c'est perdu.

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6/Abril/1980.

Arcturus.

Hacía mucho tiempo, un joven había ayudado a repeler una plaga que se comía las Islas del mundo, no les permitía florecer y crear vida, no había nada vivo en paz, quedaban muy poco humanos escondidos, muy pocos animales y plantas, cualquier tipo de vida se estaba acabando. El joven había escuchado una voz, miro a su alrededor y solo encontró una pluma que volaba ajena al viento y la siguió, había sido el único que había entendido que hacer, las plantas volvieron a crecer, los animales tuvieran un hogar y los humanos pudieron salir. El joven había usado demasiada de su fuerza interior contra aquella maldición, terminó consumiendole, casi destruyendo su cuerpo y espíritu, se desplomó en la cima de una montaña. Resignado había mirado al cielo, y le pidió que fuera bueno con su alma, y con el amor que había dejado atrás, le pidió poder volver a verlo en esa vida, a cambio le serviría sin excepción. Las nubes habían empezado a moverse y pronto había empezado a llover, no solo cumplió su deseo, le había dado una nueva vida, y le había permitido tener a su lado su razón para seguirla, esa vez más tranquila, a cambio de una sola cosa, lealtad.

Algunos habían dicho que había empezado así. Ellos lo habían visto. Antepasados idénticos al hombre que le regresaba la miradas en el reflejo de la ventana. Decían que había sido en aquella misma colina donde se alzaba su humilde hogar. Lo creía. Claro que lo hacía y lo cuidaba, por qué ese era su deber.

Los Black eran tan viejos como el viento mismo, antes de que el Reino Unido fuera el Reino Unido, cuando Inglaterra no se llamaba así, cuando Escocia solo eran las montañas sinuosas del norte, Gales era una extensión e Irlanda una isla más. Antes de que se hablará el inglés, antes de que existiera una monarquía o un gobierno, antes de que tuvieran una religión, antes de que supieran cuidar sus riquezas. Y los Black habían estado inmersos en cada cosa que hacía aquella noble isla alzarse como lo hacía en esos tiempos.

Y no andaban pidiendo gracias y aplausos.

Aunque los suyos habían sido otros tiempos, tal como la conocía, la Noble y Ancestral casa de los Black había dado sus primeros pasos en la edad media. Normalmente se le recordaba así y se descartaba su historia más atrás. La familia Black muchas veces era tratada de forma despectiva, pero tenía mejores cosas que no cualquiera podía decir llevar en su insignificante línea de sangre.

Bueno, también podía decir que los últimos cien años les habían echo perder algo de brillo, con algunos de sus indeseables parientes. Cómo solía decir su padre, "c'est perdu". Y su padre lo había sabido muy bien.

El cabeza de la casa más recordado de los últimos tiempos era por supuesto, su abuelo, Phineas Nigellus Black, que había sido todo lo que se podía desear para su notable familia y poco creía, que a su abuelo le gustaría ver lo que quedaba de la casa Black. ¿Dónde era que todo se había ido por la borda?, ahí era donde entraban esos últimos cien años, justamente donde empezaba Phineas.

El tiempo no se había congelado para los demás como lo había echo para los Black. El tiempo y las personas cambiaron. Y no todo fue para bien.

Suspiro y se dio la vuelta del ventanal, la lluvia nunca había sido más triste mientras se preguntaba de nuevo que había salido mal. Negandose a aceptar que sabía lo que había salido mal.

Había pasado largas horas encerrado en su despacho después de no encontrar respuesta en ningún escrito antiguo, el era, por supuesto, un alma Black, pero no era la vieja alma Black que podría dar respuestas. A menudo tenía la mirada perdida hacia el ventanal atrás de su escritorio, sin ver realmente el jardín, las esculturas seguían siendo exquisitas, habían sido colectadas a través del tiempo, muchas se creían perdidas, un espectáculo de pocos, antes estaba muy orgulloso de eso, ahora simplemente ya no les encontraba mucho sentido.

La razón de vivir. || Regulus Black ||.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora