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Era Abril de 1961, lo supe al ver el periódico después de levantarme de la cama.
"Estados Unidos, tierra de Kennedy"
Era lo que decía en la primera plana, el nuevo presidente de Estados Unidos junto a su esposa Jackie Kennedy, me preguntó quien será ella.
-¡Soy yo!- dije asombrada después de verme al espejo. Soy la primera dama de los Estados Unidos.
Me preparé para salir de la habitación presidencial, estábamos ya viviendo en la Casa Blanca, y bajé al comedor principal, donde ya estaban unos niños esperando.
-Buenos días, mamá- dijeron. -Buenos días, niños- -Mamá, mi papi bajará a desayunar también?- dijo la niña. -Eso no lo sé, no eh visto a tu padre después de que me levanté- -Ayer se quedó hasta tarde en la oficina, probablemente se quedó dormido- dijo el niño. -Que les parece si lo averiguamos?- dije. -¡Siii!-
Nos levantamos de la mesa y los niños me condujeron hasta la oficina presidencial, y ahí estaba, el alma de Aquiles dormido en el cuerpo del presidente.
-¡Papi buenos días!- dijo la niña corriendo hasta él y el niño la seguía. -Buenos días niños- dijo soñoliento. -Buenos días amor- me dijo a mí. -Buenos días querido- -Ya desayunaron?- -No papá, vinimos a buscarte para que nos acompañes- -Claro, a parte ya tengo hambre- dijo entre risa. Bajamos los 4 a desayunar, al parecer él es un padre amoroso y buen esposo. Llevaron a los niños a la escuela, él siguió con su trabajo y yo organizaba una fiesta para el gran salón.
-Buen día señora, llegaron los arreglos florales- dijo un sirviente. -Eso es bueno, quiero recibirlos- dije y fuimos hasta la entrada. -Primera dama, es un honor conocerla en persona- dijo un hombre quitándose la gorra. -Esta bien, pasen-
El gran salón quedaba hermoso con las flores. -Señora, los manteles rojos o dorados?- -Dorados- respondí, me gustaba organizar esto, estaba entusiasmada por la fiesta, pero más porque Aquiles despertara.
-Te has vuelto una mujer muy dorada- dijo John entrando al salón y tomándome de la mano. -Bueno, pues verás, cambio de imagen- dije sonriendo y el rió. -Me alegra que todo esté quedando bien, querida. Quiero escuchar esa orquesta que traerás- dijo. No sabía que vendría una orquesta. -Si, yo también estoy entusiasmada- respondí.

Al llegarse la noche, los invitados llegaban, todos de gala, nos felicitaban por el cargo a la presidencia entre otras cosas, la orquesta comenzó a tocar, y me conmovió, casi quería llorar. La música entraba por mis venas, sentía como el corazón conmovido y tranquilo latía, mi piel erizada por la melodía que por un momento sentí la paz en mi interior, amé la vida y encontré lo positivo a esta maldición que nos acechaba.
Al terminar la orquesta comenzó música más alegre y las personas bailaban, John y yo bailábamos. Podía sentir a Aquiles más cerca por despertar, nos divertíamos bailando, éramos un matrimonio ejemplar.

-Vaya que fiesta, terminé agotado, querida- dijo sentándose conmigo en la cama. -Si, bailamos mucho- dije quitándome las zapatillas. De repente noté que actuaba algo extraño él. -Te sientes mal?- pregunté acercándome. -No te preocupes, estoy bien, sólo me dio un mareo- dijo levantándose y volvió a caer a la cama. Al ayudarlo sentía que su cuerpo estaba caliente. -Quieres que vaya a pedir ayuda?- pregunté angustiada. -No, estoy buen, solo quiero descansar ya, creo que me afectó el baile- dijo riendo. -Esta bien, igual te cuidaré esta noche- -Hoy estás más amorosa que antes. No quiero decir que no lo seas, pero te noté más alegre este día- -Bueno, soy tu esposa- dije y di un pequeño beso en su frente.

Al día siguiente, desperté y él no dejaba de mirarme sonriendo. -Buenos días, mi querida Hera-
Mi corazón se llenó de alegría, y cobrando nueva vida de tal manera he trocado que es mi amado para mí, y yo soy para mi amado. Me besó, sus cálidos labios sobre los míos, sentía más cerca su alma, su cuerpo junto al mío, pero, por cuanto tiempo?

Los días se convertían en semanas, las semanas en meses, sólo tú Aquiles me haces sentir mejor. Solíamos amar la noche invernal, vagar por la nieve sin testigos, ¿volveremos a esos viejos placeres?
Las nubes oscuras se precipitan
ensombreciendo las montañas
igual a las de ya hace muchos años, hasta morir sobre el salvaje horizonte en gigantescos bloques apilados; mientras la luz de la luna se apresura como una sonrisa furtiva nocturna. Hace mucho que existíamos pero la muerte ha robado nuestra compañía, como el amanecer se roba el rocío.
Aún destellan mis sentimientos
pues en él permanecen fijos, ¿puede el amor humano ser tan verdadero?
¿puede la flor morir primero y revivir luego de muchos años? El tiempo, implacable, separa todos los corazones. No quiero volver a perderte.

Era Noviembre de 1963, íbamos en un vuelo directo a Dallas, Texas, y yo llevaba 2 meses de embarazo. -Mucha gente nos espera, querida. Segura que estás bien? Quiero que te cuides por el embarazo- -Claro que estoy bien, y quiero estar bien allá-
El avión aterrizó, y como dijo Aquiles, mucha gente nos esperaba. Respiré hondo y nos bajamos del avión, las personas me daban flores y obsequios. -Gracias, muchas gracias, son muy amables- dije sonriendo y saludándolos. De pronto me comencé a sentir abrumada y algo angustiada. -John, ya fue suficiente- dije con el malestar. -Vámonos- dijo tomándome de la mano. Subimos al auto donde haríamos el recorrido, toda la ciudad de Dallas estaba en el centro, a la orilla de las calles. Aquiles no soltaba mi mano y con la otra saludábamos.
-Cielos, me han considerado el mejor presidente de todos los tiempos- dijo y yo reí. -Amor, lo llevas en la sangre- dije.
-Querida, llegaremos a viejos y uno de los dos faltará, pero, si en esta vida no llegamos a estar juntos, en la otra lo estaremos- dijo y voltee a verlo. -Te amo- Volvió a decir.

Se escuchó dos detonaciones, y el cuerpo de John cayó sobre mi regazo, grité de lo asustada que estaba. Su cabeza sangraba y lo único que pude hacer después, fue abrazarlo. El auto no frenaba hasta que chocó con un árbol, los guardaespaldas corrieron rápidamente hacia mi.

Nuevamente vestía de negro, una vez más fui al funeral de quien fue mi esposo. Estaba sentada al frente del ataúd con los niños. -Mami, papi está dormido?- dijo Caroline y volteé a verla. -Si hija, él estará dormido, pero lo podrás ver en tus sueños- respondí y besé su cabeza. -Mi más sentido pésame, señora- dijo un hombre acercándose -Gracias- respondí. Un hombre al que nunca conocí, estaba rodeada de personas que no conozco, pero una cosa si sabía, estaba con Aquiles, y con solo estar con él era más que suficiente.

El bebé que esperaba de Aquiles lo perdí, sabía que sería niña, y esa otra parte de mi se destrozó. Al año me volví a casar, fue un matrimonio arreglado, y como todo matrimonio así, es un suplicio. Él no miraba a los niños, y a mi me hablaba mal.
-No te pido que ames, sólo que me respetes- dije, discutíamos en la cocina. -Por qué he de hacerlo? No te amo, yo no estaba tan convencido de este matrimonio, pero sabía que me convienes- -Por qué?- -Por haber sido la primera dama- dijo. -Si supieras cuánto te odio- -Bien, eso no es novedad- -Ya no te soporto, estoy cansada de este matrimonio- -Pues que crees? Yo ya llevo tiempo diciéndolo- dijo agarrando un vaso con agua. -Llamaré a mis abogados para comenzar el trámite del divorcio, Aristóteles. Y escucha, no importa que esté yo contigo, nunca seré tu primera dama, y tu nunca serás como Kennedy- dije caminando hacia la salida de la cocina. -A dónde vas Hera?- dijo, en cuanto escuché mi nombre me detuve y volteé a verlo. -Yo te dije que lo verás morir una y otra vez- dijo sonriendo, y le lancé un plato.
-¡Maldito seas Zeus!- dije enfurecida. -Te odio- volví a decir. -No me importa, debiste haber pensado en eso primero antes de serme infiel- -Infiel? Tú fuiste quien lo hizo primero, y no sólo una vez, fueron muchas- -Pero yo te amo- -No es verdad, te amas solamente a ti mismo, y siempre ha sido así- dije. -No tienes opción Hera, estamos casados por contrato- -Eso no me interesa, hallaré el modo en que salga de este martirio con Aquiles, y tú y tu estúpida maldición se acabarán- -Mientras, seguiré gozando de todo esto- dijo acariciando mi mejilla. -Eso ya lo veremos- dije más enfurecida.

HERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora