Sebastián.
—¿Tú de nuevo?—preguntó ella y noté cómo se tensaba. Me había reconocido. Eso fue raro.
—Probablemente.—le respondí con una voz tranquila pero una mirada fría.
—Deberías irte—me esquivó, pero la detuve, creo que sería difícil lidiar con ella—. ¿Qué es lo que quieres?
—Muchas cosas, pero no me lo malinterpretes.—le pedí y aunque evité reírme, no pude evitar una sonrisa.
—Aléjate de mí. No estoy interesada en ti.No sé porqué pensaba que la había buscado para pretenderla o algo parecido. No me interesaba ni un poco, quiero decir, mirándola de pies a cabeza no era atractiva.
—Y yo tampoco estoy interesado.—le dije, con cierto humor en la voz.
—¿Y por qué me has mirado de tal manera anteriormente?—preguntó y me miró retadora. Me estaba gustando su actitud.
—Te miré de una manera horrenda, no atractiva, no sé porqué eso te incomoda.—rodé los ojos y ella rió.
—¿No te enseñaron modales o qué?«Tal vez deberías enseñármelos tú» pensé.
Iba a disfrutar esto. Era confuso, pero por algún motivo, me sentí en confianza con ella. Y lo único que debí hacer desde un principio era ponerme serio, porque no la conocía y evitaba mostrarme tal cual ante alguien desconocido.—No vine a entablar una larga plática. Y ya que te he encontrado, me gustaría que me acompañaras a...—iba a arruinarlo, pero entonces ella me salvó.
—No saldré con alguien como tú.
—No, ni siquiera yo aceptaría salir con una chica como tú—intenté componer lo que estuve a punto de decirle y miré sus manos, seguía temblando—. No te haré daño, claro ejemplo fue anoche. ¿Cómo me has reconocido ahora?
—Tus ojos, tu voz, ¿no es muy obvio?
—Que raro, siempre intento cambiar mi voz cuando estoy fuera de mi papel como un simple civil. Hmm, pero bueno, debe ser especialmente por mis ojos. Y bueno, ¿ya podrías dejar de temblar?
—No lo sé. Realmente te agradezco haberme salvado, pero no te quiero cerca de mí, está claro que estás metido en algo grave de lo cual no quiero pensar.Miré su camisa y traía un gafete que decía su nombre, abajo decía el puesto que ocupaba. Era el motivo perfecto para a poder decirle su nombre sin que ella se extrañara del porqué ya lo conocía.
Si supiera que tenía su jodido expediente por error... me mataría.—No me conoces, Hailey—le dije y al escuchar su nombre abrió la boca para protestar pero le señalé su gafete—. Estoy aquí simplemente porque una parte de mí necesitaba saber si el salvarte la vida sirvió de algo o no, y, porque—me acerqué hacia ella y le susurré—el grandulón que ves a mi lado, quiere saber que tu boca se mantendrá cerrada. Verás, no me conviene que me metas en problemas, y a él y a unos cuantos más les pago por protegerme.
—Y créeme que no quiero conocerte—me miró con cara de enfado y quise reírme, pero preferí aguantarme—. ¿Sabes? Otras personas sí tienen cosas más importantes que hacer, así que si me disculpas, debo irme.
—Ajá, como digas.
—No sé cómo has dado conmigo, pero aléjate de mi vida.
—Es fácil dar con alguien como tú.Sin la necesidad de Bobby, habría podido rastrearla y saber sobre ella. En la mafia, tenía ciertas habilidades destacables y una de ellas era que precisamente, era un gran hacker. La tecnología era una habilidad para mí, pero optaba más por usar mi inteligencia para planear cada misión detalladamente, pues dentro de mi mafia contaba con otro hacker y prefería dejarle ese cargo a él. Yo simplemente entraba en acción cuando él requería de otro cerebro.
—Eres un...—ella quiso protestar pero se auto-calló, que raro, ya comenzaba a pensar que tenía valor para decir lo que quisiera—Sobre anoche, descuida, no pienso decir nada, idiota.
No tenía ni idea de con qué clase de idiota se estaba metiendo si seguía con sus palabras. Claro, nunca le haría daño, pero probablemente podría asustarla.
Ella iba a irse, pero la detuve, tomé su brazo con fuerza (porque lo hacía por inercia, era una mala costumbre) y la acerqué lo suficiente cerca de mí. Temblaba. A pesar de todo, ella temblaba.
Mi intención desde el principio no había sido el asustarla, pues no quería que me tomara como la peor persona, pero parecía difícil de hacerle entender que necesitaba hablar con ella.
ESTÁS LEYENDO
Miedo a tu amor
ActionLa vida te da sorpresas, giros inesperados, que hacen que todo cambie. Hailey Bradford a sus 22 años de edad, con una vida que creía estable; se ve frustrada por una verdad desconocida durante años, una verdad que implica la mafia y un lado oculto...