Capítulo 21. El Príncipe de Nada

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    El oso tallado en el hueso le devolvió una mirada vacía a Nerian. Con suma cautela, depositó los dos pequeños rubíes en las cuencas y las encajó ejerciendo una leve presión con un martillo tapado por un pañuelo. Lo último que quería era que los rubíes se vieran dañados por el hierro. Nerian se secó el sudor con el dorso del brazo y observó su trabajo, apartándose.

    La espada de Lord Deverell era esbelta, larga y con el peso ideal como para equilibrar hoja, mango y el pomo del mismo con el cuerpo del Lord. Nerian se había asegurado de que el peso fuera el ideal tras hacer que Lord Deverell la tomara. Había acertado, por supuesto, pero el hombre solo había cogido la espada sin el pomo, no con este. Ahora el arma irradiaba una nueva aura, más poderosa, fuerte y elegante. El oso blanco con sus ojos sangrantes le devolvió la mirada en una mueca que exclamaba ferocidad y majestuosidad.

    En aquella espada, Nerian había depositado los conocimientos de toda una vida consagrada a la herrería y el arte de la creación de armas. En cada surco del cuerno de ciervo con el cual había formado el oso, se encontraban sus propias ideas, mezcladas con la maestría de la hoja pulida y afilada de la espada con las técnicas que su maestro le había mostrado.

    Era su opera prima, y su mejor obra hasta la fecha.

    Con una sonrisa resplandeciente, tomó la espada y la envolvió en una tela limpia antes de asegurarla con un trozo de cuerda. Se acicaló un poco antes de dirigirse hacia la entrada de la forja con la espada en sus manos, decidido a entregársela a Lord Deverell en persona.

    Cuando pidió permiso para entrar en el castillo, no obstante, los guardias le impidieron el paso. Nerian frunció el ceño.

    —No se permite la entrada al castillo sin el permiso escrito del Lord Protector.

    —Lord Deverell me pidió que fabricara una espada para él —explicó—, solo pretendo hacer entrega de ella.

    Pero los guardias volvieron a negarse y Nerian soltó una maldición por lo bajo, alejándose. Una idea susurró en su cabeza unos minutos más tarde. Era arriesgada y podía meterse en problemas, pero poco le importaba al muchacho. Si iban a deshacerse de él por cometer una falta, no habría nada que lo atara a Narnia y sería libre para viajar.

❶ Lágrimas de Marfil ┃ Las Crónicas de Narnia #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora