PRÓLOGO

17 2 4
                                        


Entré en pánico. Observaba mis manos ensangrentadas como si no entendiera de qué estaban teñidas, como si mi piel nunca hubiese sido exageradamente teñida por aquel fluido tan intimidante.

«Es sangre, Brooklyn. Es sangre»

Me repetí un par de veces para que mi cerebro pudiese integrarlo de forma correcta.

El cuerpo estaba allí, sin vida. Ya no respiraba y yo solo podía temblar. Las lágrimas escurrían por si solas a lo largo de mi rostro, dejándome marcas visibles de la suciedad con la que había estado lidiando a lo largo de estos días. Aún seguía con la cadena atada a mi mano y la trampa de osos solo me observaba, amenazante, diciéndome con su presencia que si me atrevía a dar un mínimo paso se activaría para destrozar cada hueso, cada tejido de piel que se le cruzara en su camino.

—¿Qué hacemos ahora? —dijo Philippe igual de aterrorizado que yo. Subí la mirada hacia él, encontrándome con un aterrador espejo de mi misma mirada. Los ojos de mis hermanos eran idénticos los unos con los otros, todos éramos relativamente idénticos y aquel detalle —que en su momento fue tierno y de gran beneficio—, ahora solo producía mi mayor tortura.—¿Lo quemamos? —preguntó con la voz quebrada.

/ —Cállate, Phil. —ladró Joshua, soltando la varilla de metal punzante que cargaba en la mano hacia el suelo.

—Debemos pensar rápido. —exclamó, perdiendo el control de su nerviosismo.—Nos encontrarán y yo... No podemos ir a la cárcel. Nosotros.
Joshua tomó a Phil de su camiseta y lo estampó contra la pared con todas sus fuerzas.

—¡Mierda, Philippe, cállate! ¡Ya cállate!

—¡Joshua! —lo llamé, extendiendo mi mano hacia él. —Basta, los dos. P-por favor...

—Esto es una mierda.—maldijo William, sentándose en un banquillo de madera junto a un pequeño montón de ramas y hojas secas. —Es cierto, tenemos que solucionarlo, aunque no tengo ni puta idea de cómo hacerlo.

—¿Crees que nosotros sí? —inquirió Joshua.—¿Tú crees que yo sé como enterrar un puto cadáver y que nadie lo encuentre nunca? ¿Crees que sé cómo borrar a un hombre del mapa?

—Hay que ser inteligentes, usar todo lo que sabemos y tenemos a nuestro favor.

—Entonces, gran William James, hazlo. Ponte la capa de héroe y salva a toda nuestra familia una vez más con tu título enorme y honores de la universidad. ¿Cuántos estudios dijiste que tenías? De tanto escucharlos ya se me confunden con los de papá.

—¡¿Quieren por favor callarse los dos?! —exclamé al borde de las lágrimas completamente rota. Mientras ellos planeaban como desnucarse el uno al otro, yo volví a mirar el cadáver, anonadada por lo que acababa de ocurrir. De pronto, como si fuese una iluminación, logré apagar mi angustia y pensé en un plan. —Ya sé qué hacer.

—Brooklyn, no seguiremos tus juegos otra vez. Cuando dijiste que estabas segura la última vez...

—¿Tienes algo mejor, hermano? —me acerqué a él, limpiando el borde de mi nariz con la manga de mi camiseta casi deshecha. —Esto se llama tres en uno, cada idea apunta a otra y así no tendremos problemas. ¡Philippe! —volteó hacia mí, tragando grueso. —Lo haremos desaparecer, pero no ahora. —Pestañeé un par de veces, dejando caer una pequeña lágrima por mis mejillas. Esa sería, definitivamente, la última gota de llanto que caería por mi rostro en un buen rato. Até mi cabello en una cola de caballo y tomé la chaqueta de cuero de Jason para cubrir mi toso casi desnudo por la tela ajada. —Y esta vez lo haremos de verdad, no como antes. William, necesito que prepares un caso de secuestro, violencia entre parejas e intento de homicidio.

—¿Es una broma, verdad? ¡Sería ponernos en la boca del lobo!

—¿Tienes una idea mejor, hermano? —William relamió sus labios, dándose por vencido. Tomé su silencio como una respuesta y proseguí sin que mi cerebro dejara de maquinar ideas— Tenemos pruebas suficientes para hacer un caso y desviar la investigación a un fugitivo en vez de un desaparecido. Josh... Tú también. —asintió, buscando algo con qué tomar la evidencia sin dejar sus huellas. —Necesito que me ayudes a recrear la escena, debemos borrar los rastros de sangre y crear todo de nuevo con mi ADN y el de él ¿Está todo claro?

Todos asintieron, mirándose unos a otro y se pusieron en marcha para comenzar.

—Bien... —volteé a mirar al cadáver por última vez. Su mirada perdida, insípida y sin luz me observaba de una forma escalofriante. «Hasta muerto pareces un idiota» —Gané. —susurré mirándolo con odio y repulsión. Al fin, se había terminado.

Salí de la pequeña casucha para tomar aire por primera vez en una semana. Se sentía tan bien que el viento alborotara mi cabello y lograra llenar todos mis pulmones de una sola calada...

Con mi dedo índice rocé el delgado metal de un pin que Jason me había dado, curiosamente seguía puesto al costado izquierdo de la chaqueta, en el mismo lugar que él la había colocado. Era de un bar, una de las veces que salimos a escondidas.

«Pure» Llevaba grabado el pin con colores fosforescentes. Sonreí al pin y lo junté contra mi pecho, haciendo presión.

Cómo te odiaba, Jason Chambers y no sé en qué minuto pasamos a tener una obsesión el uno por el otro.

OBSESSED [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora