Capítulo cuatro

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OIGA ME LLEVO ESTA ESTATUA —dijo el joven Yu-ki acercándose a la señora que atendía en el mostrador, una vieja fósil de como la era de la prehistoria.

¿Te llevas esa? Es una estatua muy antigua, es de la época de Mesopotamia —comentaba intentando hacerse la culta pero eso logró que Yu-ki se burlara de ella.

¡De cuando usted era chica! —comentó cagado de la risa —, ¡la llevo!

Momento —dijo antes de vendérsela —, antes te tengo que advertir una cosa.

¿Cómo qué? ¿Viene sin garantía?

Nooo si tiene, un año con servicio técnico a lo largo de todo el país. Pero lo que te tengo que advertir es otra cosita. Mira, grábate bien lo que te voy a decir. Todas las noches debes prender una velita cerca de la estatua y ponerle un platito con comida y otro con agua. Todas las noches eh, sin falta —advirtió ella.

¡Ya po! Vale —Yu-ki recibió la muñeca.

Que no se te olvide lo que te dije —repitió la mujer.

Ah ya si un año de garantía si si me acuerdo —dijo olvidándose el ritual yéndose de pana.

El weon llevó la extraña estatua de forma humana llamada Klaha hasta su casa. Él tenía que seguir las simples instrucciones de la vendedora PERO.

Yu-ki guardó silencio y no siguió con la historia para que sus amigos se sintieran aterrados.

— ¿Qué po? ¿Qué pasó? —preguntó Kami temblando en su sitio y Yu-ki sonrió malicioso para inspirar más miedo aún.

— Se le olvidó darle de comer —dijo finalmente.

Siguiendo con la historia de Yu-ki, como se mencionó anteriormente, al protagonista de la historia se le olvidó alimentar a la wea que se parecía a Klaha por andar jugando al Maincra hasta tarde, para que vean las prioridades que tenía el weon, mientras el weon andaba intentando matar a unas arañas en las cuevas, la estatua cobró vida lista para alimentarse. Al ver que no tenía de su comida, decidió de buscarla por su propia cuenta. Aprovechando que el aweonao de Yu-ki andaba en otra, fue hacia su hurón mascota y le chupó toda su sangre, dejándolo seco y patas arriba. No del todo saciado, fue entonces a por Yu-ki. Este no tenía idea de que la estatua tenía vida y buscaba vengarse porque había sido un dueño inoperante, así que cuando menos se lo esperó, los colmillos se clavaron en su cuello matándolo al instante.

Al haberse alimentado de sangre, la estatua traspasó su maldición al cadáver de Yu-ki, o sea, la estatua ahora tendría forma de un mini Yu-ki mientras que Klaha volvió a ser humano y salió a la calle a vivir su vida normal vendiendo algodón de azúcar en el centro de Antofagasta. 

Como Yu-ki quería wear a Mana porque el tipo era muy mandón, lo metió en su historia.

— ¿Ahí termina? —preguntó Mana.

— Nop, justo aparece un personaje que también se llama Mana.

— Ah, chistosito —comentó visiblemente hastiado.

La estatua fue encontrada por la vendedora de la tienda, quien, al verla, supo que la maldición había cobrado otra víctima pero en vez de deshacerse de ella decidió ponerla en venta de nuevo. En vez de Klaha, ahora se llamaba Yu-ki. No pasó mucho tiempo para que un joven darks que odiaba a todos llamado Mana apareciera en la tienda buscando comprar tal estatua, así más darks se iba a ver.

— ¿Segura que te la quieres llevar? —preguntó la vieja.

— ¡Si, está bakan! —comentó Mana feliz SOLO porque iba a tener una nueva adquisición.

— Bien, pero te tengo que dar una advertencia.

— ¿No aceptan devoluciones? —pensaba él.

¡Si pero solo con boleta eh! Pero lo que yo te voy a advertir es otra cosa, grábate bien lo que te voy a decir. Todas las noches debes de prender una velita cerca de él y ponerle un plato con comida y otro con agua. ¡Todas las noches ah, sin falta!

— Si si ya —Mana se fue.

Y así fue como la maldición de la estatua pasó de persona a persona —Yu-ki terminó su historia.

Mientras tanto Klaha, Mana, Közi y Kami estaban abrazados escuchando todo con cara de tragedia. Cuando se calmaron y se separaron, Klaha decidió salir de su silencio para hablar.

— Oigan yo me sé una historia —dijo él.

Última historia: relato de Klaha...

Era una noche de luna llena en Halloweed, digo, Halloween, un tipo llamado Klaha estaba en su casa haciendo ni una wea productiva por su vida mientras los niños insoportables a fuera corrían por las calles gritando y tocando de puerta en puerta.

Klaha ya se había asegurado y dejó un cartel en la reja de su casita que decía "AQUÍ NO HAY DULCES MOCOSOS CULIAOS". Andaba ni ahí, si un cabro chico ignoraba el aviso y llamaba igual a pedir dulces él simplemente lo iba a ignorar.

Como sea, Klaha quería distraerse así que se aseguró de seleccionar sus temas musicales favoritos y dejarse llevar así que fue a buscar vinilos en una caja vieja y allí dio con uno muy extraño que no tenía en su inventario. En la parte de atrás decía explícitamente que el vinilo no debía de escucharse al revés, ya saben, como la canción del Osito gominola ya que se supone que tenía mensajes subliminales.

Igual a Klaha le valió pichula y tocó el álbum al revés de pura curiosidad. La música se escuchó distorsionada y un extraño sonido hizo que por poco se meara.

¡Has tocado el vinilo al revés y ahora pagarás! —se escuchó por parte del aparato seguido de una risa malévola.

Entonces, apareció el fantasma de una mujer medio endemoniada ante él.

Puta la wea, que paja, ahora voy a tener que correr —dijo lamentándose.

Corrió sin mucha gana (los deportes no eran su pasatiempo valga la redundancia) y se encerró en su alcoba. Encendió la televisión y oh, sorpresa, en la tele se veía el espectro de la mujer. Al mirar su celular pasaba lo mismo: aparecía el espectro de la mujer.

¿Qué pasará? Descúbrelo en el siguiente capítulo de Cagaos de miedo.

Cagaos de miedo (MALICE MIZER, humor chileno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora