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Dos soles calientan más que uno...

•••


Una conversación con San Pedro sería más fluía si estuviera muerta.

De otra forma no tendría que soportar la mirada inquisitiva y escrutadora de este hombre que, aunque quiera negarlo, me calienta más que el sol de verano.

Bien, veamos..., aun no puedo llegar al punto clave para relatar la situación actual en la que me encuentro. Debo contarles cómo es que inicia esta extraña historia de amor o cómo fue que me enamoré perdidamente de este hombre a pesar de saber, tiempo después, a qué se dedicaba.

Después del buen taco de ojo que me di al regresar de mi trabajo. Aquel hombre no me preguntó si quería tomar alguna taza de café para acompañarle, sino que se saltó el protocolo de coqueteo y se fue directamente a la acción... o eso creí cuando me llevó a mi habitación y me tomó del brazo con aquella fuerza que te dice «hoy toca darte y no son consejos».

Mi sorpresa fue mayor cuando, a pesar de la fuerza con la que aprisionaba mi mano, sentí una especie de gentileza en él. No supe cómo interpretar esa acción en el momento. Me lanzó a mi cama, y, creyendo que debía dejarme llevar, permanecí recostada y cerré los ojos esperando sentir el peso de su cuerpo encima de mí, creando una escena imaginaria dentro de mi cabeza como una maldita desesperada por envolverme en mis sábanas con este hombre tan perfecto, despertar al día siguiente con su ausencia y tener una historia bastante erótica para contarles a mis amigas y que ellas no me creyeran absolutamente nada... Sin embargo, en lugar de todo eso, lo escuché maldecir en mi nombre, reclamando haberle robado algo o preguntando dónde lo había dejado.

Abrí mis ojos encontrándome con una imagen poco pura para mí en esos momentos ¿Cómo diablos podría decir que verlo delante de mí, con el torso al descubierto, de noche, en la penumbra de mi habitación y tomando una taza de café mirándome con una ira bastante atractiva; mientras yo permanecía acostada y con las piernas ligeramente abiertas era algo normal? Les confieso que la imagen que mis ojos captaron en tan solo segundos me prendió. Y, si podía provocar eso con solo verme desde su altura, no podría imaginarme qué sucedería si me aprisionara con esos brazotes que se carga.

«Cielos, qué macizo...» eso pensé y mentalmente me mordí el labio inferior. Podría decirle «dame de tu café» con segundas intenciones, pero temo que se lo tome tan literal y me ofrezca su taza o tenga un temperamento infantil que lo aleje de mi mientras dice «Ah no hermana consíguete el tuyo». Aunque, siendo honesta, creo que me estoy desviando de todo y estoy imaginando un sinfín de escenarios estúpidos o subidos de tono. Quizá debería esperar a escucharle y saber qué es lo que realmente quiere.

Pero no supe si debía indicarle dónde estaba aquello que buscaba diciéndole si estaba frío, tibio, o caliente si nos referimos a la cercanía a la que estaba de encontrar lo que sea que estuviera buscando mientras yo volvía darme otro buen taco de ojo, pues comenzó a buscar como desesperado en mi habitación. ¿Han visto cómo se estiran los músculos de la espalda en un hombre cuando se agacha? ¿o cómo se contraen aquellos del abdomen? Chicas, me sentí en el mismísimo paraíso y juré que San Pedro se acercaba ofreciéndome una limonada mientras preguntaba si la vista era perfecta.

Les digo, a veces siento que tengo una relación amor-odio con mi sentido del humor y mi forma de ver las cosas. Esto podría ser una situación altamente seria y quizá estaba con un hombre peligroso; pero lo único que se me ocurrió era pedir café o un «top de frases que le puedes decir a un desconocido tomando café mientras crees que te hará el delicioso».

Agente 001: Dynamight [Katsuki Bakugō] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora