ㅤ01. Recuerdos que olvidar

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Soltó un suspiro de cansancio al finalizar su misión asignada. Realmente no se encontraba agotada por ello, sino del esfuerzo mental que hacía cada día para levantarse y seguir la misma rutina. Pensaba que era tedioso y no le emocionaba ni un poco pero allí estaba, esforzándose para lograr su cometido aunque la verdad –una verdad bastante pesimista– era que no veía ningún progreso.

En aquellos tiempos en los que los demonios acechaban a los seres humanos, Mayoko no se permitía tener ni un poco de paz. Ni una vida normal tampoco. Su destino quizá en un punto de su vida fue tenerla, pero los giros tan repentinos que da la misma lograban cambiar el curso de las cosas de una manera impresionante. No era que creyera en el destino: más bien creía que las mismas personas eran las que creaban el suyo mediante sus propias acciones en el presente, y fueron precisamente sus acciones las que la llevaron a estar allí.

Pues su deber no siempre fue el proteger a quienes no podían protegerse a sí mismos, pero lo fue de un día para otro debido a un mero accidente. Y allí estaba, cumpliendo con su labor como la pilar del Rayo.

—¡Caw, caw! —escuchó a la lejanía a su cuervo que se apoyó en su hombro para dar nuevas indicaciones. Mayoko lo observó de reojo, sin cambiar la dirección de su cabeza del frente—. ¡Debes ir a la residencia de Oyakata!

—Debe ser importante —comentó—. ¿A qué se debe?

—¡Hay un cazador de demonios que viaja con uno! ¡Va a ser juzgado por el Patrón y el resto de pilares!

—Uhm... ¿de verdad? —añadió, pensativa—. Debe ser bastante valiente.

El cuervo no dijo más nada, pero se quedó junto a la pilar.

El viaje fue bastante largo, pero ya estaba acostumbrada a esos extensos viajes. A veces se distraía charlando con su cuervo, otras empezaba a silbar cualquier melodía que se le viniera a la cabeza o comer de sus reservas. La pilar del Rayo era una mujer inquieta y algo habladora pero muy desapegada, y tal vez era por ello que pensaba que no era completamente cercana a alguien en específico.

Su cabello negro recogido en una coleta alta se movía con el viento, y a veces soltaba comentarios sobre el ambiente y los lugares que recorría. No esperaba que su cuervo respondiera, pero así fue todo el recorrido hasta llegar a su destino.


—¡Kuwajima, aquí estás!

La voz de la pilar del Amor, Kanroji Mitsuri se hizo escuchar. La nombrada le dedicó una sonrisa en saludo.

—Buenos días, Kanroji. Ha pasado poco tiempo desde que nos vimos —dijo una vez estuvo a su lado. Se encontró con el pilar de Llama, Rengoku Kyojuro, y con el pilar de Roca, Himejima Gyomei—. Rengoku, Himejima.

—¡Buenos días, Kuwajima! —escuchó el tono animado de Rengoku. El de cabellos rubios se volteó hacia ella sonriente—. Por lo visto, siempre somos los más puntuales.

No hizo falta mirar a su alrededor para cerciorarse de que no había ningún otro pilar además de ellos. Exceptuando a Obanai Iguro, el pilar de Serpiente, que a cualquier lugar a donde se dirigiera la pilar del Amor iba él también. Sólo permanecía en silencio y escondido a esperar que llegaran todos para ver el mundo arder.

—Así es, Rengoku —asintió, cruzándose de brazos y mirando la entrada de la residencia de Oyakata.

—¿Te has cortado el cabello, Kuwajima? Te ves muy linda hoy —comentó Kanroji, halagándola. Mayoko la miró de arriba a abajo sonriéndole agradecida.

𝗟𝗢𝗩𝗘𝗥 𝗢𝗙 𝗠𝗜𝗡𝗘 | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora