04. René

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El lugar estaba repleto de adolescentes, como predije, apenas eran las diez y ya había gente noqueada en el suelo y en los sillones, basura por doquier, todo el lugar apestaba a cerveza. Me era difícil ver por todo el humo del tabaco y, algo más, inspiré solo para llenar mis pulmones de, mierda, marihuana. Su cálido y sinceramente agradable aroma es inconfundible.
Me distraje por un pequeño instante y cuando me volví a incorporar mis amigos ya no estaban, Mint cortejaba a una chica de segundo grado muy linda, Sylvia bailaba mientras hacía contacto visual muy sensual con unos chicos, y René se dirigía a la barra de bebidas. Lo seguí.

―¿Me prepararías algo?
―Claro ―dijo con su René-sonrisa ―¿Qué te hizo cambiar de opinión?
―Decidí dejarme llevar solo un poco, tomar algo no me hará mucho daño, espero.
―Déjenmelo a mí. –Gritó una voz muy grave detrás de nosotros. –Espero que se estén divirtiendo, les prepararé mi especialidad, les va a encantar. No sé qué clase de movimientos hizo, tenía una botella y luego otra y las agitaba y todo un espectáculo, terminado esto nos entregó dos tragos estéticamente agradables de color azul eléctrico. Tomé un sorbo, era delicioso.

René se fue a bailar o a no sé qué rayos, simplemente me encontraba yo solo entre la multitud, no supe ni como sucedió, de un momento a otro ya no sentía mi cuerpo, flotaba, todo se movía muy rápido y luego muy lento. Me estaba riendo como estúpido, ha ha ha, ¡todos reíamos! A ratos recuperaba la conciencia, me encontraba cual perdedor en un sillón con mi cabeza recostada en el hombro de una desconocida, con otras dos personas sentadas al lado, todos se veían fatal, me debía de ver igual o peor que ellos.
Después estaba en el jardín, fumando hierba con unos tipos con unas barbas geniales y cabezas afeitadas, luego no supe que fue de mí. Cuando desperté estaba solo con René en una habitación, podía escuchar la música en el piso de abajo. Él debía de estar muy decepcionado de mí.

―Lo lamento René, debí de haberte avergonzado mucho. Sentí el rubor en mis mejillas, bien, eso me haría lucir inocente.
―Ha ha ha, ¿bromeas amigo? ¡Eso fue excelente! Me alegro de que vinieras Hiel, hubiera sido muy aburrido sin ti. René se encontraba en un estado más absurdo que el mío, sus mejillas estaban ruborizadas, sus ojos topacio estaban enrojecidos, y su cabello color avellana estaba alborotado. René estaba ebrio y no solo eso, definitivamente no solo eso.
―¿Te sientes bien? Deberíamos buscar a Mint y Sylvia e irnos a casa.
―Pega tu oído en la pared del cuarto de enseguida, escucha atentamente. Esa es Sylvia con su quinceava conquista, ahora asómate por debajo de la puerta del baño, ese es Mint con sus dieciochavas y decimonovenas víctimas. Ellos nos trajeron hasta acá, dijeron que en cuanto terminen vendrían por nosotros.
René comenzó a acercarse hacía mí, mi primer instinto fue apartar su cara con mi mano, pero él la tomó fuertemente y dijo:
―Tranquilo, Hiel, solo quiero olerte para saber qué tanto y a qué tanto apestas, mis padres nos matarán si llegan a detectar la hierba.
―Oh, está bien, entiendo. ―Ahora me había ruborizado aún más, tenía que cambiar de tema antes de que él lo notara―. Y tú René, ¿no tuviste un poco de acción esta noche?
―Nop. Nada, ni un poco ―bufó mientras se extendía ampliamente en el pequeño sillón en el que estábamos, con sus piernas en mi regazo―. ¿Y tú? Te miré muy coqueto con aquella chica de vestido púrpura. Soltó una risita. No recordaba a ninguna chica de púrpura.
―No tengo ni la menor idea y creo que lo más preferible es que no averigüe nada al respecto. Bastante humillado me siento ya.
―Oh vamos, solo es sexo, ¿recuerdas aquella vez con Sylvia? ―maldito René, ese recuerdo aún me atormentaba cada vez que miraba a Sylvia.
―Eso no tiene importancia además de que fue hace años, Sylvia y yo ya lo hemos olvidado. ―dije, atropellando las palabras y tartamudeando exageradamente.
―¿Te pones así solo por un pequeño beso? Hasta donde sé ni siquiera se metieron la lengua. Que lamentable.
―¡No fue solo un pequeño beso! Fue mi primer beso... Y fue con Sylvia, mi mejor amiga. Me da escalofríos el solo recordarlo.
―Así que es eso ¿eh?, ¿qué pasaría si yo lo hiciera también? Pero esta vez, no será un beso de niños. Dicho esto René se incorporó y se inclinó hacia mí. Desde hacía mucho tiempo ya estaba esperando eso, me limité a quedarme inmóvil y dejar que mi amigo aplastara sus labios contra los míos.
Sus labios eran insistentes, fríos, pero muy suaves, continuamos este violento beso hasta que tuvimos que apartarnos para buscar aire, él continuó besando y lamiendo mi cuello. Se me puso la piel de gallina.

Tenía que parar esto, él se veía muy dispuesto a llevar todo más lejos, en otras circunstancias tal vez le seguiría el juego, pero, si lo dejaba ahora no sería más que abusar de mi amigo borracho. Y no iba a hacerle eso. Lo abracé y prolongué ese abrazo lo más que pude, comencé a susurrar en su oído canciones de cuna, seguido de algunos, "te quiero, René" se quedó dormido en tiempo récord.

Creo que ambos nos quedamos dormidos en aquel apretujado sillón, cuando desperté ya me encontraba en casa de René, en su cama, con él roncando al lado. Miré el reloj de buró: 5:00 A.M. Menos mal que era domingo. Me volteé para encarar a mi amigo y rápidamente me quedé dormido de nuevo.

De verdad, de verdad deseo que René no recuerde nada de lo sucedido.


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