era tan diferente a la de hace tan solo un par de semanas, que no podía dejar de cuestionarme sobre qué había sucedido. Qué era lo que había acabado con la paz sembrada entre mis abuelos y yo, que desterró los juegos y las carcajadas para cubrirlas de drama.
-Leah, no seas idiota, come -Rose intentó sonar dulce, pero su tono salió completamente autoritario, casi carraspeó al darse cuenta, pero no dio marcha atrás. Sus ojos celestes me retaban a apartar mi mirada de ellos. Yo me removí incómoda en mi asiento bajo la mirada de las dos personas más importantes de mi vida, esto no era nada cómodo-. Leah, no estoy jugando.
-Ya, si piensan que me voy a creer que están así porque no comí una maldita hamburguesa están muy mal. Escúpanlo de una vez, por Dios- Les dije, completamente cansada de la situación en menos de cinco minutos. Mi paciencia no era enorme. Ni siquiera tenía una. Eso les tendría que dar una idea.
- Él quiere verte- Dijo Edward, mi mirada se fijó en su rostro, manteniéndome a mí misma sin expresión alguna durante unos segundos, hasta que entendí quién diablos era él. Ni en un millón de años. Dios, ni aunque mi vida dependiera de verlo volvería a darle la oportunidad. Yo lo había entregado al olvido, y no pensaba recuperarlo. Yo nunca hacía algo que no quería hacer, eso era claro para todos.
-Qué lindo. Lástima que no es mutuo, abuelo. Si eso es todo lo que tienen para decirme, déjenme retirarme, aquí no me queda nada por hacer -La abuela tragó fuertemente al escuchar mis últimas palabras. Yo misma me sorprendí por aquello. Esa frase era mala. Pero no podía hacer otra cosa más que levantarme e irme, intentando entender por qué me comportaba así de la nada, por qué todos se comportaban así. Así que, muy a mi pesar, me levanté de mi silla, con todas las intenciones de alejarme lo más pronto posible de ellos.
-Leah, algún día tendrás que aprender a perdonar -Mi abuelo también se levantó de su asiento, reprochándome con la mirada. Todo esto sucedía mientras que mi abuela se quedaba sentada y temblando, sus ojos yendo de mi abuelo a mí como si fuéramos un partido de tenis, ella verdaderamente no llevaba bien el tema. Y sí, mi abuelo tenía razón, tenía que hacerlo, pero no tenía la fuerza suficiente como para poder intentarlo. No necesitaba decepcionarme otra vez.
Mi teléfono decidió sonar en el momento correcto por una vez en la vida. Casi hace el baile de la victoria mientras tomaba a mi ruidoso teléfono y me retiraba arrastrando ruidosamente mis pies escaleras arriba hacia mi cuarto, el cual se encontraba en el fondo uno de los larguísimos pasillos. Pegué un portazo para cerrar la puerta y atendí.
-Diga -Dije intentando que el tono de impaciencia de mi voz fuera sutil, ése día estaba de buen humor y no iba a arruinarlo tan sólo por un imbécil arrepentido de sus pecados. Además, el teléfono acababa de salvar mi culo. Estaba eternamente agradecida a quien fuera que me llamó.
-Leah, cariño. Tengo noticias sobre Romeo- El canturreo de Dina amenazó con romperme un tímpano gracias a su volumen, acompañados con aquel odioso tono de "yo lo sé todo, perra". A veces, Dina podía resultar verdaderamente odiosa. Nadie escuchaba mejor que ella y Lena, y nadie guardaba secretos como ellas, a pesar de que todos pensaran lo contrario. Dina era sólo otra víctima de los estereotipos que habían colgado los demás sobre ella. Estereotipos que yo misma sufría, los mismos que utilizaba Ryan para juzgarme, como si el imbécil me conociera. 《Oh, créeme, me conocerá.... y le va a doler》 Claro que sí lo iba a hacer.- Adivina quién sabe dónde será su cita con Julieta -Un profundo silencio se instaló, antes que ella volviera al ataque con un enorme grito- ¡Yo! Prepárate, porque hoy habrá fiesta.
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Blonde Rebellion
Teen Fiction¿Y si la historia no es como te la contaron? ¿Y si de golpe la zorra de la historia tan sólo fuera la víctima? Todas las historias cambian según la perspectiva. Tara Williams es la reina del instituto Breckfort. Con una belleza digna de una diosa, u...