—Cuida del templo en mi ausencia, Nicolás —pidió Eozeoldo.
—Claro padre, pero... ¿Tardará mucho en volver? —cuestionó nervioso.
—No lo creo. Y en cuanto a ustedes tres —dijo esta vez al trío —. Váyanse a casa y olviden que esto pasó —complementó.
—Como usted diga padre —aceptaron con fingida molestia.
—Volveré pronto —afirmó.
Dicho esto, salió del templo.
—Muy bien chicos, ¿quieren que los acompañe a casa? —cuestionó Nicolás volteándose a ellos.
Pero para cuando se volteó ya no había nadie.
—¿Y ahora a dónde fueron? —cuestionó en voz alta.
El padre montó todas sus cosas en la parte trasera del viejo Jensen FF, dando oportunidad a Emilio, Matías y Kathe de escabullirse por ahí.
—¿Soy el único que dirá que es una terrible idea? —cuestionó Matías en un susurro.
—Por ahora si —afirmó Kathe.
Matías se lamentó aún más cuando el coche se puso en marcha.
El camino le pareció eterno a los tres y no era para menos, después de media hora el auto se detuvo en seco, provocándoles un sobresalto.—Tenemos que salir antes que el padre o nos vera —le dijo Kathe al oído. Emilio asintió.
El cerrar de la puerta de adelante le hizo entender a Emilio qué era hora de actuar.
—Ahí —susurró Emilio apuntando a un pequeño baúl.
—No creo que entremos los tres —afirmó Matías.
Emilio miró a Matías y Kathe y luego el baúl, era cierto. Un nuevo sonido del exterior lo hizo reaccionar, el padre Eozeoldo se acercaba.
—Ustedes dos entren ahí, yo saldré por otra parte —susurró Emilio. Al ver que sus amigos entraron en el baúl, retrocedió hasta la otra parte de la cajuela, junto al resto de cachivaches.
—¿Por qué pesa tanto este baúl? —escuchó quejarse a Eozeoldo al momento de bajar el baúl.
Aquella era su oportunidad, mientras el padre estaba ocupado bajando el baúl, Emilio bajó de un salto de la cajuela. Una vez abajo se escabullo hasta unos arbustos cercanos para evitar que el padre Eozeoldo lo descubriera. Mientras el padre Eozeoldo terminaba de bajar el resto de cosas del auto, Emilio aprovechó para echar un vistazo al lugar en el que estaban. Tenía la apariencia de un muelle en construcción, dado el estado temprano de muchas cosas. Atado al mismo muelle, había un pequeño barco, Emilio se fijó en que el padre Eozeoldo metía todo a la cabina del barco. Aprovechó el momento en el que el padre estaba desatando las sogas qué cuidaban al barco para subir y dirigirse a la cabina.
Al entrar se acercó al baúl con mucha precaución y lo abrió. El primer rostro qué vio fue el de Matías, qué mostraba nerviosismo. Debajo de él estaba Kathe, qué suspiraba con rapidez, parecía que había estado aguantando la respiración por un largo rato.—¿Qué sucede? —cuestionó Emilio al ver el rostro rojizo de su amiga.
—¿Hum? —cuestionó Matías, girando su rostro para observar a la chica. Sus rostros estaban muy cerca y por fin Matías se percató de la situación.
El chico se levantó del baúl y salió de este, dando oportunidad a Kathe para respirar exaltada.
—A la próxima deja que yo vaya encima de ti —reprochó Kathe, aún tenía la respiración exaltada.
—Lo siento, supongo que por la adrenalina no lo noté —se excusó.
—¡Ahí viene el padre! —anunció Emilio.
ESTÁS LEYENDO
En Un Mundo Sombrío: El Inicio Del Mal
Science Fiction[+12] El Verano para Emilio parecía aburrido, pero pronto se daría cuenta de que sería todo lo contrario. INICIO: (27/11/21) FIN: (21/03/22)