ㅤ03. Luna Inferior

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—¡Oyakata requiere de tu presencia!

La información dada por su cuervo logró que dejara de poner atención en el río en movimiento que observaba. Era de noche, y se encontraba sobre el puente de un pueblo pequeño observando el reflejo de la luna sobre la corriente de agua buscando encontrar al menos un sitio donde pudiera respirar mejor y en calma.

Eran días difíciles. Bastante difíciles respecto al trabajo, respecto a la amistad, respecto a la soledad... respecto a todo. Mayoko no sabía bien qué hacer para dejar de sentirse tan vacía pero a la vez tan sobrecargada, y eso era algo que la ponía de los nervios. Los demonios estaban devorando a más humanos que de costumbre y comprendía que no era la única que se daba cuenta, razón por la que la tenían dando vueltas de aquí para allá realizando misiones aunque de cierta forma, era ése su trabajo como pilar. Se sentía cansada, pero no podía hacer mucho al respecto. Era su trabajo y no tenía de qué otra cosa vivir, además de que la hacía sentir bien el hecho de garantizar un poco la seguridad de la gente.

Por otro lado, su vida personal era un desastre. No había otra palabra para describirlo.

A veces pensaba en lo mucho que deseaba tener un amigo. A alguien que le hiciera compañía para pasar el rato, hablar o simplemente trabajar juntos. Mayoko solía llevarse bien con la gran mayoría de sus compañeros pilares y cazadores de demonios pues era amable y fácil de tratar, pero eso no significaba que fueran amigos en su totalidad ni que estuvieran presentes en sus momentos de tristeza. No todos eran capaces de observar más allá de la máscara del "todo está bien", por lo que no muchos se preocupaban.

La única persona que solía estar presente en casi todo momento ya no estaba. Y se reprochaba porque pensaba que se fue de su lado por su propia culpa, sus inseguridades y su desconfianza.

Extrañaba a Sanemi. Esa era la única realidad. Y a pesar de que la última vez que conversaron se dirigieron palabras hirientes aún lo seguía queriendo. Porque él impulsaba la mejor parte de ella, porque la motivaba a cumplir sus metas en la vida –muy a su manera– y le decía que todo estaría bien –muy a su manera también–.

Le gustaba pensar que se alegraba de que él pudiera seguir con su vida sin ella, pero le dolía. Le dolía no poder superarlo.

Soltó un suspiro ahogado desviando la mirada a su cuervo que estaba apoyado en su hombro. No dijo una sola palabra, sólo se alejó del lugar y en silencio emprendió su camino.

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—Buenos días, Amane.

Arrodillándose en respeto a la de mayor rango, Mayoko saludó. La mujer de cabellos blancos sonrió con gratitud.

—Buenos días, Mayoko —saludó de vuelta—. Por favor, levántate. Kagaya está esperándote adentro.

Haciendo lo indicado, acomodó su espada de forma que pudiera caminar bien con ella y se adentró al hogar. La residencia Ubuyashiki contaba con una gran cantidad de reliquias familiares de muchos años: jarrones y esculturas, pinturas, fotografías, textos importantes... hasta el más mínimo detalle como el hecho de que las paredes estuvieran tapizadas por un papel de unas flores azuladas era significativo.

La familia Ubuyashiki era aquella que había estado guiando la organización de los cazadores de demonios. Por muchos años fueron los que estuvieron al mando y apoyando a los cazadores con todo lo necesario para serlo, siendo una de las familias más antiguas, importantes y ricas de Japón. Sin embargo, a diferencia de muchas de estas familias los Ubuyashiki no eran personas egocéntricas, altaneras ni derrochadoras. Por eso e interminables razones se habían ganado del respeto de muchos dentro de la organización y fuera de ella.

𝗟𝗢𝗩𝗘𝗥 𝗢𝗙 𝗠𝗜𝗡𝗘 | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora