Esta mañana era aún más fría que muchas otras, no quería salir de la cama aún. Afuera me esperaban miles de cajas con adornos y un típico árbol navideño para ser armado y decorado, mi nuevo hogar era un departamento con dos habitaciones, la principal era la más grande donde tenía todo lo que necesitaba: una máquina para trotar frente a mi ventana que me dejaba ver toda la calle y la avenida ser transitada por miles de autos, me gustaba vivir en la ciudad rodeado de diferentes lugares que podía visitar cuando quisiera sin tener que ir muy lejos, aparte de eso tenía mi Smart TV de 42 pulgadas frente a mi cama podía disfrutar ver lo que quisiera cuando tuviese el tiempo de poder hacerlo sin ser molestado por nadie, dos mesas de noche color negro estaban ubicadas a los lados de mi cama, un baño privado y un clóset con todas mis pertenencias. La segunda habitación era más pequeña en comparación a la principal, un baño y un clóset además de la cama que había tenido que comprar el día de ayer al saber que tendría visitas gracias a mi querido amigo.
No pude evitar reírme al recordar cómo haciendo compras navideñas fue comparado con un asesor homosexual —ese recuerdo vino a mi mente una vez más provocándome un nuevo ataque de risa—, habíamos salido de la quinta tienda sin nada en las manos, Hyun-Shik protestaba por no encontrar adornos que me recordarán al espíritu de la navidad, había discutido conmigo y su hermana menor por haber escogido unas estrellas plateadas con el diseño de copos de nieves grabados, según él aquellos adornos eran simples y no desprendían un sentimiento mágico, fue en ese momento que un chico se acercó entregándole un pequeño papel con su número de teléfono pidiéndole una cita, siempre le dije que su forma de ser tan...tan despreocupada e inusual daría para malos entendidos y al final tuve razón.
Al final del día acabamos comprando un árbol verde de un metro que gracias al cielo pudimos traer en el ascensor, nada más de imaginar cargar aquella cosa en escaleras me daba escalofríos, las cajas y bolsas con adornos y guirnaldas blancas estaban esparcidas por mi salón. Supuestamente debía salir en media hora para comprar los regalos que estarían abajo del árbol hasta la noche de navidad, me sentía como esos padres cuando ven la lista de obsequios de sus hijos y no saben si comprar la muñeca Barbie y dejar pasar lo demás, en mi caso no sabía ni que comprar.
Me mire al espejo, tenía unas pequeñas ojeras por el cansancio de la última semana que le daban a mis ojos azules un semblante sombrío, sacudí mi cabello castaño dándome cuenta que me faltaba un pequeño corte, un corte que quizás haría para año nuevo. Termine por dejar mi cepillo dental en su lugar antes de ir a la ducha, tenía el tiempo contado para salir o hacer que vinieran a sacarme arrastrando de la calidez de mi hogar.
—Regalos...nunca compré regalos de navidad—Mire el diseño de olas grises en la cerámica de la ducha mientras el agua seguía cayendo sobre mi cabeza. Necesitaba pensar en algo, recordaba que mi madre gustaba de los dulces y papá de coleccionar aviones miniaturas, pero a estas alturas no sabía si su colección antigua estaba completa.
Bendita suerte la mía.
Con aquel pensamiento golpeó levemente mi frente con la pared, cierro mis ojos disfrutando del silencio y el sonido del agua caer era el toque de relación para mi, pero no todo es color rosa en mi vida y un fuerte estruendo en la puerta principal seguido de un grito me saco de mi burbuja de paz.
—¡Abre la puerta!—el frasco del shampoo acabo contra el suelo derramándose por completo, no tenía ganas de ir abrir pero el toque incesante no me hizo capaz de ignorarlo—.
El susto que me había causado de un momento a otro provocó que mi pobre corazón palpitara tan fuerte que tenía la sensación de que saldría de mi pecho. Cerré el agua de la ducha y fui por mi bata de baño para cubrirme e ir abrirle, pensé que tendría el tiempo suficiente para relajarme antes de volver al sin fin de actividades que él y su pequeña hermana de 15 años tenían preparadas. El sonido constante del timbre comenzaba a provocarme un tic nervioso en mi ceja derecha. Abrí la puerta sin preguntar de quién se trataba, después de aquel grito no era necesario, lo conocía perfectamente.
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Dulce aroma ❄️
Cerita PendekLlegaba la navidad y veía en todos sus amigos la ilusión de ir a las tiendas por nuevas decoraciones, elegir que pintura usarán ese año para decorar la sala y alejar el aura del año anterior, las peleas continuas por el tipo de aperitivos que darían...