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Llegamos a casa, Ares llevaba su brazo derecho enyesado, mientras Hebe y Hestia dibujaban en el yeso.
Al anochecer me reuní con Aquiles, estábamos en el balcón de su casa, ya que queríamos "privacidad" dado que en mi casa, están algunos dioses.
-Me alegra que no te haya pasado nada, y que Ares se encuentre bien. No debí haberme ido esa noche-   -No digas eso, todo está bien-
-Hera, entonces si tú mueres o incluso yo, pasaríamos a otra vida?-    -Así es-     -Y qué es lo que sucede en nuestro último momento?-    -Pues, tú siempre me dices: Querida, si en esta vida no pudimos estar juntos en... la otra lo estaremos...- dije y comencé a recordar algo.
-Pero la última vez, no sólo me dijiste eso, sino que, también no entendía lo que tratabas de decir-    -Bueno, eso no lo puedo recordar- respondió.     -Y trato de decifrarlo-     -... Mi reyna, creo que ya sé lo que quise decir- dijo y me tomó de las manos.     -Si he reencarnado cinco veces cómo tú dices, y en la última yo te dije aquello, supongo que, es porque ya me pesa el castigo de Zeus. Lo que trato de decir, es que sí en esta vida que vivimos, no podemos estar juntos y envejecer juntos, lo podremos estar en la otra, cuando finalmente descansemos en paz-

-Aquiles...- dije.     -Sólo así podremos estar bien, pero,como podría quitarme un castigo divino?-    -Lo solucionaremos- dije y me besó, me besó tan apasionadamente que era muy difícil separarnos. Sus labios sabor a café por haberlo bebido, eran adictivos, así como su mano deslizando por mi brazo.

Entramos a la habitación y él cerró únicamente las cortinas.
Entre pláticas y café vislumbro la fina línea existente entre ambos. Tú maravillosa seducción recorre mis ganas de devorarte y siento cómo, con delicadeza, mi mirada se afila hasta culminar en deseo. Nos desnudamos frente al espejo entre caricias de entrecejo y dejamos el forcejeo para después, y en el reflejo de nuestros cuerpos derritiéndose de amor, disfruto cada segundo  de ti. Nos hundimos entre las sabanas de unos buenos besos, eres mío y yo, soy tuya.

Nos desnudamos tanto hasta perder el sexo debajo de la cama, nos desnudamos tanto que las moscas juraban que habíamos muerto. Te desnudé por dentro, te desquicié tan hondo que se extravió mi orgasmo. Nos desnudamos tanto que olíamos a quemado, que cien veces la lava volvió para escondernos. Tus manos son mi caricia, mis acordes cotidianos, te quiero porque tus manos trabajan por la justicia. Tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada te quiero por tu mirada que siembra futuro, si te quiero es porque eres mi amor, mi cómplice y en la calle codo a codo, somos mucho más que dos.

-Te amo- susurró a mi oído mientras yo estaba en el punto del orgasmo, y al finalizar...
-Yo también te amo- dije mirándolo a los ojos.

Hera...
Pronto regresarán.
Zeus está reconstruyendo el Olimpo...
Y cuando encuentre a una diosa de fertilidad, lo habrá terminado.
-Una diosa de fertilidad?-
Ella se encuentra tan cerca de ti.
Deben regresar al Olimpo...
-Y sí no regresamos? Muchos no quieren volver-
Se convertirán en polvo...
Deben regresar y acabar con él...
Y tú maldición habrá terminado.
Zeus los trajo del más allá...
-Por qué lo hizo?
Quiere gobernar sobre ustedes y los humanos.

Desperté, eran las cuatro de la mañana,  esta vez, quien me visitó era Morfeo. Estaba desnuda bajo las sábanas, y a lado mío se encontraba Aquiles dormido, eso me tranquilizó, así que volví a recostarme, pero había algo que no me dejaba dormir. Quién es la diosa de fertilidad? Está tan cercas de mi que no la he notado, pero, si regreso al Olimpo, tendré que dejar a Aquiles.

HERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora