Capitulo 3

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Luego del entrenamiento y esa charla, la cual no podía sacar de mi cabeza desde la tarde, me encontraba recostada en la habitación que el rey tan "generosamente" me había dado.

Mis brazos dolían ligeramente y mis manos estaban flojas, pero estaba lo suficientemente bien como para querer investigar más.

Si bien lo que dijo Sombra aún me dejaba con un disgusto amargo en la boca, necesitaba poder recordar las cosas por mi misma.
Quería saber todo de mi, sin que alguien tenga que decírmelo para recordar.

Saber si le tuve apego a mi familia, o a los reyes. Saber por qué ya no me quieren en su reino.
Si me criaron ellos ¿Por qué ya no me querrían? Yo... solo quiero saber.

Otro tema que estaba en mi mente pero no me atrevía a mencionarlo eran mis supuestos poderes. No es que no me gustara tenerlos, ni siquiera se cuales son, pero me llena de impotencia la idea de si tengo el poder para hacerme recordar aunque sea algo, no importa su importancia, solo algo. Si tan solo supiera que poderes tengo tal vez me ayudarían a recordar.

Maldita sea la razón por la cual estoy así.

Esto no puede quedar asi, yo no puedo simplemente no saber nada de mi.
Me levanto y voy directo al espejo que hay en la habitación. Me coloco delante y solo me observo.

Mis ojos y cabello negro, mi altura, mi cuerpo en si. Las curvas pronunciadas poco visibles a través del camisón que llevo puesto. Mis manos sorprendentemente suaves. Veo mis dedos y noto que en el anular tengo una pequeña cicatriz, desde la mitad de este hasta casi llegando a la uña. La línea es tan fina que pareciera como si estuviera echa por una aguja.

Mis ojos se van directamente al camisón y me llega a la mente que no he tenido tiempo como para mirarme detalladamente. Miro la puerta y casi bufo cuando noto que no tiene seguro. No es que justo alguien fuera a meterse pero después de lo de anoche ya no estaba tan segura.
Con poca fuerza pongo un mueble de roble contra la puerta, era inútil para retener a alguien pero por lo menos me iba a dar cuenta que quieren entrar.

Procedo a sacarme el camisón, quedándo completamente desnuda ante el espejo. Mi tez blanca es lo primero que observo, luego paso la vista a mis pechos, bajo hasta mi vientre plano, mis caderas son anchas y mi zona se encuentra cubierta ligeramente por vello. Mis piernas son largas, supongo que eso me ha ayudado en el pasado al igual que el resto de mi cuerpo. Me gustaba. Se veía saludable a pesar de lo que pasó conmigo. Si hubiera tenido alguna pelea tendría moretones o aunque sea cortes, pero no. A menos de que, bueno, sanaran con facilidad... a excepción de la cicatriz en mi dedo.

Me doy vuelta y jadeo en sorpresa cuando veo la tinta en mi espalda.
Una serpiente enredada en una flecha que apunta para abajo. Esta justo sobre mi espina dorsal. El tatuaje cubría la mayoría de mi espina dorsal, y sobre este había una frase pero no era un idioma que entendiera, o no en este momento.

Trato de tocarme con los dedos. El tatuaje es horriblemente hermoso.
Y ni siquiera sabía que significaba.

Odiaba no poder saber porqué él tatuaje.
Tal vez me gustaban las serpientes, sería lo más lógico. Simple y sin ningún trasfondo, pero envuelta en esa flecha ¿Por qué? Y la frase era otra cosa que no lograba entender.
Intenté pronunciar lo escrito pero se me hacía complicado ya que el cuello me comenzó a doler.
Frustrada, deje de mirar. Me coloqué el camisón y me quedé allí, viéndome durante un rato hasta que unos suaves golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.

Corrí el mueble y lamenté no tener algo más decente puesto cuando abrí y del otro lado se encontraba Sombra con un aspecto aburrido, con ambos brazos cruzados en su pecho. Su mirada me recorrió de arriba a bajo y sentí que mis mejillas comenzaban a ponerse calientes.

 MoranaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora