c u a t r o

2.3K 200 5
                                    

Changbin y Felix estaban solos en el departamento, pues Jisung y Minho habían salido a una cita porque el último mencionado no había entrado a su little space ese día.

Changbin disfrutaba de ver a su Lixie colorear con los crayones que le había comprado, su carita de concentración era realmente adorable.

Minutos después el pequeño se dió cuenta que Changbin lo veía fijamente cosa que lo hizo sonrojar haciendo notar más sus preciosas pecas. Se levantó con su dibujo en mano y se lo entregó a Changbin, en el dibujo estaban Changbin y él con muchos corazoncitos y estrellas alrededor. Changbin sonrió, abrazó fuertemente al niño y plantó un sonoro beso en su roja mejilla.

Lixie rió fuertemente — ¿Bonito? — preguntó tímidamente.

— ¡Es precioso, pequeño! ¡Eres todo un artista! — lo levantó en el aire y lo llevó a la cocina — ¡Todos deben ver tan precioso dibujo! — dijo mientras pegaba con imanes el dibujo al refrigerador.

Lixie se sintió un niño bueno y especial, abrazó a Changbin y hundió su carita en él, Changbin sonrió enternecido y lo abrazó fuerte. Felix poco a poco podía sentir como se deslizaba más y más por todo el cariño, halagos, mimos y atención que estaba recibiendo, volteó hacia Changbin y le estiró sus manitas para que lo tomara en brazos.

Changbin encantado lo cargó y se sentó con él en la sala, Lixie aferraba sus manitas a su ropa como si no quisiera dejarlo ir nunca.

— B-bibi — balbuceó como pudo y Changbin le concedió lo que le pedía. Lo acomodó para que estuviera cómodo en sus brazos y le acercó la mamila a sus esponjosos labios, el pequeño inmediatamente comenzó a beber suave y despacito la leche que contenía.

Por más que quisiera mirar a su cuidador sus ojitos se cerraban, por primera vez se sentía sin energías tan temprano, minutos después de luchar contra sus ojos finalmente perdió y se quedó dormido.

Changbin se dedicó a admirarlo, sus largas y negras pestañas, sus mejillas abultaditas y  salpicadas de miles de estrellas, hasta se tomó el tiempo de contarlas, todas y cada una de ellas, su pequeña nariz bonita y sus lindos labios rojos, húmedos y esponjosos, su bebé era precioso, el bebé más precioso.

Cuando vio que el pequeño llevaba su manita a su boca le puso el chupete que ahora colgaba de su ropa gracias a los listones. El sonidito que hacía al succionar y lo cómodo que se veía hizo que el sueño lo alcanzara también, y cayó dormido en el sillón con el pequeño sobre su pecho, una de las mejores sensaciones que podían existir, a su parecer.

pequeñitos | skz little space Donde viven las historias. Descúbrelo ahora