Hermano Encontrado

Capítulo 41: Un shizun cansado, enojado, celoso pero preocupado

Cuando decidió arreglar el desastre que rodeaba a Luo Binghe, Shen Jiu nunca imaginó que esto sería un desastre de magnitudes colosales. La situación es incluso peor que cuando fue "invitado" al palacio de Luo Binghe. Atrapados entre tantas guerras que le robaron tiempo y esfuerzo, los ejércitos de Luo Binghe avanzan lentamente a medida que acumulan pérdidas.

Al menos Shen Jiu ha logrado detener los estúpidos ataques entre su peor discípulo y su secta. Por supuesto, la tensión todavía los cubre a ambos y condiciona sus relaciones. Y mientras siga siendo un "invitado" en el Reino Demoníaco, la Secta Cang Qiong seguirá vigilando a Luo Binghe.

No es su secta lo que preocupa a Shen Jiu, ni las ciudades humanas desde que Luo Binghe aceptó sin lugar a dudas detener su conquista.

El problema son los demonios.

Quizás el conocimiento de Shen Jiu sobre sus jerarquías y sociedades sea escaso, pero es consciente de su violencia innata, su deseo de conquistar a los humanos y su desprecio por un mestizo. Aunque Luo Binghe intenta engañarlo con regalos y comidas para mantenerlo calmado, Shen Jiu escucha los rumores y los susurros de los sirvientes. Y por eso sabe que hay problemas en el sur.

Shen Yuan le dijo que Luo Binghe es invencible y perfecto, pero que hay otro demonio frente a él que no puede derrotar. Es una posibilidad inquietante. Lo que siente no es realmente miedo, sino una incertidumbre fría y sucia como cenizas bajo la piel. Porque a pesar del conocimiento de Shen Yuan, hay muchas cosas que todavía no saben. Amenazas peligrosas que se esconden en la oscuridad. Y otras cosas están cambiando de su propósito original.

Una noche, Shen Jiu está leyendo cuando siente una intensa energía oscura y sangrienta, luego el caos de los sirvientes mientras cumplen las órdenes de su señor. Frunce el ceño y se pone de pie para salir de su palacio y buscar la fuente del escándalo.

Shen Jiu encuentra a Luo Binghe en sus habitaciones privadas, desaliñado y sucio, con la espalda torcida bajo el peso de las heridas que rezuman qi demoníaco. Shen Jiu chasquea la lengua y eso lo alerta. Luo Binghe se pone tenso como un animal atrapado y sus ojos se abren al reconocerlo.

"¿Pensaste que no te iba a descubrir?" Su decepción casi ocultó su enfado.

Aunque han pasado varios días, Shen Jiu todavía recuerda el sabor de su sangre en su garganta y esa impotencia de perder el control de su propio cuerpo. Pero conoce las limitaciones de su furia. En este momento, le quedan muy pocas armas para llevar a Luo Binghe por el camino correcto. Gritarlo, insultarlo o enfurecerlo es contraproducente, pero verlo herido por una de esas estúpidas guerras le molesta.

Shen Jiu se acerca y Luo Binghe retrocede instintivamente.

"¿Humanos o demonios?" Él pide. "Espero que no hayas vuelto a luchar contra tu Liu-shishu".

A Shen Jiu le preocupa que su silencio esconda la culpa y la vergüenza por romper sus promesas vacías. Pero esas horrendas heridas solo podrían haber sido culpa de los demonios. Shen Jiu desdeña la actitud inquieta de su discípulo y lo agarra de la muñeca para examinar sus meridianos. Un ceño de preocupación está marcado en su frente cuando descubre que su naturaleza demoníaca corre desenfrenada y casi parasita al humano.

"¿Qué estás haciendo?" Luo Binghe balbucea mientras la sangre corre por sus labios.

Disgustado, Shen Jiu se quita un pañuelo y se frota la cara vigorosamente hasta que protesta con gruñidos.

"¿Qué he hecho para merecer un discípulo tan idiota?" Lo regaña, sujetándose la muñeca con una mano mientras sigue limpiando la sangre con la otra. "Tus estúpidas guerras no están funcionando, ¿entiendes ahora o solo cuando te maten?"