1. A la Madriguera

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Hermione estaba nerviosa. Hacía algunas semanas que no había visto a Ron y Harry, pues eran vacaciones de fin de curso. Pero seguía sin saber por qué estaba así.

Al día siguiente se marcharía a La Madriguera para ir con los Weasley al Mundial de Quidditch. La señora Weasley había cedido su lugar a Hermione alegando que tenía deberes por doquier, comprar libros y materiales para los chicos era el principal; sin embargo Hermione sabia que era para que ella pudiese ir, sin duda había sido un gesto muy amable.

Durante las semanas pasadas había enviado cartas a sus dos amigos, a Harry por su cumpleaños y a Ron por querer saber cómo estaba. La carta de respuesta de Harry llegaba casi una semana después de que Hermione la enviara, sin embargo Ron sé demoraba más en responder, en parte por Errol, su vieja (MUY VIEJA) lechuza, y además porque era un tipo perezoso al que no le gustaba mucho escribir cartas, aún así eran las cartas que ella más esperaba.

Las maletas de Hermione estaban listas hacía días, pues no le gustaba dejar las cosas al final, lo único que faltaba era que el tiempo pasara. Había hecho ya los deberes, aprendido los libros del nuevo curso, leído todos los libros a su alcance y todo lo que ella pudiese hacer para distraerse, pero seguía pensando en lo mismo que había sucedido a finales del curso pasado; en ella al ser atrapada por Ron varias veces mirándolo y sonriéndole eran de las más frecuentes. Pero sabia que él era un menso que no se había fijado siquiera que ella era una chica.

Toc Toc.
- Hermione, el té está listo. Baja por favor.- llamó su madre a la puerta de su habitación sacándola de su ensimismamiento.

- Ya voy, mamá.- dijo Hermione un poco asustada al sentirse descubierta pensando en Ronald.

Después de ver un rato la TV con sus padres, Hermione se dispuso a dormir. El señor Weasley, y probablemente Ron, irían muy temprano a recogerla para llevarla a La Madriguera. Sabia que llegaría unos días antes que Harry, por lo que tenía algunos días para estar a solas con Ron, pero no sabia si eso la incomodaba o la emocionaba.

Al día siguiente, tal y como Ron había escrito en la carta (que Hermione conservaba en un baúl de objetos de valor) llegaron el señor Weasley, Fred, George y Ron a la chimenea de la sala de los Granger. Cuando ella bajó, Arthur estaba con el señor Granger, quien le explicaba cómo funciona un televisor. Los tres chicos hablaban con la señora Granger, haciendo caras de curiosidad por el té que ella les había servido pues son pocos los magos que conocen los té muggles.
Hermione abrazó fuertemente a Ron y después saludó a los demás.

- Como yo no soy enano, pecoso y pelirrojo ella no me abraza.- dijo Fred
- De hecho eres pecoso y pelirrojo - dijo sonrojada Hermione
- Pero no enano, ni tan guapo como yo.- intervino George

Lo cierto es que Ron estaba a punto de alcanzar la estatura de los gemelos, cada vez que dejaba de verlo por algún tiempo crecía 8 pulgadas, eso era sorprenderte.

- Hola, señor Weasley - dijo la sonriente Hermione
- ¡Hola, Hermione!, ¿Cómo estás y por qué es que nunca me has explicado cómo funciona una casa muggle?- dijo el señor Weasley, evidentemente bromeando por lo último.
- Porque de ser así, Hermione te daría los pequeños libros que trae cada aparato muggle cuando es nuevo, papá - dijo Ron aguantando la risa
-¿De verdad existen tales objetos?- preguntó el señor Weasley emocionado
- Claro, se llaman instructivos. Podemos enviarle algunos con Hermione- dijo gentilmente la señora Granger
- ¡Eso sería maravilloso!- dijo el señor Weasley a punto de saltar de felicidad - pero por ahora debemos irnos, que Molly nos espera con el almuerzo- dando la mano a los señores Granger.

Su mejor amiga es chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora