Londres, 10 de Agosto, 2016.
Hailey.
Bajé de mi auto y caminé con rapidez mientras seguía a mi padre. Sus pasos eran rápidos y los míos iban a la par, en algún momento el tuvo un presentimiento así que se dio la vuelta y tuve que ocultarme dándome la vuelta y poniéndome la capucha de mi suéter.
Lo observé entrar a una mansión, junto con un grupo de hombres. Habían autos lujosos, mujeres incluso; llegando con atuendos elegantes y siendo escoltadas. Corrí para tratar de alcanzarlo, pero alguien me detuvo, me tapo la boca y me susurró que era mejor quedarme quieta. Pude sentir su arma pegada hacia mi costilla y traté de calmarme, pero... ¿Qué estaba sucediendo? ¿En qué me había metido? Lo único que quería era descubrir quién era mi padre.—Te metiste en terreno equivocado, preciosa.—dijo con un tono de voz grave y la piel me tembló.
Parpadeé varias veces y reaccioné de inmediato dándole un golpe en la cara con mi codo. Escape del sujeto y seguidamente escuché disparos. Me sentía tan perdida que lo único que pude hacer fue dejarme caer en uno de los inmensos arbustos y me cubrí los oídos. ¿Qué estaba pasando realmente?Capture en cámara lenta todo lo que sucedía, mi padre salía de la mansión junto con muchos hombres, totalmente armados, incluyendo a mujeres. Estaba asustada, esto no era reunión, ni una fiesta, ni mucho menos algo parecido, esto era la mafia, y mi padre... era parte de ella.
Me cubrí la boca evitando soltar algún grito, porque estaba lo suficiente asustada como para hacerlo. Tenía que volver de inmediato a mi auto e irme hasta casa, o de otra manera la que terminaría muerta sería yo. Antes de salir de casa y arriesgarme a descubrir el terrible secreto (que siempre supe que mi padre ocultaba), mi instinto me había dicho lo mala idea que era seguirlo. Pero al menos, ahora sabía en que andadas estaba: Emiliano Bradford.Salí del arbusto y corrí, sin mirar hacia atrás, aunque eso pareciera lo más arriesgado, porque en cualquier momento alguien me podría dar un balazo. Y fue cosa de segundos, porque enseguida dejé de correr cuando me tomaron del brazo y me llevaron hacia atrás de unas bancas. Miré de quien se trataba y era mi padre, estaba enfadado, lo deduje por la forma en la que me miraba. En su mano libre cargaba su arma y tenía un rasguño notable en la cara. Esos rasguños y marcas que siempre le había notado al día siguiente, solo para que su respuesta fuera un simple "Llegué borracho a casa, no me percaté de que me había hecho daño". Todo había sido mentira.
—¿¡QUÉ CARAJO HACES AQUÍ?!—me gritó, completamente alterado.
—Yo... necesitaba saber en qué estabas metido, y ya lo veo—negué con la cabeza y me sentí tan vulnerable, porque aunque quería gritarle con coraje, mi grito fue ahogado—. ¡ERES PARTE DE LA MAFIA!
—¡Cállate!—me pidió, con la voz baja pero en tono duro—Hailey, amor, no quería que te enteraras de esta manera. Tienes que irte, esto era una reunión, pero una absurda mafia enemiga está aquí y...
—¡Me mentiste!...—grité muy bajo.
—¡No es momento para discutir esto!—gruñó y la verdad, es que era cierto.
—Solo por esta vez, te doy la razón.
—No debiste de seguirme.
—Te detesto.—le escupí las palabras con rabia.
—Tienes que irte, voy a cubrirte, pero huye.Emiliano salió mientras me cubría, así que corrí sin parar y aumentando mi velocidad. Supe que me había alejado lo suficiente del crimen en cuanto el ruido de los disparos fue cesando, pero aún no podía cantar victoria, mi auto estaba a cierta distancia. Por estar en estado de shock, tropecé con algo y caí al suelo. El golpe hizo que mi mente se perdiera y cuando intente levantarme por mí misma, no lo conseguí solo por mi esfuerzo, sino porque unas fuertes manos me tomaron. Intente sonreírle al hombre, y por un momento quise agradecerle, creyendo que era un simple civil más, pero no pude hacerlo porque me tapó la boca y supe que era uno de los enemigos que mi padre me había mencionado.
«No, no, no».
Sabía que no iba a poder salir fácilmente de la situación en la que me había metido, al menos no cuando se trataba de un enfrentamiento de mafiosos. No sabía defenderme, ni siquiera era fuerte o daba buenos golpes, pero debía intentarlo, ya la había librado anteriormente y no quería morir justo aquí. Traté de detener al sujeto para que no me llevara a donde sea que planeaba, pero era totalmente en vano, me ganaba en fuerza.
Miré por todos lados y cada vez el ruido de los disparos disminuían. El hombre me tiró al suelo y pateó mi cara, jadeé de dolor y me quede ahí tirada en el pavimento de la calle sin poder levantarme. Cuando creí que me había dejado, algo me hizo reaccionar.Un golpe en el rostro.
Otro golpe.
Y otro más.
¿Por qué me golpeaba? ¿Qué había hecho para merecerlo? «Haber venido» pensé, y esfumé ese pensamiento luego de entender.
Por supuesto que no había hecho nada malo, pero era un mafioso, era cruel y despiadado y a ellos no les importaba el matar a quien sea que se metiera en su camino. Ellos se alimentaban del dolor, del ganar dinero por la cabeza de alguien, saciaban todo en una persona y yo no sería la excepción. Él iba a matarme.—¡¡DÉJAME EN PAZ!!—me cubrí el rostro y comencé a gritar—¡AYUDA!
—Cállate niña, al parecer no eres una mafiosa como los demás.
—N-o.
—Eres muy linda, a decir verdad.
—¡No me hagas daño!—grité y me dije a mí misma «Patética»—Por favor, no.
—Oh no, no pensaba hacerlo.—su voz sonaba sarcástica pero aún así me atreví a decirle lo siguiente.
—Entonces, déjame libre.
—¿Piensas que me compadeceré?—rió con fuerza y negó—No soy así.
—Yo... n-o soy tu enemiga... no soy un-na mafiosa.—tartamudee.No podía verle la cara porque traía una máscara negra, pero parecía ser una persona joven por la voz y aspecto físico. Ni siquiera comprendía de que servía inspeccionarle, si no sabía si saldría viva como para poder denunciarle después de todo.
—Antes de matarte, creo que será mejor disfrutarte, ¿no te parece?
Le escupí en la cara y le pateé con fuerza el abdomen. El sujeto parecía estar bajo el efecto de sustancias nocivas o algo parecido, porque no le había dolido mi golpe.
«O tal vez no pegas tan fuerte como crees»
Se acercó hacia mí y recibí otro golpe por su parte. Me retorcí de dolor y sacó su arma. Me apunto en la cabeza y sus notables ojos me miraron con rabia. Cerré mis ojos, dándole por hecho que me rendía, indiscutiblemente, ante él. Y cuando creí que sucedería, que apretaría el gatillo, la pistola cayó muy cerca de mí. Miré alarmada al sujeto que anteriormente iba a matarme, le habían quitado la máscara y alguien más le estaba repartiendo golpes. Me di la vuelta para evitar ver y comencé a toser sangre, sentía las lagrimas brotar por mis ojos y mi vista comenzó a nublarse así que tuve que frotarme los ojos. A lo lejos, vi algunas siluetas irse en camionetas grandes, y quise ser yo la que también pudiera huir, pero tal vez no sucedería. Dejé de arrastrarme por el suelo en cuanto escuché un disparo cerca de mí y luego otro más. Comencé a temblar al darme cuenta de que la persona que creí que me había salvado, no lo había hecho realmente y me iba a matar. Joder. Iba a morir en manos de un maldito criminal, iba morir sin cumplir mis sueños o tan siquiera, vivir un maldito romance que me consumiera el alma. Iba a morir.
—No sé cómo descubriste este punto de reunión, pero no debiste venir. Por suerte, te he salvado.—escuché su voz y me quedé pasmada.
Él me ayudó a levantarme y evité mirarlo, por miedo, pero tomó mi mentón con delicadeza y me obligó técnicamente a mirarle.
Presté atención a sus facciones, justo como él lo hacía conmigo, aunque no podía hacerlo del todo bien porque tenía una capucha que le cubría la boca, al igual que el cabello. Lo único que pude ver en él fue sus ojos, eran azules, pero no el tipo de azul normal en el que te perdías con facilidad, eran azules fuertes, en el que te quedabas porque te transmitía algo. Parpadeé un par de veces y él achicó los ojos, como si intentara descifrar quién era yo. Pero eso para él, solo era un misterio. Era imposible que me reconociera, era imposible que siquiera pudiera tener idea de mi nombre u apellido.
Bajé mi mirada y recordé que se trataba de un criminal, un mafioso, a quien tenía delante de mí, así que mi mecanismo de defensa me hizo temblar y comenzar a dar pasos hacia atrás.—De... déjame ir.—le pedí, más bien sonó como una súplica.
—No pensaba detenerte, vienen por ti.—ladeó la cabeza y se comenzó a apartar de mí.Comencé a sentirme mareada y caí, lo último que escuché fue la voz de mi padre, porque después de ello me desvanecí por completo. Dejé de ver esa mirada de ojos azules, dejé de escuchar sonidos y todo se sentía mejor estando inconsciente.
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Miedo a tu amor
ActionLa vida te da sorpresas, giros inesperados, que hacen que todo cambie. Hailey Bradford a sus 22 años de edad, con una vida que creía estable; se ve frustrada por una verdad desconocida durante años, una verdad que implica la mafia y un lado oculto...