Forvazzi

u n o

Se despertó con una cama vacía y fría, como ha sido desde los últimos tres años, tal vez cuatro, no es como que lleve la cuenta de cuantos años han pasado desde que su alfa dejó de ser suyo, desde que pasaron de ser los novios perfectos, a ser dos desconocidos con una relación en común.

Y bueno, tal vez se enlazaron demasiado pronto sin medir las consecuencias que esto traería, ambos pudieron haber disfrutado del final de su adolescencia e inicio de la adultez joven.

De acuerdo, tener un lazo a los veinte y dieciocho años no fue algo audaz de su parte, la mayoría de las personas se casan a los veintidós, y después de un tiempo se enlazan. El amor te hace hacer cosas estúpidas que en ese momento te parecieron correctas.

Tuvieron varias fases, y sólo las primeras dos resultaron medianamente bien, el resto lo hicieron destruirse a sí mismo.

1: Iniciar una relación a los dieciocho y dieciséis.
2: Mudarse juntos al inicio de su relación.
3: Enlazarse a los veinte y dieciocho.
4: Casarse a los veintiuno y diecinueve.
5: Perdonar la primera infidelidad de Harry (creía que no disfrutó de su adolescencia como cualquier otra persona, a pesar de que él tampoco lo hizo).
6: Permitir que su alfa hiciera daño a su lazo, dejándolo con más heridas.
7: Perderse a sí mismo.

Se levantó, ignorando los pensamientos que su mente tenía sobre su -horrible- cuerpo. No necesitaba que le volviera a repetir que se veía horrible recién despertado, ya lo sabía.

Abrió la puerta del baño, mojándose el rostro con agua tibia y tomando su cepillo, untándole pasta dental del sabor a menta y fresas. Veía su rostro demacrado frente al gran espejo, con su mano libre tocó sus ojeras y su cabello seco, al igual que sus mejillas hundidas, sintiendo asco al tocarse a sí mismo. Entendía a Harry cuando no lo quería tocar, el ni siquiera querría tocarse.

Enjuagó su boca con lentitud y calma, despojándose de su ropa para dirigirse a la ducha, siendo ignorante del cómo su cuerpo comenzaba a adelgazar rápidamente. No importaba lo que pensaba o dijera, él seguía viéndose gordo y asqueroso. Su piel dorada y brillante pasó a ser pálida y opaca, su cuerpo pasó de ser sano a ser extremadamente delgado. Si el no hablaba con nadie de sus problemas y los ignoraba, ¿quién podría ayudarle?

La esponja enjabonada pasaba por su cuerpo suavemente, ignorando el dolor al pasar por las heridas en su abdomen y muslos ocasionadas por sí mismo. Heridas de hace meses, de hace una semana y de hace unas pocas horas.

Al terminar de eliminar cualquier rastro de jabón, dejó que el agua caliente lo recorra mientras el veía su abdomen con una pancita y muslos anchos, con agua salada recorriendo sus mejillas delgadas al mismo tiempo que el golpeaba su panza débilmente, queriendo eliminar esa -inexistente- curva que le recordaba lo gordo que estaba.

Salió y esparció las cremas que usaba sobre su piel, remarcando el aroma a fresas que tenía. Se puso la ropa deportiva unas tallas más grande que el, queriendo ocultar su vergonzoso cuerpo. Bajó a la cocina, tomando una manzana verde y un vaso de agua, sin el propósito de comer más, podría engordar aún más.

El timbre del celular retumbó en sus oídos, llenando el silencio que invadía en la casa. El nombre de Harry brillaba en la pantalla, con su omega interior emocionado por saber que su alfa lo buscaba deslizó su dedito tembloroso, contestando, dejando la casa en silencio por un segundo, antes de escuchar la voz del alfa.

"¿Louis?" El tono ronco junto con el bullicio de fondo le hicieron aumentar su emoción, con otra parte de sí mismo preparándose para una decepción, como acostumbraba a hacer.

"¿Si?" A pesar de controlar su nerviosismo, no pudo evitar el hablar entrecortado.

Un suspiro aliviado se escuchó de fondo. "Tengo un problema en este momento, ¿podrías ayudarme?" Ignoró el sonido de su corazón romperse. Siempre que le llamaba era para que le ayude a solucionar algo, no para saludar o cuestionar cómo se encontraba.