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⸙Bakugō⸙


—Trabajarás con la agente Night Hunter.

Recuerdo la voz de Endeavor informándome lo que haría para una misión varios años atrás, cuando recién ella se integraba a la agencia. No podría mentir diciendo que me pareció una buena idea, porque fue todo lo contrario. Trabajaba solo, y saber que tendría a una compañera novata representaba una carga severa para desempeñarme.

Te confesaré que yo apenas llevaba un año cuando Ryoko recién cumplía tres meses tras pasar las pruebas de admisión y haber sido sometida a los entrenamientos de conciencia, aquellos en los que la misma agencia se aseguró de que era un buen elemento. Sabía lo que implicaba pasar esas pruebas y lo mucho que podría afectar a la persona que los tomara. Y sí, yo también pasé por esas pruebas.

Solía ser un maldito detective que resolvía casos en colaboración con la policía de Japón, quizá la mayoría de agentes dentro de la UA habían tenido la misma vocación que yo antes de llegar a ella. Fui reclutado en secreto y creí que sería un ascenso en mi antiguo trabajo. Sin embargo, cuando menos lo esperaba ya me encontraba cambiando de identidades todo el tiempo, viajando por varias partes del mundo sin necesidad de decir que era turismo y me veía pateando traseros internacionales.

Podría decir que había pasado a las ligas mayores en cuanto acepté la propuesta del director general de la UA, y tiempo después podrías verme siendo uno de los mejores agentes que no aceptaba trabajos en equipo. Y te preguntarás ¿Dónde quedan Kirishima y los demás? Quizá empecé a acostumbrarme a tener su compañía y apoyo, dándome cuenta de lo eficaces que eran a la hora de actuar en una misión y al final terminé cediendo a formar equipo con esos tres chicos y Mina.

Pero cuando ellos fueron asignados a otra misión, la coincidencia me llevó hasta la oficina de Endeavor a recibir nuevas órdenes, ahí fue donde la vi una vez más. Parecía estar nerviosa e insegura, todo lo que no necesitaba para hacer una misión de encubierto en las zonas más frías de Alaska en ese entonces, cuando comenzábamos a saber de la LEO y que era una organización siniestra que no buscaba el bienestar del mundo.

En el momento en que mi jefe mencionó su nombre, ella lo único que pudo hacer fue mirarme para regalarme una sonrisa que ignoré apenas intuí su intensión; y no pude ver si aquello le desanimó, porque lo siguiente que dije es eso que no quieres escuchar cuando eres nuevo en cada lugar, esas jodidas palabras que te hacen creer que no tendrás la oportunidad de demostrar de lo que eres capaz...; y si no hubiera sido por orden de Endeavor, hubiera actuado solo, y, quizá, no hubiera regresado.

Siento no dejarte venir solo —habló aquel día en medio del frío de Alaska con un perfecto inglés que me sorprendía; usaba una bufanda blanca que contrastaba con su oscuro cabello y un gorro que hacía juego, y me hizo creer que no sabía nada de camuflaje—. Pero, a veces, la compañía silenciosa es buena.

Recuerdo que esa vez se detuvo sin avisarme y yo le miré confundido por aquello, creyendo que estaba desafiando mis planes para estropearlos, pero, hasta entonces, fue que me di cuenta que cargaba con un rifle de precisión.

Aunque... —me miró por encima de su hombro cuando cambio de dirección— por ahora, te dejaré solo, Dynamight.

Y justo después, es donde te digo que ojalá hubiera esperado a ver de qué era capaz antes de soltar aquellas palabras que, seguro, la desanimaron y la obligaron a decir aquello antes de marcharse y dejarme, por primera vez a partir de entonces, atrás. Con esa jodida forma de verse como una chica misteriosa que poco a poco fue despertando mi curiosidad y reconocimiento hacia ella. Porque aquella noche fue ella quien me salvó el trasero sin necesidad de que estuviera justo a mi lado. Siendo silenciosa, como dijo.

Y al mirar las luces de Italia por el barandal de aquel cuarto de hotel donde me hospedaba, el humo del cigarrillo formó su silueta delante de mí tras dejarlo escapar de mi boca. Y juraría ver su sonrisa. Sus ojos brillantes llenos de emoción en los que, quizá, me ahogué un par de veces al ser sorprendido por ellos. Pero no podría escuchar su voz y sentirla cerca de mí, porque cuando quisiera tocarla o decirle algo, ella estaría muy lejos, y no lo diría por la distancia física que había entre nosotros, sino por los sentimientos que nos alejaban.

Habían pasado ya dos días desde que me alejé de mi equipo y no tenía éxito alguno encontrando a la LEO. Quizá a ella le desagradaría verme con un cigarrillo en la mano, lo detestaba, recuerdo que no tuvo problemas para dejármelo en claro con su gran puntería y una bala que sacó de su cartucho.

—Es mejor que Endeavor lo sepa —reprochó Iida desde la sala de estar del departamento que alquilábamos—. Tienes suerte de que no viera a Ryoko en estos días.

Jodida suerte la mía ¿Tenía que recordármelo? Pero tenía razón. Mi jefe no llegó a verla en los últimos días porque se encontraba en otra agencia arreglando otros asuntos, aunque no dudaría que pudiera escuchar los rumores en algún momento.

—Oí que está de vuelta —continuó ojeando el folleto que tomó esa tarde—. Pasó mucho tiempo para que recuperara la memoria ¿Por qué dejar que sucediera? —me miró, y pude saber que no lo hacía con reproche, sino como una persona curiosa que esperaba saber mis razones sin juzgarme.

—Necesitaba tiempo... —respondí regresando la vista al exterior, mirando al cielo y a los edificios de los alrededores.

—¿Para qué?

Me cuestionó y yo me perdí pensando la razón de ello, sin saber qué responder porque no tendría la respuesta o no la quería decir, o no tuve la oportunidad de pensarlo más cuando miré a uno de los edificios cercanos y pude darme cuenta de que no estábamos solos.

Apenas reaccioné para esquivar el disparo de lo que era un enemigo de La LEO.




18JUL2023

Agente 001: Dynamight [Katsuki Bakugō] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora