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Al finalizar las clases, llegué a la casa para prepararme para la cita que tendría con Aquiles, Demeter y Hestia estaban conmigo en mi habitación. Ellas parecían algo desorientadas por la noticia que les di.
-Entonces regresaremos al Olimpo- dijo Hestia algo disgustada.
-Y Zeus seguirá siendo el soberano?- -Se podrá pelear el puesto?- -Hera, podrías volver a tener tu lugar- dijo Demeter. -No estoy segura de eso, cualquiera podría hacerlo, está abierta la vacante- -O tenemos que volver a pelear con nuestro padre?- Cuestionó Hestia. -No lo creo, no hay ningún gigante o criatura mística ahora en el mundo- respondió Demeter.

-Bueno, eso lo podremos averiguar mañana- dijo Hestia.

La tarde era hermosa, podía sentirse el sereno de la noche aproximándose, disfrutábamos de la cena entre pláticas y risas, mi ojos deleitaban tranquilidad al estar en su dulce compañía.
Días y noches te he buscado, sin encontrar el sitio en donde cantas.
Te he buscado por el tiempo arriba y por el río abajo, te has perdido entre mis lágrimas, sólo tú salvas el llanto
Y de mendigo entre el sol del medio día, mientras te hago rey coronado por mi mano.
Al terminar la cena sólo jugábamos con el postre, me gustaría congelar el tiempo y que siempre estuviéramos así, disfrutando la juventud y el amor, la pasión entre dos jóvenes sin preocupaciones ni prejuicios.

-Hera, te amo a ti con locura. A veces tengo ganas de ser tonto para gritar: ¡Que te quiero tanto! A veces tengo ganas de ser niño para llorar acurrucado en tu seno. A veces tengo ganas de estar muerto para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos, que me crece una flor rompiéndome el pecho, una flor, y decir: Esta flor, es para ti-
-Aquiles...- dije sonrojandome. -Sólo quiero decirte, que aceptes ser mi compañera, mi confidente, mi mejor amiga, mi maestra y mi amante, pero sobre todo, mi futura esposa- dijo colocando en mi dedo un anillo.

Qué dices? Serías mi esposa?-

Te quiero... y me mueves el tiempo de mi vida sin horas. Te quiero en los arroyos pálidos que viajan en la noche,
y no termina nunca de conducir estrellas al mar. Te quiero en aquella mañana desprendida del vuelo de los siglos que huyó su nave blanca hasta el agua sin ondas donde nadaban tristes, tu voz y mi canción. Te quiero en el dolor sin llanto que tanta noche ha recogido el sueño en el cielo invertido en mis pupilas para mirarte cósmico, en la voz socavada de mi ruido de siglos derrumbándose.

Te quiero, gritó de noche blanca en el insomnio reflexivo de donde ha vuelto en pájaros mi espíritu. Te quiero...

Mi amor se escapa leve de expresiones y rutas, y va rompiendo sombras y alcanzando tu imagen desde el punto inocente donde soy yerba y trino.
Te quiero Aquiles, y quiero ser tu esposa.

-Acepto- dije cubriendo mi sonrisa penosa con mis manos, para después, Aquiles besarme.

No sabes como necesito tu voz; necesito tus miradas aquellas palabras que siempre me llenaban, necesito tu paz interior; necesito la luz de tus labios.
He encontrado mi lugar a lado de ti.

Salimos del restaurante, caminábamos bajo la luz de las estrellas, con nuestras manos enlazadas. Su saco sobre mis hombros y mi cabeza recargada en su hombro derecho.
-No dejemos que esta noche termine, que quisieras hacer ahora?- me preguntó. -Yo?- Y pensé en un lugar, algo que siempre quise hacer.

Salté al agua de la alberca en un hotel, donde debajo de ella, Aquiles me tomó entre sus brazos.
Nadamos hasta salir y nos divertíamos.

-Hera, cómo si cada beso fuera de despedida, besémonos, amando-
Nos besamos, sabía con exactitud que este fue un gran día; sí fuera Demeter, haría florecer las plantas con sólo sentir la mano de Aquiles, sí fuera Afrodita, soplaría sobre todos el amor y la pasión, sí fuera mi hermana Hestia, estallaría sobre todos la llama de la tranquilidad y la paz.
Con gusto bendeciré los matrimonios que se formarán, y sobre todo, el mío que se aproxima.

Al llegar a casa, entramos los dos, quería presentárselo a mis hermanas, y la buena nueva, pero la sala principal estaba llena, de dioses.
-Hera, todos quieren saber qué hacen aquí- dijo Demeter. -Él es Aquiles?- pregunto Hestia emocionada y acercándose a él. -Si, y nos vamos a casar- respondí, el resto se sorprendió y comenzaban a murmurar.
-Qué será de Zeus?- -Lo sabía, el mal se aproxima- -Qué nos está sucediendo?- -Aún faltamos más-
-Tranquilos- dije.

Realizamos una lista de quienes estaban presente... sólo estábamos unos cuentos.
Eros, Afrodita, Poseidón, Hermes, Hefesto, Apolo, Atenea, Artemisa, Perséfone y Hebe.
-Qué sucederá después, madre?- preguntó Hebe. -... Debemos regresar al Olimpo, estamos regresando del más allá, y en poco tiempo estaremos arriba nuevamente. Sí alguno de ustedes se comporta diferente a los humanos, si comienza tener su poder, escondanlo, ya no estamos en el tiempo de antes, ahora, todo esto los asustaría a ellos. Nuestro momento se aproxima, y debemos ser precavidos- dije.

Hades tenía razón, debo sacrificar algo.

HERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora