Capítulo 7: Chocolate

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La vida no es como si fuera una caricatura donde todo va tal cual el personaje principal quiere que sea, no. Normalmente hay días buenos y otros malos, momentos en donde no sabemos que esperar del nuevo mañana y de esa forma vivimos esperando las sorpresas de un nuevo día, hoy era uno de esos días donde no sabes que esperar, simplemente te levantas pensando en lo que harás para desayunar y te encuentras con tu madre preparando huevos, cereal y café, por otro lado esta tu padre revisando sus correos electrónicos buscando alguna noticia de su negocio por parte de su ayudante de confianza, mientras tú, te encuentras sin saber que hacer porque ya no posees un empleo estable y nuevamente vuelves a cero sintiéndote un maldito fracasado que debe salir una vez más en busca de una buena propuesta laboral y pasar la entrevista compitiendo con otros aspirantes.

Si, así estaba yo, sin saber que hacer en un día donde debía acompañar a mi madre para hacer las compras de navidad, estábamos a cuatro días de navidad y yo no podía creer que por una vez, después de mucho tiempo celebraría con mi familia. Mi celular sonaba una y otra vez, la alerta me mostraba los mensajes de mi mejor amigo pidiéndome ir con él a un bar karaoke para pasar un buen rato como en los viejos tiempos, el problema de ir con él era que no pasaban de las 8:30 de la mañana y posiblemente mi estado de ánimo me dejaría borracho una vez pasara las dos primeras botellas.

-¡Chris!-el grito de mi madre me saco de mis pensamientos, me di cuenta que había derramado el café encima de la mesa al llenar de más la taza-: ¿Qué sucede?

No pude evitar suspirar, tome varias servilletas para limpiar el líquido antes de que caiga al suelo. Mi padre tenía la vista fija en mi.

-Estoy como al principio, sin empleo y posiblemente no consiga uno nuevo hasta dentro de algunos meses-bebí mi café arrepintiendome por no colocarle azúcar antes-. Mamá, que te parece parece si vas con papá o pides todo a domicilio, no me apetece ir de compras.

Mis padres se miraron de reojo y antes de poder negarse mi teléfono volvió a sonar indicando que mi amigo no me dejaría en paz. Mire el mensaje en pantalla queriendo mandarlo al diablo: estoy en la cafetería, pedí tu favorito así que ven.

-Ve-el tono de voz de mi padre sonó más a una orden que otra cosa y no pude evitar asentir sin intención de negarme ante su orden-: En estos momentos necesitas despejar la mente y saber que hacer, estar aquí no te ayudará.

-Tú padre y yo podemos arreglarnos con el desafío que representa ir de compras en Corea-mamá me enseñó su móvil sin dejar de sonreírme-: Tengo mi celular; un GPS y el traductor.

-Gracias, sin necesitan algo no duden en llamarme.

Mi madre rompió a reírse al verme salir tan rápido y no es que deseará ver Hyun, solo quería huir de mi deber como hijo durante la navidad. Me sorprendió el no ver a nadie en el pasillo ni frente al ascensor esperando para bajar, posiblemente significaba que yo había despertado tarde por primera vez en mucho tiempo -el don del desempleado-. Rei de mi propio pensamiento.

El ascensor se abrió y casi tropiezo con la pobre mujer embarazada que venía de salida con varias bolsas en sus manos y no tuve que ser adivinó para darme cuenta que apenas podía con todos los paquetes -el esposo ni sus luces-, ese fue mi único pensamiento al verla lidiar sola con todo, mire el reloj y decidí que Hyun podía esperar un poco más por mí.

-¿Necesita ayuda?-sus ojos color azabache me miraron fijamente con algo de descondianza, su mirada me recorría de arriba hacia abajo sin pudor-: ¿Señora?-suspire un poco cansado, supuse el porque de su desconfianza-: vivo en el B34 desde hace unos años, quizás no me ha visto pero solía trabajar desde que salía el sol hasta la noche, no soy un asesino serial.

Dulce aroma ❄️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora