Kyojuro Rengoku es el tipo de novio que... ˗ˏˋ ¡Estando celoso es adorable! ˎˊ˗
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Rosslenne llevaba varios cuadernos en sus manos. Estaba siendo un poco difícil de llevar a cabo esta tarea.
—¡Déjame ayudarte! —dijo de repente uno de sus compañeros de curso. La castaña se asustó un poco debido a lo distraída que estaba.
—Gra-gracias... —aceptó la ayuda haciendo que por un momento sus manos se tocaran. Un escalofrío le hizo apartarlas. —¡Disculpa!
—¡No pasa nada!
Ambos caminaron y conversaron un poco sobre cosas casuales. La joven estaba algo agradecida por eso debido a que tenía que dirigirse a el salón de nada más ni nada menos que uno de sus amores imposibles. Aunque claro, era el único.
Los nervios se habían disipado por completo hasta que se detuvieron al frente de la puerta donde no pudo dar un paso más debido a que el profesor del mismo iba saliendo.
Tanto como Rosslenne y Rengoku se observaron sorprendidos por la presencia del otro. Aquella sonrisa tan característica del rubio apareció haciendo que la fémina sintiera calor en el pecho.
Sin embargo, al percatarse el mayor de la presencia del tercero este frunció un poco sus cejas sin tener posibilidad de disimularlo.
—Iba a ir a buscarte, no pensé que venías acompañada.
Rosslenne solo atinó a sonreír algo incómoda por la tensión que se estaba formando.
—No pasa nada. La vi que necesitaba apoyo. —el chico colocó una mano sobre el hombro de la chica.
Aquello solo hizo que el gesto de Kyojuro empeoraba. Parecía un niño pequeño que le acababan de negar lo que estaba pidiendo. Cruzó sus brazos.
—¡Ya veo! Pero ya hiciste suficiente. Deberías irte a tu clase o llegarás tarde.
La castaña observaba a su profesor y a su compañero simultáneamente.
La sonrisa de su crush no parecía ser completamente amigable, al menos no la que le estaba dirigiendo hacia al joven.
—Sí-si... —dijo el chico dejando lo que llevaba sobre el escritorio. De repente se le veía tenso.
Salió sin despedirse. Rosslenne solo se limitó a observarle irse hasta que volteo a ver a Rengoku que parecía estar haciendo lo mismo.
Al instante que se dio cuenta de su mirada y su aura cambió por completo cuando se quedó a solas con ella.
—¡Muchas gracias! ¡En serio te debo una!
Parpadeó varias veces intentando asimilar de que lo acababa de pasar no era producto de su imaginación. Podía jurar que estaba de alguna manera una actitud defensiva hacia el muchacho pero con su persona era completamente diferente.
Volvía a sonreír con sinceridad y aquello le arropaba como si el Sol se tratase.
—La próxima vez dime si necesitas ayuda. —acarició la cabeza de Rosslenne con afecto mientras acomodaban los cuadernos.
—No quería molestarlo. —confesó con las mejillas sonrojadas.
—¡Tonterías! Cuando se trata de ti no hay nada que me moleste.
Siguieron compartiendo hasta que el final de la hora acabara.
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