diez (final)

59 10 7
                                    


Yoongi amaba ir a las ferias de arte independiente, los museos ahora a sus veintiocho años le parecían demasiado elitistas o al menos en la mayoría, además, nunca podía llevar a Holly, y eso le hacía refunfuñar y amargarse por completo. 

Jungkook, gracias a su antigua relación con Yoongi, seguía disfrutando de las pinturas, dibujos o ilustraciones. A pesar de que no era su área favorita, amaba admirar el arte en ese sentido, y siempre eran un buen plan para ir con sus amigos y personas queridas. Aprendían un poco, veían cosas nuevas y era totalmente un buen ambiente. 

Taehyung, Jimin, Namjoon y unos cuantos amigos más, iban junto a Jungkook en esa feria de arte, parecía una noche perfecta, relajada, mágica si se podía usar esa palabra, y parados frente a un puesto entre la muchedumbre, Jungkook simplemente sintió la necesidad de mirar a su derecha sin un porqué, y allí estaba, luego de cinco años por primera vez veía su rostro, inconfundible para sus brillantes ojos.

Min Yoongi le miraba fijamente mientras sostenía su pequeño poodle marrón en brazos.

Desde el primer instante que se dejaron de hablar, Jungkook había esperado por ese momento. Se imaginó todos los escenarios posibles: Yoongi pidiéndole que se alejara, o ambos corriendo a los brazos del otro, o él en un arrebato robándole un beso... Incluso arrodillándose para volver, y también otros tantos como él lanzándole un pastel en la cara sin contexto alguno, pegándole en las pelotas, o tirándole agua como a un gato. Pero de todo lo que se esperó sentir, desde la felicidad más grande a el dolor más desgarrador, nada de eso sucedió.

Taehyung se fijó inmediatamente, y Jimin no era idiota, había visto algunas fotos, y por la expresión de Taehyung pudo entender perfectamente lo que sucedía. No pudo evitar que su corazón se intimidara, Jungkook se le había declarado solo unos días atrás, y eso se había sentido como un sueño. Pero más allá de la preocupación del estado de su relación, un pequeño amargor recorrió su garganta. Había visto a Jungkook mejorar para él mismo, apasionarse de a poco con otras cosas nuevas, aceptar las derrotas de la forma más admirable que alguna vez había visto, Jungkook ahora no solo era mejor o peor, sino que estaba más sano y en paz con sus propias emociones. Sin embargo Jimin lo tenía claro, por más que quisiera proteger a Jungkook de todo, era algo que solo le pertenecía a él... A ellos.

Para Jungkook eran esos típicos momentos clichés que no son más que la verdad, probablemente sus miradas solo habían conectado segundos, un minuto como máximo, pero se habían sentido siglos, había sentido que solo una mirada lograba significar todas las palabras que alguna vez necesitó escuchar. 

Yoongi seguía siendo más bajito que él, sus ojos rasgados tenían esa bonita forma, sus mejillas seguían siendo pálidas y rellenitas, su boca con un constante mohín como si le desagradara el mundo entero, y su cabello teñido de algún color extravagante como siempre, llevando esa aura tímida, tranquila, diminuto y grandioso al mismo tiempo, al igual que cuando le conoció.

Jungkook no sintió un dolor, ni sintió que quería correr a sus brazos. Jungkook se sintió tranquilo de verle, de verlo bien, con brillo en los ojos y disfrutando aún de las cosas que tanto amaba. Entonces repentinamente cayó en cuenta también que Yoongi no sólo había sido un amor perdido o un tiempo mal gastado, Yoongi no solo era cuatro años de noviazgo y otros tantos de superación, Yoongi no había sido solo dolor o felicidad, o un pasado el cual olvidar porque era demasiado malo.

Yoongi era quien llenó su corazón de amor en un tiempo que no sabía siquiera que lo merecía o necesitaba, Yoongi era su gusto de té bien dulce porque el mayor nunca sabía equilibrar el azúcar al servir desayuno por las mañanas, Yoongi era su admiración por las ilustraciones, su amor por los poemas, Yoongi era un "Lo hiciste bien, hiciste lo que pudiste" a cada que se terminaba una discusión. Pero por sobre todas las cosas, Yoongi significaba la rebeldía que aún vivía en su corazón, su fuerza para decir "¿Y qué?" a cada que querían pasar por encima de él, su seguridad a la hora de hablar de algo que le gustaba porque Yoongi siempre le dijo que las personas correctas lo escucharían con atención y sino que se jodieran.

Yoongi le sonríe, él está feliz de verle con un brillo en los ojos que ni él mismo pudo darle, y Jungkook se da cuenta que Yoongi no sólo fue un corazón roto, fue una parte de su vida de la que está profundamente agradecido. Ni uno de los dos se acerca, Jungkook sabe bien que si Yoongi no habla es por timidez, sino porque no queda nada más por decir, y Jungkook simplemente decide hacerle una sutil reverencia con su cabeza y le sonríe de vuelta, antes de que ambos se perdieran de vista. Una reverencia en agradecimiento por cuidarle cuando ni él mismo sabía hacerlo, por tomar la decisión que ambos necesitaban pero él se encargó de tomar, y una sonrisa porque su existencia siempre sería razón de felicidad.

Jungkook y Yoongi ya no hablarían nunca más, y estaba bien, porque no había nada para decir. Ambos habían entregado desinteresadamente todo lo que podían y tenían, y ambos habían guardado esas cosas como tesoros que los acompañarían toda una vida.

Jungkook finalmente comprendió que a pesar de no estar juntos tenía un montón de tesoros de parte de Yoongi entre sus manos, y tal vez solo de eso se trataba el amor.

CINCO INVIERNOS [YOONKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora