Capítulo 13

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No puedo recordar con claridad el día trece, pero puedo narrar lo poco que recuerdo.

A veces me gustaría haber nacido con algún tipo de filmadora con batería inagotable para poder revivir mis mejores momentos cada vez que quisiera.

Recordaría mis primeros pasos, mi primer día en la escuela, el nacimiento de mi hermana, el día en el que Ava me regaló una rosa por primera vez... Pero no sucedió así, y no me queda nada más que intentar revivir lo poco que mi mente ha podido almacenar.

Sé que me desperté antes que Ava, y no me permití despertarla. Se veía como un pequeño bebe, y no quise arruinar ese sueño tan increíble que la estaba haciendo sonreír.

No sé si fue antes o después de la ducha, pero hubo un pequeño momento en el cual me miré al espejo y pude apreciar las enormes marcas que Ava había dejado en mi cuello. También sentía algo de dolor, pero no era algo que no pudiera soportar.

Me coloqué una de las camisetas más grandes, y no me molesté en ponerme ropa interior. Estaba muriendo de todas formas así que no importaba mucho lo que usara o no.

Salí de la habitación sabiendo que Ava no despertaría pronto, y no me sorprendí al encontrarme a Amaya y Zari sobre el sofá, aunque no estaban desayunando.

En realidad, estaban teniendo una interesante pelea de comida.

— ¡Chancho! —Saludó Zari al verme. Tenía el rostro lleno de avena, pero no me molesté cuando se acercó a mí, me abrazó y besó sonoramente mi mejilla.

Estaba muriendo, y un poco de comida en mi rostro no iba a hacerme daño.

— Supongo que la comida es un asco...

— No lo sabemos, en realidad —Confesó Zari—... May empezó todo esto, y sabes que odio perder. Si tengo que sacrificar mi desayuno para obtener la victoria lo voy a hacer.

No recuerdo lo que dije después de eso, pero sí que hubo un par de risas y comentarios que mi mente decidió pasar por alto.

— ¿Vas a desayunar, Sari? —Zari se había sentado de nuevo en el sofá, y yo estaba intentando limpiar los restos de avena que tenía en el brazo.

— No tengo hambre —Me negué—... De ahora en adelante planeo seguir a Ava en eso de vivir con completa libertad y hacer las cosas cuando verdaderamente lo desee.

— ¿Ava Sharpgay, la gran pensadora, guía tu vida? —Su burló.

— Que no le digas Sharpgay—La reprendí mientras caminaba hacia ella y daba un ligero golpe a su brazo.

— Está bien, lo siento —Se disculpó, pero sé que no lo hacía de verdad—... Estoy muy orgullosa de que sigas la filosofía de tu novia y toda esa mierda, pero ¿No crees que te falta algo?

— ¿Algo?

— ¡Por supuesto! —Contestó, y al mismo tiempo pasó un dedo por la mejilla embarrada de avena de Amaya y se la llevó a la boca. Creo que sabía pésimo— Hace un tiempo Ava dijo "Usamos brasier porque los necesitamos porque somos chicas" y no veo que tú tengas algo tras esa camiseta... ¿Acaso te llamas Miguel?

Vacío. Vacío. Vacío.

Es difícil, pero por más que intento recordar se me hace imposible.

Lo siento, pero las lagunas se hacen cada vez más grande. El tiempo se lleva mis anécdotas.

— ¿Dónde vas? —Es lo siguiente que recuerdo. Zari me lo preguntó cuando comencé a caminar, y me volteé con una dulce sonrisa.

— A explorar —Contesté con un encogimiento de hombros.

Virus Letal | AvalanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora