Mi criminal, mi problema.

#3

No sé cuánto tiempo había pasado, sólo que ya había sido el suficiente, mi respiración había ido acelerándose cada vez más, mi pecho empezaba a doler.

—Hey, ¿qué sucede?—pregunta Harry.

—Yo...-o-o...

El muchacho sonrió, por un momento, sólo por un momento lo encontré atractivo, pero no, luego sentí un revoltijo en mi estómago.

No aguanté más, y abrí la puerta del auto, y salí corriendo a toda prisa por la plaza.

—¡Hey!—oí a Harry grita—¡Ashley!

No hice caso y aceleré el ritmo, tanto que ya a la primera cuadra, mis piernas ardían, pero me sentía a salvo.

Disminuí un poco la velocidad, mi respiración era agitada, mi cabeza daba vueltas y se me había empezado a nublar la vista. Luego escuché unos pasos detrás de mí, miré y venía aquel muchacho, corriendo, venía por mi.

Me sentí mareada e intenté correr, pero mi cuerpo me lo impedía.

Sentí que caía al suelo de manera brusca, cerré los ojos con miedo de lo que fuera a pasar después.

Siento un frío metal tocando mi estómago, abro los ojos de manera lenta, y lo veo a él, a escasos centímetros de mi. Toca mis labios, mis pómulos y mi mentón, me examina con la mirada, me encuentro con sus ojos para luego sentir un fuerte ardor en mi estómago. Me había apuñalado

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—¿Ashley?—sacudieron mi hombro.

Entré en razón y me di cuenta que seguía en el auto, inmóvil.

—¿Qué pasó?—pregunté a Harry que se había puesto a mi lado del auto.

—Pues, te me has quedado como loca mirando por unos minutos.—dijo el muchacho riéndose.—Cariño sé que estoy bueno, pero, tranquila, aún hay tiempo para conocernos.—dicho eso me guiñó un ojo.

—Dylan, cállate, ¿no ves que la asustas más?

—Está bien, lo siento.—dijo girándose.

—¿Estás bien?—me preguntó Harry.

—Eh, sí.—traté de sonreír.

—Bien.—me sonrió amablemente.

Dio la vuelta para subir a su lugar, Dylan arrancó el vehículo y emprendimos camino. Yo iba mirando por la ventana mientras los hermanos conversaban temas de hombres.

Aún no lo asimilaba, estaba en el auto con el muchacho de ayer, el muchacho que mató a alguien, el muchacho que me amenazó, ese muchacho, se encontraba a menos de un metro de mi.

Estaba tratando de concentrarme en cualquier otra cosa pero era inevitable el no encontrarme mirando en su dirección.

Veía sus ojos por el retrovisor, tenía cejas gruesas, y las pecas hacían un muy lindo contraste con su tono claro de piel. En ese momento que lo miraba, él condujo sus ojos al retrovisor, chocamos mirada, aquellos eran profundos, me causó una sensación de escalofrío por la espalda y quité la mirada.

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Al cabo de unos minutos Dylan frenó el auto.

—Bien, hemos llegado.