𝟬𝟲

341 47 10
                                    

Llegó a casa cansado, había sido un día demasiado difícil y los resultados ante las pruebas que se había hecho en el hospital, no mejoraba las cosas.

—Anémico y con principios de anorexia... ¡Genial! —habló con desánimo dirigiéndose a sí mismo

Escuchó aquella voz proveniente desde la cocina, el tono utilizado para nombrarlo no había sido precisamente el más amable y caminó cauteloso hasta llegar a él.

Al verlo, lo primero que recibió fue un profundo beso, sintiéndose ciertamente extraño ante esa actitud, pero luego sintió su labio inferior ser aprisionado con fuerza hasta que el sabor metálico se hizo presente en su boca y unas cuantas lágrimas resbalaron por sus mejillas antes de soltarse de aquel agarre.

—Pero que... —dijo llevándose los dedos a su boca comprobando que estaba sangrando —¿Qué te ocurre? Animal idiota...

—¿Dónde estabas?

—Te dije que fui al psicólogo y luego fui al hospital, ¿qué tiene de malo eso, eh?

—Bien, ¿con quién estabas?

—¿Acaso te importa?

—Pregunté con quién estabas, ¿es mucho pedir una respuesta? Digo... Puedes decirme sencillamente "con nadie" o acaso ¿tienes algo que ocultarme Sunnie?... —habló con un tono evidente de sarcasmo

Se quedó callado, dejando que el silencio invadiera la cocina, volviéndose incómodo al instante. Miro el rostro de SungHoon, quien parecía mantenerse impasible pero sus ojos fijos en el pelinegro, parecían decir otra cosa.

—Me voy a la recámara y... —su labio tembló ligeramente aún sintiendo dolor —No quiero que duermas ahí, ¿escuchaste? No quiero que me toques...

—¡Te acostaste con Park! —el pelinegro volteo a verle con una expresión de susto —¿Es por eso que no quieres estar conmigo?

—¡Por dios, cállate! Jonseong esto, Jonseong el otro. ¿No tienes otra mejor excusa, Park SungHoon? Sólo... Estoy harto, estoy harto de ti...

Vio al pelirubio parpadear varias veces y luego la palma de su mano chocó contra la mejilla de Sunoo.

—¡A la mierda contigo, te dije que no me tocaras! —gritó exasperado empujando con fuerza al más alto provocando que cayera al suelo, suavizando su expresión al notar lo que había hecho —¡Oh dios! Yo no... Yo no quise esto, ah, lo siento

—Ni se te ocurra acercarte —mencionó bajito deteniendo los pasos del pelinegro —Sólo vete como dijiste y déjame tranquilo

—Pero...

—¡Que te largues Sunoo!

El pelinegro sintió su cuerpo temblar y a pasos torpes, caminó hasta la habitación. Se dejó caer en uno de los rincones, abrazando sus rodillas y hundiendo su rostros entre éstas.

Se quedó en silencio reflexionando ante su inesperado acto. Sabía muy bien que aquello hubiese sido creíble por parte del pelirubio, pero ¿él? No quería convertirse en algo parecido, estaba sencillamente dispuesto a salir de aquel profundo agujero y sin embargo, ya había comenzado a adoptar las actitudes contra las que luchaba. Estaba asustado y temeroso de sí mismo, no quería hacerse daño, ni a él, ni a ningún otro. De un momento a otro, ya se encontraba sollozando bajito, pensando en que estaría haciendo SungHoon después de lo ocurrido, y a pesar de todo, estaba arrepentido de haberlo tratado cómo si aquel chico no significara nada.

🌥🌥🌥

El pelirubio miraba la televisión sin prestarle la más mínima atención, lo sucedido hace algunos instantes, lo había dejado en completa duda. Sunoo era la persona más inocente y con un gran corazón lleno de nobleza, o al menos eso creía hasta ahora. No podía creer que hubiese tenido tal atrevimiento para derribarlo de esa forma.

Pero lo que realmente lo mantenía preocupado era que al mencionar al castaño, Sunoo ni siquiera negó haberse metido con él. Temía perderlo por su impulsiva manera de resolver las cosas pero tampoco veía otra solución para decir el cómo se sentía. Sus celos eran enfermos, podía asegurar siempre que lo amaba y quería mantenerlo a su lado sin compartirlo con alguien más.

Al contraer matrimonio, daba por hecho que ese chico ahora le pertenecía y no pensaba dejarlo ir. Ya tenía la edad suficiente para utilizar su propio cerebro y pensar, pero terminó utilizando los mismos horribles ejemplos de su padre.

Toda su infancia fue gritos y golpes entre sus padres, pero jamás vio a su madre negarle algo a aquel hombre y mucho menos, alejarse de él. Quería cambiar, ver la carita triste del pelinegro cada que discutían y lo maltrataba física y psicológicamente, lo destruía minutos después, pero el daño ya era irremediable e inconscientemente volvía a repetir sus actos los días siguientes.

Su subconsciente lo traicionaba, indicándole que todo lo estaba haciendo increíble y que muy pronto terminaría todo ese lío. Tomó una botella de vodka de la alacena y la bebió más rápido de lo que pensaba hacerlo.

A los pocos instantes el mareo se hizo constante y se levantó aturdido del sofá, caminando hasta la habitación tropezando de tanto en tanto. Se detuvo al llegar a la puerta y se recargó en ella, comenzando a golpear con desesperación y rogándole al castaño a gritos que saliera. Sunoo se sobresaltó arrinconándose en su sitio y cubriendo sus oídos con sus manos como si fuese un niño pequeño, ignorando el persistente golpeteo mientras se repetía una y otra vez aquello que aún lo mantenía en pie.

—Vamos a salir de esta Hoonie, vamos a salir vivos de toda esta mierda...

¡𝙎𝙊 𝙎𝙄𝘾𝙆! // 𝙎𝙐𝙉𝙂𝙎𝙐𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora