Prefacio.

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Juliana era conocida por ser una de los Hijo de las Estrellas más solitaria de la nave, aunque la razón era desconocida, aunque los pasajeros comentaban que la razón era por un corazón roto, y la historia era tan triste que te dejaría igual de melancólico que aquella chica.

La pequeña y delgada joven tenía el cabello plateado, y pequeñas estrellas se repartían en su peculiar cabellera, sus ojos eran grandes y oscuros, como siempre estaba con la mirada baja pocos los habían visto, pero corría el rumor que tanta era su tristeza que ya no había estrellas en ellos, ningún punto brillante había quedado.

No hablaba, su característica era el silencio, no hacía ningún ruido ni al caminar, aunque pocas veces se la veía rondando por la nave.

Su lugar era frente al ventanal de la última sala de aquella fortaleza espacial, era una sala abandonada por los demás y sólo para ella, y sólo se sentaba allí a ver la tierra, en silencio, según dicen, cada tanto cambia su rostro sin emoción a uno con una pequeña sonrisa, o, por el contrario, brillantes lágrimas comienzan a correr por sus mejillas, todo ocasionado por los recuerdos que nunca ha compartido.

La muchacha daba curiosidad, pero nadie se le acercaba, muchas veces parecía un fantasma que todos ignoraban.

Y los nuevos en aquella nave, como era el caso de Jazmín, la miraban con pena y no tardó en preguntar:

—¿Quién es?

Los brillantes ojos de la peli naranja se voltearon hacia sus compañeros de mesa, Christopher, un muchacho rubio con pequeñas y brillantes estrellas repartidas en su rostro como si le hubieran arrojado purpurina, miró con algo de miedo a la muchacha, que se marchaba del comedor hacia su lugar.

—Se llama Juliana —dijo—. Aunque muchas veces le dicen "La estrella más triste del universo".

Jazmín frunció el ceño.

—Eso es algo cruel... —dijo—. ¿Por qué le dicen así?

Christopher se encogió de hombros.

—Según dicen... Tiene el corazón roto desde hace muchos años, y nunca se pudo arreglar, algo le pasó a su Estrella Binaria.

—¿Murió?

Christopher negó, frunciendo el ceño.

—Si hubiera muerto ella también —dice—. Una Estrella Binaria no puede subsistir sin su compañera... Pero quizás no esté tan lejos, lleva así décadas, dicen que si escuchas su historia terminarás como ella, nadie se arriesga a eso.

Jazmín sintió romperse un poco por esa idea, le parecía estúpido y a la vez triste, y en parte le molestaba que nadie quisiera comprender a aquella joven.

—Se pasa todo el día en soledad en la última sala de la nave, viendo la tierra, se supone que su Estrella está allí.

—Igual que la mía... —murmuró la peli naranja, recordando a su linda humana Florencia.

Miró hacia atrás y notó el característico cabello plateado y con estrellas de la chica, dejó lo que quedaba del almuerzo y se levantó para seguirla, y se preguntó cómo era que no hacía ruido al caminar.

Juliana escuchó sus pasos detrás de ella, pero no le prestó atención, poco le importaba en realidad.

Jazmín permaneció alejada, las estrellas en sus ojos temblaban con algo de miedo por aquel extraño personaje, y la miró en silencio sentarse en el suelo frente a la ventana, donde se veía claramente la tierra, y su corazón se apretó al notarla tan lejos.

Frunció sus labios y se acercó a la joven.

—Hola —dijo, Juliana no la miró, se acercó a ella y se sentó a su lado—. Soy Jazmín del Río.

La del pelo de plata bajó su vista al suelo.

—Raro que alguien me hable —murmuró—. ¿Nueva, no?

—S-Si —Jazmín estaba algo intimidada por ella.

—Sólo he conocido a una persona que tenía apellido —dijo Juliana—. Era de la tierra, así que también debes venir de allí, ¿No?

Jazmín asintió, aunque dudó si la otra le pudo ver.

Juliana alzó sus ojos hacia ella, eran oscuros y Jazmín tardó unos cuantos segundos en encontrar las pequeñas y débiles estrellas en aquellos dos pozos casi completamente negros.

—Pareces muy humana, aunque los ojos no se pueden quitar con nada —dijo—. Qué afortunada, puedes estar en la tierra y pasas desapercibida.

—¿Y usted por qué no?

Juliana llevó una mano a su cabello, moviendo algunos mechones de pelo plateado y haciendo que las estrellas de su cabello danzarán y brillaran un poco más.

—Llama mucho la atención —murmuró, y volvió su vista al suelo, y a los segundos a la Tierra de nuevo—. Me ha causado problemas.

—Juliana, me gustaría escuchar su historia.

—¿Mi historia? —preguntó, a lo que Jazmín hizo un ruido afirmativo—. ¿Sabes que vas a quedar tan triste como yo, verdad?

—¿Eso es cierto?

Juliana se encogió de hombros.

—No lo sé, nadie la ha escuchado.

—Quiero ser la primera —Jazmín se acercó a ella—. Por favor.

Juliana miró los brillantes ojos de la peli naranja, tantas estrellas, tanto brillo y tanta vida que ella ya no tenía, y se sintió mal por dentro si llegaba a apagar, aunque sea una de aquellas estrellas.

Respiró profundo antes de comenzar, abrió su boca y dijo las primeras palabras de su amarga historia.

—Mi Estrella Binaria es un humano, se llama Valentina Carvajal, y nos amamos con todo nuestros corazones desde el primer momento en que nos cruzamos... Aún, así nuestra historia no tuvo un final feliz.

Bitter Star |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora