SOMBRA
La lluvia no deja de empapar el impecable traje de la guardia, haciendo que se me erice la piel.
Mar a mi lado levanta el rostro al cielo y deja que el agua moje su rostro, disfrutando la sensación.
Me quejo sobre ello— La lluvia es un asco.
Ella ríe y se pone a danzar como si el ruido de las gotas al chocar contra el suelo fuera música para sus oídos.
— Sombra el día que dejes de quejarte sobre absolutamente todo prometo hacerte un altar.
— Podrías hacerlo ahora, tampoco es que estés haciendo algo útil — la molesto y ella me dedica una mirada seria.
— Estamos en una misión extremadamente aburrida, eso pasa.
— Y él que se queja por todo soy yo– me burlo de ella.
— Ya cállate, que sabes que tengo razón. Nos mandaron al lugar más tranquilo de todo el reino– bufa y hace puchero con los labios– ¡Yo quería pelear!
— ¿No te cansas de pelear conmigo? Crei que conmigo era suficiente – sigo pinchando para que explote y sonrío cuando lo logro.
— ¡Tú eres un grano en el culo!– levanta los brazos exasperante y comienza a caminar en dirección contraria al bosque, hacia el pueblo.
— ¿Qué haces, niña loca?
— Alejandome de ti– dice sin voltearse– ¿No es obvio?
No respondo, tomar un descanso de esa bastarda era un alivio.
Me volví a concentrar en mi trabajo, lo cual no era mucho. Mi rey me había ordenado cuidar este lado del reino por una razón que desconocía y tenía que estar preparado.
La lluvia se hizo más intensa, hasta el punto de no lograr ver casi nada. Ni siquiera a la rubia enojona que seguramente se fue a alguna cafetería del pueblo mientras yo me congelaba con éste frío de mierda.
El ruido habitual de la noche se detuvo y mis bellos se erizaron. Saque mi espada y agudice mis sentidos. Algo hizo que los animales dejaran de moverse y que la misma lluvia sonara peligrosa.
Solo sentía mi corazón, que por alguna razón comenzó a latir más rápido.
Una figura se proyectó frente a mis ojos de repente, como un espejismo. Quede estático hasta que un cuerpo fue lanzado directamente desde el bosque y antes de que chocara contra los árboles lo agarré, soltando mi espada.
Su cuerpo era frágil... me di cuenta de que era una mujer. Su piel demasiado pálida y algo azulada, como si hubiera estado en el frío demasiado tiempo.
No podía ver con claridad su rostro porque el cabello le tapaba el rostro asique sin cuidado lo quité de encima y quedé estupefacto cuando la reconocí.
Inmediatamente la solté, esto podía ser una trampa y cai justo en ella. Pero cuando vi que su cuerpo seguía en el suelo me di cuenta que lo que veía realmente estaba sucediendo.
Ella estaba ahí. La mujer más peligrosa de todos los tiempos estaba tirada en el suelo, inconsciente, con hematomas en los brazos y con la piel casi azulesca por el frío.— ¿Pero qué carajos?– susurré y dude en acercarme. Aún seguia sin descartar la idea de que sea una trampa.
Pero su cuerpo... su fragilidad, una debilidad que no había visto en todas las batallas que habíamos tenido. Y eso que eran demasiados enfrentamientos entre ambos durante décadas. Ninguna, absolutamente ninguna vez la había visto así de... destruida.
No lo pensé más y me acerqué a ella, tomé sus muñecas y las ate, dejándolas inmóviles, le avisé a Mar a través del lazo que la vería en el castillo y antes de esperar su respuesta nos transporte directo a los calabozos.
Tenía a Morana, esto era genial.
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Morana
FantasyMorana, ese es mi nombre. Me conocen por ser la mejor arma del rey Ascian. Se conocen rumores sobre mi que hasta perturban a los magníficos dioses. Yo misma tendría miedo de mi misma si me conociera, si recordara. Y el aparecer en el reino enemigo n...