Capítulo 1: Una llamada

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Desperté tarde como pocas veces me sucedía, al menos en el año no ocurría a menudo. No es que me sintiera el señor perfecto pero simplemente me gustaban las cosas bien hechas y en mi trabajo lo dejaba en claro en cada jornada, pero una vez que entraban los aires de navidad mi reloj parecía perder interés en sonar temprano y acababa llegando tarde al hotel.

Actualmente trabajaba en el hotel shilla stay Mapo, un lujo hotel ubicado en pleno centro de la ciudad de Seúl, en Corea.

No era una persona nacida en Corea, ni mucho menos mis padres eran de este país. Había llegado aquí una vez me gradué como licenciado en administración hotelera en los Estados Unidos, hace más de cuatro años —mi memoria me traicionó al recordar esa época y tuve que hacer un viaje a los recuerdos que rodearon mi llegada a este país—. Fue un cambio difícil ya que mi decisión me llevó a un país dónde todo era completamente distinto a lo que conocía: tuve que aprender nuevas tradiciones; nuevos parámetros de comportamiento en sociedad  y reglas básicas de etiqueta; así como un idioma que solo tuve la oportunidad de escuchar una vez por medio de un turista en mi país.

Mi travesía continental fue completamente extraña, recibí mi diploma dando las gracias al decano de la universidad con una gran sonrisa, pero una vez le di la espalda seguí hasta la salida con mi pasaporte y apenas un poco de dinero en mi cuenta bancaria como para sobrevivir unos dos meses. Al principio todo ese presupuesto de dos meses se redujo a lo suficiente para un único mes, después de descontar lo necesario para el alquiler de un pequeño departamento con lo necesario: un pequeño baño, una habitación individual muy pequeña; así como una cocina donde apenas podía moverme yo solo. Conseguir trabajo en mi campo de especialidad fue difícil, lo más cercano fue trabajar en la lavandería de un hotel donde apenas ganaba lo suficiente para sobrevivir y pagar mi alquiler, no conocía a nadie y mi coreano no pasaba de saber cómo pronunciar; "buenos días", "hola", "buenas noches" y "por favor". Durante un año me ayude con mi buen manejo del inglés y el español en algunos lugares donde coincidía con hispanos que habían emigrado de México, Argentina o Venezuela y fueron ellos quiénes me ayudaron a mejorar mi pronunciación, fue que gracias a ellos que fui subiendo de rango en mi trabajo, no era nada fácil, aún así no era un idiota que se quedaba en la zona de confort solo porque desconfía de sus propias capacidades.

¿Por qué vine aquí? El día de mi graduación mis padres decidieron que nos mudariamos a Kentucky, papá deseaba volver a sus raíces y mi madre estaba feliz de regresar al lugar que la vio nacer, por mi parte decidí quedarme en mi cuidad actual donde me dediqué a vivir con ellos durante 12 años, no me apetecía regresar a Kentucky sacrificando la vida que ya tenía, a mis amigos y  prometida con la que deseaba casarme una vez tuviese un empleo estable y pudiera mantener un hogar al menos para dos, sin embargo la vida da muchas vueltas y la mañana que debía estar recibiendo mi titularidad siendo condecorado como uno de los mejores estudiantes de mi generación, la mujer que amaba moría en un accidente de tránsito mientras huía con mi mejor amigo a un aventura al paraíso que ofrecía Orlando, aunque al final acabaron en un paraíso diferente.

La noticia me cayó como si miles de agujas fuesen clavadas en mi cuerpo y no suficiente con eso me sumergieron en agua helada del Ártico, suena un tanto dramático pero así lo sentía en ese instante. A pesar de los ruegos de sus padres por ir con ellos a la morgue, me negué y decidí ir a mi graduación al menos allí había algo que si era para mí, mientras escuchaba los discursos sostenía entre mis manos el pasaporte sin un destino fijo, pues fue en el aeropuerto que decidí cruzar casi medio mundo para iniciar una nueva vida dejando atrás a mis propios padres.

Ahora estaba aquí, en una oficina en el último piso del edificio mirando hacia la calle mientras el sonido suave de las olas del mar en mi reproductor me relajaban. Hace más o menos dos años fui nombrado gerente ejecutivo del hotel y todo mi pasado había quedado sepultado, al menos hasta que llegaba la navidad y los recuerdos de mi antigua vida caían sobre mi como los copos de nieve que en este instante se adherían al cristal de mi ventana.

Dulce aroma ❄️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora