Capítulo 9: ¿Eres feliz?

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Mire nuevamente mi traje negro sobre la cama, mi madre tenía la intención de verme vestido como si fuese un maniquí de alguna tienda en Nueva York, —no debería extrañarme—, y es que mi madre desde que era un niño decía que en las celebraciones navideñas debía verme como el príncipe encantado que bailo con la chica del cascanueces y aún seguía complaciendo su petición para no hacerla sentir mal, pero por una vez deje de lado aquella corbata negra y el saco, si usaría la camisa gris  ceniza que eligió para mí pero no lo demás, no pensaba verme como si fuese a un funeral en medio de la navidad, después de todo era mi casa y ya bastante había cambiado de mi rutina desde su llegada. Observe el reloj, las 6:30 de la tarde, di un suspiro decidiendo por fin terminar de arreglarme, de no hacerlo a tiempo y llegar algún invitado me vendrían a sacar de mi habitación entre gritos.

Podía oír la típica música decembrina desde la sala, no puedo evitar sonreír ligeramente dándome cuenta que parecía haber regresado al pasado. La puerta de mi habitación fue abierta ligeramente, mi padre se asomó mirándome frente al espejo arreglando el cuello de mi camisa.

—Vaya seguramente tú madre te dirá algo—me encogí de hombros ligeramente—: ¿Compraste un regalo para tu cita?

—¿Mmm?—señale la pequeña caja de terciopelo azul sobre la cama—: no es mucho, lo compre una vez acepto salir conmigo.

—Te ves distinto—no dije nada al respecto sobre eso, realmente me sentía distinto—: Creo que tu madre y yo volveremos después de año nuevo, ¿Vendrás visitarnos?

—Deberías vender todo y venir conmigo—mi propuesta salió tan natural que lo tomo por sorpresa—: no pienso volver, pero me haría feliz ustedes vengan comigo. Mi trabajo por ahora no es la gran cosa pero me dará lo suficiente para vivir mientras consigo algo mejor, es mi momento de cuidar de ustedes.

—Dime algo hijo, ¿Eres feliz?

No supe responder aquella pregunta, antes de que él pudiese hacerme alguna otra pregunta mi madre entro buscándonos por lo que decidí terminar de arreglarme para salir. Me alegraba ver a mi madre sonreír del brazo de mi padre, hacía tanto que no la veía de aquella forma que me sentí un idiota al haber perdido durante tantos años estos momentos en familia. Las risas de mi mejor amigo y su hermana desvío mi atención a ellos, ambos sentados en el sillón de la sala mirando los suéter navideños que mamá había comprado para todos nosotros, el famoso suéter feo había regresado a mi vida. Tome uno de ellos que según mi madre era perfecto para mi, al ver el personaje entendí el porque, desde que era niño viví rodeado con la creciente popularidad de Pokémon aunque a mí no me gustaba mucho que se diga dicho anime, pero a ella se le había ocurrido comprarme un suéter con un reno disfrazado de aquella rata amarilla que a muchos les gustaba, termine por sonreírle tratando de no herir sus sentimientos, pero eso no quitaría que lo acabaría lanzando a lo más oscuro de mi clóset.

—¡Es perfecto para mí!—la exclamación de emoción de Eun–Yeong me desconcertó, más por verla tomarle fotos a su suerte, donde un Santa Claus vestido de regalo era el centro de atención—: me encanta, aunque realmente pueden ser un poco peculiares.

—A ti te gustan las cosas extrañas—la queja de Hyun–Shik nos hizo reír, el parecía concentrado en familiarizarse con el reno abrazando la bandera de su país—: no es que me queje, pero es muy extraña su tradición.

—El peor suéter se gana un premio—le informo papá enseñándole un pequeño regalo abajo del árbol.

Decidí escaparme de sus risas al oír el sonido del timbre, al abrir me encontré de frente con la señora Park sosteniendo un pequeño pastel de fresas.

—No debió molestarse—ella me miro con sus grandes ojos azabaches que parecían querer ver através de mi alma y realmente no me incomodaba su mirada, tome el pastel dándole permiso a entrar.

Dulce aroma ❄️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora