4: Sujeto 305.

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Laboratorio; cuatro días antes de la liberación.

POV:

-305, ¿Todo listo? -pregunta mi jefe

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-305, ¿Todo listo? -pregunta mi jefe.

En definitiva hoy ha sido un duro día de trabajo y no me quiero imaginar los días que se aproximan. Me han asignado la tarea de curar a los heridos, pues, los nuevos experimentos han dado varias complicaciones desde que sus cuerpos asimilaron los distintos tipos de ADN que se les ha inyectado. Sigo pensando que mi padre se la jugó un poco con este grupo...

-Sí, señor. El sujeto 320 dejó varias heridas profundas en mis compañeros pero nada que no pueda solucionar con algo de tiempo -dije, feliz por haber concretado mi trabajo.

-Perfecto. Buen trabajo, señorita -me felicitó mientras revisaba su planilla y acomodaba sus lentes para leer mejor-. Ya puede retirarse.

-Yo encantada de ayudar en algo, señor. Siempre que me necesiten estaré dispuesta a ayudar.

Él es el señor Irving, un viejo amigo de mi padre que es actualmente el segundo al mando del proyecto. Lo conozco desde que tengo memoria y ahora trabajo para él aquí en el laboratorio, papá no quería dejarme, pero prometí demostrar que era muy capaz.

Así que aquí estoy, después de rogarle al señor Irving que dejara de tratarme con el cariño de tío que siempre ha tenido hacia mí, pues ahora era una más de sus empleados y no se vería bien una preferencia como esa ante los otros empleados. Sólo que... Mi caso sí es algo especial.

También fui inyectada de un tipo de ADN. Quise intentarlo y... Casi muero, pero nada más. :)

Estoy vivita y coleando.

El jefe dejó de ver su planilla para mirarme a mí, con una sonrisa nostálgica.

-Siempre tan acomedida, Joris -expresó.

Le corregí por haberme llamado por mi nombre, pero... Si tuviera una cola de perro la estaría moviendo ahora mismo. Me despedí del señor Irving y tomé mi camino, rumbo al despacho del jefazo, debía dictarle mi informe de hoy.

Después de tocar dos veces, atravesé las puertas del despacho. 

-Señor Morgan, buenas noches -saludé y cerré las puertas detrás de mí.

Él se encontraba de pie, rígido y observando el exterior por el inmenso ventanal de la habitación. Se giró hacia mí y noté como dió un largo suspiro antes de dirigirme la palabra.

-... 305, bienvenida -saludó al fin.

S le complica bastante el hecho de tratarme con formalidad y llamarme por mi código, pero lo hace a mi petición. Fui muy terca con eso. Reí para mis interiores y procedí a informarle respecto a mi día. Fue algo así como un trato que hicimos: él me dejaría trabajar en el laboratorio y yo le informaría con lujo de detalle cada día, cada suceso, él quería estar informado de todo. Algunas veces al contarle, omito ciertas situaciones que él pueda considerar peligroso. Lo que menos quiero es que me prohíba seguir.

THE COURT OF RACESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora