Capítulo 4

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—¿Puedes creer que Stan y Cartman vuelven al pueblo?—Pregunta Kenny mientras arma la tienda de acampar—Ha pasado tiempo desde que estuvimos los cuatro reunidos.

—Excepto que no seremos únicamente los cuatro, Butters viene para acá también.

—Y Stan viene con su novio, Gary.

—Oh, lo olvidaba, me temo que no hay espacio suficiente, tendrá que dormir con los osos.

—Gary dijo que traería su propia tienda, intenta no asesinarlo en la madrugada ¿de acuerdo?

—Stan puede hacer con su vida lo que quiera, no soy su niñero.

—¿Entonces no te molesta conocer a Gary?

—En absoluto.

Le molestaba, o más bien, le hervía los celos, pero no podía hacer nada. Aunque no hay que pensar en ello, es año nuevo y pasarán toda la noche acampando. Los años han pasado, y mientras que Kyle y Kenny decidieron quedarse en el pueblo, Stan y Eric buscaron su propio camino más allá de las montañas.

Es difícil volver a reunirse ahora que los cuatro están haciendo su vida por separado. Bastante normal en la vida de alguien de diecinueve años.

Kyle comprueba por última vez que las tiendas estén firmemente puestas mientras Kenny prende la fogata. Kenny reunió leña pero en vez de usar un cerillo, lo prendió con un galón de gasolina y un cigarrillo.

—¿Eso no era nuestra gasolina para el viaje de regreso?—Pregunta el pelirrojo.

—No te preocupes, habrá suficiente.

Un auto se estaciona cerca de ellos, y de ahí salen Stan, Cartman, Butters y un chico rubio que Kyle no reconoció.

—Hey maricones, ¿listos para causar un incendio forestal?—Expresa Cartman una sonrisa, a su espalda carga su mochila.

—Cartman, cuanto tiempo, sigues siendo un culo gordo—Responde Kyle.

—Soy inmune a tus insultos de mierda, judio.

—¡Chicos!—Expresa Butters con una sonrisa fúlgida, en sus brazos lleva unas cajas de pizza—Por fin estamos todos juntos, Eric ha recorrido todo el mundo, tiene un montón de anécdotas geniales.

—Les dije que comprar una casa rodante sería buena idea—Añade Cartman con un semblante presumido—¿De qué sirve estudiar si puedes ser más libre que la jodida Elsa?

Mientras Cartman, Butters y Kenny charlan sobre sus vidas, Kyle observa de lejos al pelinegro, quien está sacando una maleta de la cajuela, mientras que el rubio misterioso insiste en ayudarlo, pero Stan se niega.

—Quiero ayudar Stanley, no dejare que pongas la tienda de acampar—Dice el rubio con una dulce sonrisa—Déjame sentir el espíritu aventurero.

—Está bien, pero si necesitas una mano me dices.

—Y todavía no me has presentado a tus amigos.

—Mierda, es verdad, andando—Stan cierra la cajuela, y le toma la mano al rubio—No te pongas nervioso, son buenos chicos.

—Mmmh, con todas las historias que me dijiste, deben ser unos desquiciados como tú.

—¿Eh? No lo somos, o al menos ya no tanto como antes.

Kyle sigue escuchando la conversación mientras saca una hielera de su propio coche. Gary es justo como se lo imagino, un chico bueno, amable y de sonrisa delicada. Stan siempre ha tenido debilidad por los bondadosos que intentan ayudar a los demás.

Una sonrisa entre multicolores (Style)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora