Capítulo 1.

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Lunes 7 de julio del 2008

Mikey se retiró antes de que llegaran la policía o la ambulancia. Su motocicleta se detuvo frente a su casa y, tan rápido como pudo, corrió al baño. Se quitó la camiseta ensangrentada y la tiró a la basura. Lentamente, se acercó al espejo frente al lavamanos para observar su reflejo. Se dio cuenta de que sus oscuros ojos carecían de cualquier expresión; en esa mirada vacía no había ni melancolía, ni tristeza, ni enojo. Simplemente, ya no quedaba nada.

— Kenchin... estoy totalmente vacío... envuelto por la oscuridad —murmuró, repitiendo las mismas palabras que había dicho antes de perder el control y arremeter contra South y Takemichi. Sin embargo, a diferencia de esa ocasión, sus palabras no eran del todo ciertas. Era como si, sin querer, comenzara a recobrar el sentido, pero no por completo.

Se metió a la ducha aún con la ropa puesta, dejando que el agua corriera sobre su rostro y su rubia cabellera manchada de sangre. Estaba temblando. Poco a poco su mente empezaba a aclararse, y, al tomar consciencia de lo que había sucedido, comenzó a llorar. Su espalda se deslizó lentamente por la pared hasta que quedó sentado sobre los azulejos de la ducha.

Pronto comprendió la gravedad de lo ocurrido aquella lluviosa noche. Se había convertido en lo que más temía y, bajo la influencia de esa oscuridad, había hecho lo que menos deseaba: matar a alguien. Hasta ese momento, sus peleas nunca habían sido con la intención de acabar con la vida de sus oponentes. Fue por eso que, antes de formar la Kantou Manji, había obligado a sus antiguos amigos a alejarse de él. Después de todo, lo había prometido: Mikey protegería el futuro de todos, aunque eso significara apartarse de las personas que amaba. Sin embargo, nunca imaginó que aquel chico llorón y valiente, el que tanto le recordaba a su hermano Shinichiro, volvería a cruzarse en su camino.

Eso solo podía significar una cosa: algo tenía que cambiar. Y para que ese cambio ocurriera, seguramente habría más sacrificios. Mikey se preguntaba, ¿por qué? ¿Por qué esta vez el sacrificio fue Draken? En su mente perturbada, conectaba todas sus pérdidas con la llegada de Takemichi a su vida. Sin embargo, al reflexionarlo fríamente, sabía que la culpa no era de aquel chico llorón con complejos de héroe. La culpa era suya, por no ser capaz de controlar sus impulsos y depender de otros para mantener la cordura.

— Primero mi hermano, luego Baji, después Emma, y ahora Draken... —murmuró apretando los dientes—. ¿Por qué todos los que quiero se van?

Si tan solo no hubiera alejado a Draken de su vida, probablemente nada de esto habría sucedido. Era como le dijo a Takemichi una vez, en aquella grabación: los únicos que lo mantenían bajo control eran Shinichiro, Emma, incluso Baji y Draken. En ese momento se preguntó, ¿por qué tuvo que alejar al único que le quedaba vivo, al único que podía mantenerlo a raya? Si tan solo Kenchin hubiera estado a su lado... si no lo hubiera obligado a odiarlo por miedo a lastimarlo, tal como hizo con el resto de los exmiembros de la ToMan...

Impulsos oscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora