Ghost of you || Emiliaco

Capítulo Ocho

— Emilio, ¿Recuerdas cuando nos conocimos?

Emilio asintió, con una sonrisa, iban caminando uno al lado del otro, Joaquín miraba con detalle las flores que llevaba en la mano, era un ramo muy bonito de distintas flores en tonos de amarillo y naranja.

— En clase de baile, sí— dijo Emilio, sin más, le gustaba cuando Joaquín contaba la historia.

— ¿Por qué meterían a un novato a una clase de baile de gente profesional? — Emilio rió por la burla.

— Disculpa, me estafaron, me dijeron que iba a estar en una compañía como productor y lo siguiente que sabía era que estaba tomando clases de canto y baile.

Joaquín asintió con una risa leve.

— Recuerdo que quisiste parecer el chico cool que dice bromas de mierda, pero no eres así, y de inmediato se notó que eras diferente, que eras más que solo una fachada.

>> Siempre que terminaba una clase, alguien estaba muy agotado, le dejabas tu botella de agua, te tomabas unos minutos para ver si estaban bien y eso se agradecía muchísimo.

>> Y siempre terminabas ayudándome a mí.

— Porque estabas como un estúpido con tus dietas de inanición, y siempre te desmayabas.

Joaquín asintió, poco orgulloso de aquella época, en donde sólo se sentía mal con su cuerpo, consigo mismo, con su trabajo, con todo lo que hacía.

Fue Emilio quien lo había sacado de eso, y había sido muy difícil para él, tanto que terminó de ir a clases de baile porque se encargaba del menor a tiempo completo y él no podía bailar y cuidarlo a la vez.

Emilio lo había llevado a comer, todos los días a un lugar distinto, todos los días un plato distinto, para mostrarle a Joaquín lo que se perdía, le recordaba todos los días que era hermoso y que sin importar la forma que sea, sería hermoso siempre, aunque el menor le creyó muy poco hasta que un día el rubio había dicho que besaría cada parte de él que fuera hermosa, y seguido a eso había besado todo su cuerpo.

No fue esa su primera vez, para nada, era más una caricia íntima, exitante y enormemente romántica a mismo nivel.

— Extraño que me beses así— confesó Joaquín.

— Admito que me encantaría hacerlo— dijo el mayor.

— Siempre fuiste tan delicado conmigo, Emilio, de una forma que sólo tú sabías ser, y fuiste mi primera vez en muchas cosas, mi primer gran amor, mi primera vez, mi primer hombre... Fuiste el primero que amé y que me amó de regreso con la misma intensidad, el primero que me correspondió completamente, y vio a través de todos mis errores y me dijo cosas maravillosas.

— No son errores, Joaco, son cosas, no hay que ponerle a todo algo negativo.

— Y también amo esa actitud que tienes— Joaquín asintió, con una sonrisa amplia, mirando las piedras que marcaban el camino que estaban siguiendo, brotes de césped y algunas flores habían logrado pasar entre las grietas y crecían entre ellas—. Siempre tienes esa capacidad de hacer que todo sea positivo. Sin duda, nunca voy a encontrar a alguien como tú, Emilio, eres algo que pasa una sola vez en la vida.

Sus ojos se unieron, una sonrisa apareció en sus rostros, en la luz del atardecer, se sintieron más cálidos.

— Y me alegro mucho de tenerte en mi vida, Emilio, y que hayas hecho tanto por mí— pequeñas lágrimas se asomaban por los ojitos de Joaquín.

Emilio rodó los ojos y fue a sostener la mano del menor, sus pasos se detuvieron cuando llegaron a su destino, pero Joaquín poco quería ver eso en realidad, así que sus ojitos y su borrosa vista por las lágrimas se quedaron en el mayor.

— Te amo, Joaquín— dijo el rubio—. Y lo haré por siempre.

Joaquín asintió, sorbió su nariz mientras más lágrimas rodaban por sus mejillas.

— Te amo mucho, Emilio. Feliz aniversario.

El castaño bajó la vista hacia la placa grabada sobre la tumba, dejó el ramo de flores junto a aquel grabado:

<< Emilio Marcos >>

<< 25 de noviembre, 1993 ~ 08 de mayo, 2020 >>

<< Siempre serás el mejor del mundo, incluso más allá del final de tus días >>

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Bueno, creo que tirarse de la ventana se ve muy tentador, bye... 🚶♀

La Iris que no se llama Iris, les ama. ♡