Nota:
Este fanfic podría considerarse una inconexa cadena de reacciones y sucesos que, inútilmente, traté de pegar con cinta. Intenté hacer que todo ocurriera de la manera más natural posible. Probablemente no lo logré; disculpas por eso.
*
Draco Malfoy había resuelto detestar a Harry Potter desde el primer cruce de palabras que tuvieron entre sí, y firmemente mantuvo su promesa los primeros dos años de escuela. Las miradas furtivas a Potter y compañía eran única y exclusivamente con el fin de encontrar alguna razón para meterlo en problemas con la autoridad escolar. Y cada palabra dirigida era solamente cualquier mofa e injuria que diera efecto y azorara al joven mago. Pero el tercer año no fue igual que sus antecesores, algo había cambiado y Draco –aunque su osadía e irreverencia siempre habían sido débiles ante cualquier amenaza, grande o pequeña– ya no se sentía tan confiado.
Era una mirada diferente, una desafiante y socarrona que Potter había aprendido a mantenerle como reto impertinente; un cuerpo que había abandonado la forma infantil y cándida; el halito de sus labios en pleno invierno; la sinuosidad de su cabello rebelde –antes lizo–; unos ojos verdes que brillaban incluso en la más absoluta penumbra. En definitiva, Potter había vuelto a Hogwarts, y a la vez no. No el que Malfoy conoció.
Los insultos de Draco se clamaban cada vez más alto, como si gritándolos fueran más ciertos para todos y para él mismo. Draco no entendía el porqué, pero Potter, además de fastidiarle con su sola presencia, le hacía sentir nervioso. Quizás porque era él quien captaba las atenciones de propios y desconocidos, quizás porque era el especial Harry Potter, la leyenda viviente, el elegido, el perfecto y santo Harry; y quizás era envidia, quizás era resentimiento por rechazar su amistad el primer año, o quizás otra cosa. Era una mezcla de sentimientos tan extraña la de Draco que éste se veía orillado a tomar cierta distancia; suficientemente cerca para continuar las burlas, suficientemente lejos para evitar involucrarse de una manera diferente a la que pretendía. Los espionajes nocturnos habían sido suspendidos; las observaciones diurnas y los insultos persistían.
En el cuarto año todo fue cuesta abajo. Choques un tanto agresivos, respuestas hoscas nunca antes dichas, miradas directas a los ojos y punzadas en el pecho. La relación de Malfoy y Potter rozaba con el aborrecimiento.
En el año consecuente las cosas fueron muy similares a las del cuarto; en el sexto, no. El deber familiar le llamó y ahora Draco sólo tenía mente para la tensión y preocupación que conllevaba su nefasta tarea de asesinar a un hombre. Si bien a Draco le ufana haber sido escogido entre todos los mortífagos para hacer tan importante labor, si bien cumplir la tarea significaba restituir a su familia, si bien las cosas irían hacia arriba a partir de ese objetivo una vez hecho, no se sentía del todo bien. Draco no dormía correctamente ni lograba pensar durante mucho tiempo algún tema ajeno a su fatídica tarea. El corazón le hormigueaba cuando repasaba en su mente el inapelable trabajo, los órganos del estómago se contraían. En más de una ocasión, Draco se atrapó a sí mismo haciendo un gesto muy cercano al del sufrimiento. Acarreaba un asfixiante conjunto de sentimientos que, acaecidos por el peso de la orden puesta en sus hombros, iban y venían en su interior, atormentándolo. Sus habituales metros de distancia de Potter se acrecentaron no por sus viejas y frívolas razones, sino porque, ahora, las cosas eran peor y Potter carecía de relevancia en su proyecto.
Sin embargo, el maldito entrometido de Potter...
Un murmullo apenas audible adornó el silencio del vagón. Draco estaba más que crispado. Era pésimo momento para importunarlo el más molesto de los hombres.
Luego de unos minutos más de viaje, el tren llegó a su destino, y una vez que el vagón se hubo despejado de los amigos de Draco, este último cerró la puerta y, con un lento movimiento de su mano, descorrió la cortinilla para eclipsar la ventana que reposaba en la puerta. Después, el resto de ventanas del tren imitaron a su hermana y también se cubrieron bajo las cortinas amarillentas. Sin dudarlo, Draco blandió su varita y un torrente fulgor se acumuló en la punta para salir disparado al cuerpo agazapado de Harry que, cubierto por la capa de invisibilidad, cayó aparatosamente sobre el suelo. Con desdén, Malfoy retiró la capa y contempló a un Harry inmovilizado, lastimado y expectante.
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Vagón [Fanfiction Drarry].
FanficEl fisgoneo de Potter fue un detonante, o quizás una excusa, que incitaba a Draco sacar sin límites ni contemplaciones todo lo que en esos años había permanecido cautivo en el fondo, y, ¿por qué no?, a desahogar su martirizada cabeza de la tarea que...