Capítulo 1

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Una ciudad mágica y dos amigos bajo las estrellas fugaces. El escenario ideal para una noche perfecta; de no ser porque uno de ellos está bajo la cama sin intención de salir.

—Stanley, si no sales no comerás pastel—Dice la madre, cruzada de brazos junto a la puerta.

—¡No quiero pastel!

Es difícil explicar por qué estás tan ofendido teniendo siete años; sobretodo cuando ni tú mismo lo entiendes.

—Kyle está aquí, justo como prometí, ¿porqué no quieres bajar?

—¡Porque me odia!

—No te odia, son mejores amigos, los amigos no se odian, ¿verdad?

Stan asoma la cabeza, quería maldecir pero un regaño de parte de su madre no arreglaría nada. Además, tiene razón, los mejores amigos no se odian; ¡Kyle es su mejor amigo en el mundo entero!

—¿Y si está enojado conmigo?—Pregunta Stan tímidamente.

—¿Porqué no lo averiguas tú mismo?—Sharon Marsh acompaña su pregunta con una dulce sonrisa; funciona pues Stan sale del escondite e inmediatamente sale corriendo de la habitación.

El pequeño azabache baja a toda prisa las escaleras, y no tuvo que buscar por toda la casa, sabe con exactitud dónde está Kyle, en el refugio de ambos: la casa del árbol.

De hecho, al principio, la única razón por la que Kyle aceptaba ir a las cenas en casa de los Marsh es porque había una casita del árbol. Ahora tiene una razón todavía mejor, ahí vive el mejor niño del vecindario, o por lo menos así es a los ojos de Kyle.

Stan sale al jardín y ve el árbol entre las ramas del único árbol que hay. Sube las escaleras y tenía razón, ahí está Kyle, abrazando sus piernas y mirando a una oruga.

—¿Me odias?—Pregunta Stan—Los mejores amigos no se odian.

Kyle levanta la mirada confuso.

—No te odio.

Stan sonríe aliviado.

¿Porqué el pelinegro había pensado eso en primer lugar? Porqué escuchó a los padres de Kyle desde la cocina, ellos literal dijeron "Kyle ya no quiere pasar el año nuevo aquí". Stan se asustó demasiado, ¿qué otro lugar es mejor que la casa del árbol?

—Quiero pasar todo el año aquí—Comenta Stan mientras se sienta junto al pelirrojo—Porque este es nuestro refugio, nadie puede pasar excepto los elegidos.

—Quiero ir a otro lugar.

—¿Qué? ¡No!

¿A dónde quiere ir su mejor amigo?

—¡Quiero ir al espacio!—Kyle sonríe y estira los brazos—¡Vamos al espacio, Stan!

Y en cuanto lo dijo, Stan estuvo de acuerdo, al carajo la casa del árbol; el espacio es un caos, y por ende, genial.

—¿Podemos ir al espacio?—Pregunta el pelinegro.

—Le ponemos alas a la casa del árbol.

—Quiero ir a las estrellas rojas, mi papá dijo que son fuego.

—¡Está bien!—Kyle mira al otro niño—Te llevaré ahí y lo haremos nuestro refugio.

Kyle suele prometerle muchas cosas a Stan. Ya le prometió un cocodrilo, a Santa Claus, un castillo de hielo y al Capitán América, y aunque Stan suele olvidar esas promesas a la mañana siguiente, Kyle las tiene frescas en su mente.

—¡Niños, la lluvia de estrellas ya va a empezar!—Exclama una voz masculina desde abajo, es el padre de Kyle.

—¿Crees que lluevan estrellas rojas?—Pregunta Stan entusiasmado.

—Lloverán un montón.

Ambos niños bajan del árbol y corren frente a la casa. Sus padres están ahí, con los móviles alzados, y no son los únicos, hay varias personas en la banqueta observando el cielo nocturno.

Kyle tenía razón, llueven estrellas rojas. Pero también azules, verdes y amarillos. El pelirrojo intentó contar todas las estrellas mientras que el azabache quedó absorto y boquiabierto.

Un paisaje azul marino cubierto de delgadas líneas de colores, como si el cielo mismo estuviese siendo recoloreado.

La lluvia de estrellas cesan al cabo de unos minutos, y con ello el año concluye. Hay felicitaciones y anhelos en el ambiente. Los adultos comienzan a abrazarse y deseándose un feliz año; los niños se miran y sonríen porque tienen la imagen mental de volar al espacio.

—¿Volaremos pronto?—Pregunta Stan.

—Si, buscaré madera para hacer las alas.

Tras la lluvia de estrellas todos entraron a la casa a festejar con música y comida, el par de niños subieron a la habitación de Stan con pasteles en platos. Volverían a la casa del árbol pero sería difícil subir las escaleras con el pastel.

—¿Me odias?—Pregunta Kyle de repente. Ambos niños están sentados en el suelo, rodeado de juguetes.

—No.

—Es que tú lo preguntaste primero.

—No te odio, los mejores amigos no se odian.

—¡Eso es cierto!

—¿Seremos mejores siempre, Kyle?

—Si, para siempre—Usando su cucharilla, Kyle pone un poco de pastel en la nariz de Stan—Eres un payaso ahora.

Stan ríe y decide hacer lo mismo, provocando una risa por parte de ambos.

—Te pondré más pastel—Dice el pelirrojo.

—No porque lo haré yo.

Y sin darse cuenta, inician una pelea de comida, saltando y corriendo mientras el pastel vuela por la habitación. Sharon no estará contenta con eso, pero los niños no pueden pensar en las consecuencias; es un nuevo año, la gente debería ser feliz siempre en el primer día del año ¿no?

Porque da igual cómo transcurra el año, Stan y Kyle siempre terminan juntos. Está vez fue riendo con pastel en la cara, ¿de qué otra forma puede terminar?

Y aunque nunca pusieron alas a la casa del árbol, si hicieron más promesas. Una de ellas sería muy importante:

Ser siempre mejores amigos.

Lo cual sería difícil, porque con el pasar de los años, cierto pelirrojo descubriría que siente algo distinto cuando está con su mejor amigo.

Aquel sentimiento sería cada vez más complicado y cada vez más fácil de expresar. 

*

Nos vemos en el siguiente capitulo! <3 Con gusto pueden decirme que piensan hasta ahora.

Una sonrisa entre multicolores (Style)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora