Capítulo III: EL SELLO

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El polvo que las ruinas habían causado al caer poco a poco se fue dispersando.

Emilio sentía como si algo fuera diferente, como si de pronto algo que no sabía explicar que era, hubiese cambiado.

—Emm... ¿Sentiste eso? —preguntó Kathe.

—Si hablas de que de pronto el ambiente se puso muy pesado, si — dije nervioso.

—¿Tendrán algo que ver esas ruinas? —cuestionó Kathe.

—No lo sé —respondió Emilio —. Pero sinceramente prefiero no saber.

—Será mejor que regresemos al colegio —sugirió Kathe.

—No discutiré eso —aceptó Emilio.

Realmente no hacía falta que lo repitiera otra vez.

Mientras tanto en casa de Matías

—Ok hagamos esto. Si me prometen que se comportarán bien y se irán a dormir sin renegar, les daré las galletas —negoció Matías.

Los tres niños formaron un círculo y murmuraron entre ellos.

—Trato —aceptaron los niños.

—Ok se las da... —aceptó, pero no terminó de hablar — *Que raro se puso el ambiente de pronto* —pensó.

—¿Estas bien tío Matt? —preguntó la sobrina menor.

—Si, no se preocupen. Mejor vamos a ver una película —respondió nervioso.

—Si!!! —gritaron entusiasmados.

De vuelta al bosque

Kathe y Emilio continuaron caminando, tratando de salir de ahí lo más pronto posible hasta que algo inevitablemente los hizo parar.

Crack...

—He... ¿Emm oíste eso? —cuestionó Kathe, alarmada.

—Si, suena como una rama —respondió Emilio, mirando fijamente hacia el lugar donde provenía el sonido.

—Habrá alguien ahí —aseguró Kathe.

—¿Quién anda ahí? —cuestionó Emilio en voz alta.

De pronto, los arbustos empezaron a moverse violentamente.

—Atrás de mi Kathe —dijo Emilio, acercándose a los arbustos.

—Como digas —murmuró Kathe.

Estaba por revisar entre los arbustos hasta que algo salió de entre estos...

¿Una cabra? ¿Una cabra en el bosque? ¿Una cabra en el bosque en invierno?

Esto estaba poniéndose raro...

—Ahhhhh —gritaron ambos de la impresión.

—¿Una cabra? —preguntó Kathe, recuperando el aliento.

—¿Qué hace aquí? —preguntó Emilio, extrañado.

—No lo sé, supongo que es muy raro verlas por aquí —respondió la castaña.

Parecía una cabra cualquiera, pero de pronto, Emilio se dio cuenta de que no lo era... Tenía unos horribles ojos rojos como la sangre y unos dientes amarillos y filosos como una cuchilla.

—Me acercaré un poco más —anunció Emilio.

—Espera —lo detuvo Kathe, tomándolo del hombro haciéndolo parar —¿Es buena idea? —preguntó nerviosa.

—No lo creo —respondió Emilio, para continuar acercándose.

Estaba a unos escasos centímetros hasta que la cabra corrió en dirección hacia ellos.

En Un Mundo Sombrío: El Inicio Del MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora