Capítulo 3.

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—¡Atención! Tendremos que suspender la última clase del día —anunció el profesor de planta del grupo una vez que todos sus alumnos guardaron silencio—. Ha comenzado a nevar más de lo esperado y sólo queremos que lleguen a salvo a sus casas, así que por favor sean cuidadosos en su camino. Pueden retirarse.

Los alumnos agradecieron y fueron saliendo del aula de manera ordenada, pero Seung Min se quedó atrás, buscando algo en el interior de su mochila. Empezó a preocuparse al no encontrar su paraguas después de mover todo y buscar por más de tres minutos.

—No es posible. Estoy seguro de que lo guardé antes de salir —dijo en voz baja, mirando a Jiniret con confusión, como si quisiera preguntarle si había visto lo que necesitaba.

—Te dije que era pequeño y que podía perderse —le recordó el guardián de deseos.

—¿Tú hiciste algo? —Empezó a dudar de la apariencia inocente de aquel ser.

—N-no...

Ya casi no quedaban personas en el salón. Hyun Jin se había quedado parado cerca de la puerta, viendo a Seung Min y alcanzando a notar que éste parecía tener un problema. PuppyM, sin salir por completo de la mochila del pelinegro, le susurró:

—¿Qué esperas? Ve hacia él y pregúntale qué pasa.

Hyun Jin asintió y avanzó a paso lento hacia el castaño. Se ponía nervioso de manera inevitable cada vez que intentaba hablar con él, pero al menos se controlaba lo suficiente para no quedar en ridículo.

—Seung Min...

—¡Ah! ¡Hola, Hyun Jin! —Bajó su mochila rápidamente, con miedo a que el más alto viera a Jiniret y él no pudiera explicarle qué era—. ¿Necesitas algo?

—¿Está todo bien? Volteé hacia acá cuando estaba por irme y me pareció ver que tenías un problema.

—Oh. Es que... —Suspiró—. Al parecer olvidé mi paraguas —murmuró con pena, sintiendo cómo sus mejillas de pronto estaban más calientes.

El corazón de Hyun Jin se saltó un latido cuando en su mente apareció la imagen de Seung Min caminando junto a él bajo la nieve, compartiendo su paraguas y teniendo que mantener sus cuerpos cerca para no sentir tanto frío. Tenía la excusa perfecta para acompañarlo hasta su apartamento y pasar más tiempo con él, pero como casi siempre pasaba, su boca prefirió traicionarlo.

—¿S-sabes? Puedes usar mi paraguas, si quieres —le dedicó una sonrisa débil mientras metía su mano a su mochila.

—¿Eh? Pero tú también necesitas uno para volver a tu casa, ¿no es así?

PuppyM estaba escuchando toda la conversación y, perdiendo un poco la paciencia, se acercó a morder la mano de Hyun Jin –sin abusar de su fuerza– con la única intención de hacerlo reaccionar. El pelinegro se sorprendió, pero logró morderse el labio inferior para no soltar un grito ahí mismo. Recibió el mensaje del guardián y dejó salir un suspiro.

—Y-yo... quiero decir que puedo compartir mi paraguas contigo —dijo el más alto, desviando la mirada.

Seung Min se sonrojó tras entender a qué se refería el contrario. Dudó un poco, pero terminó aceptando la oferta después de mirar hacia abajo y darse cuenta de que Jiniret se estaba moviendo mucho dentro de su mochila, casi como si tratara de darle una señal... o tal vez como si estuviera corriendo en círculos por no poder contener la emoción.

La temperatura seguía descendiendo y la nieve empezaba a caer con más intensidad. Salieron del edificio caminando uno junto al otro, sintiéndose como si estuvieran en un sueño, con las mejillas levemente enrojecidas y sus dedos rozándose al sujetar el bastón de un mismo paraguas.

Por supuesto, Seung Min no había olvidado meter su propio paraguas a su mochila esa mañana, pero Jiniret lo había sacado poco antes de que salieran por la puerta. Lo hacía muy feliz saber que su pequeño plan había funcionado.

—¿Te gustaría pasar? —Preguntó el castaño cuando llegaron a la puerta de su apartamento—. Creo que sería lo más adecuado. Digo, te alejaste mucho del camino hacia tu casa para poder traerme hasta aquí, ¿cierto? —Soltó a pesar de que ya conocía la respuesta—. Como no ha dejado de nevar, tal vez deberías quedarte por un rato y esperar a que sea más seguro volver, Hyun Jin. Mi mamá sigue en su trabajo, pero no le molestará que tenga compañía.

—Te lo agradezco —le sonrió al chico que hacía que su pecho se sintiera cálido con sólo unas cuantas palabras.

Seung Min abrió la puerta, quedándose un tanto sorprendido al encontrar su paraguas en el suelo de la entrada. En verdad lo había metido a su mochila, pero si sólo estaba tirado ahí, eso quería decir que había un pequeño culpable con pelaje blanco y un lunar debajo de su ojo izquierdo.

—¿Cómo es que terminó aquí? —Pensó en voz alta aunque ya tenía una idea, levantando aquel objeto rápidamente.

Después de varios minutos, ambos jóvenes estuvieron en el dormitorio de Seung Min, adelantando un par de tareas escolares. Hyun Jin ya le había avisado por teléfono a sus padres que estaba a salvo en el apartamento de un amigo y que regresaría hasta más tarde, pero la habitación se había sumergido en completo silencio tras finalizar esa llamada.

Jiniret asomó su cabecita por la mochila del castaño, aprovechando que ésta se encontraba en la cama, justo detrás de Hyun Jin, por lo que él no podía verlo. Segundos después sacó una patita delantera y señaló hacia la puerta. Seung Min sólo lo miraba sin entender qué intentaba decirle, sintiendo un poco de pánico.

—¿Estás bien, Seung Min? —La voz de Hyun Jin lo desconcentró—. ¿Qué es lo que miras? ¿Hay algo detrás de mí?

Volteó hacia atrás con curiosidad, pero Jiniret ya se había escondido de nuevo para ese entonces.

—¡Perdón, perdón! —Seung Min se rio nerviosamente—. Creo que estoy muy distraído... —Comentó, pero sólo hasta ese momento comprendió que Jiniret señalaba hacia la cocina—. ¿Qué tal si preparo chocolate caliente? —Ofreció antes de levantarse.

—¡Sería genial! —Exclamó Hyun Jin—. Déjame ayudarte...

Se levantó y siguió al más bajo hacia la cocina.

Los guardianes de deseos se quedaron solos en la habitación. Ambos salieron de sus escondites y Jiniret no tardó la gran cosa en sonreír ampliamente y echarse encima de su mejor amigo.

—¡PUPPYM! —Gritó con alegría, abrazándose al cachorrito y restregando su mejilla contra la de él.

—Eres increíble, Jiniret. Hacer que hoy Seung Min dejara su paraguas en casa fue una muy buena idea —lo felicitó mientras correspondía al abrazo, demostrando así que él también estaba feliz por ver de nuevo al hurón blanco.

—¡Gracias! Pero aún tenemos trabajo —rio con simpatía.

Continuará.

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Ya sé que este fanfic será cortito, pero ah, cómo me parecen tiernos Jiniret y PuppyM. 🥺💕

Gracias por leer.

Los guardianes de deseos [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora