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Amaneció desbordando saliva y con una gran dolor de cabeza, estaba claro que la noche anterior había bebido hasta caer.

Ni siquiera recordaba como había llegado hasta su habitación o como siquiera pudo llegar sana.

Busco vagamente entre las almohadas su teléfono, y sus ojos casi se salen de sus cuencas cuando noto la hora.

19:30 p.m

Ya era tarde, muy tarde... se lo había pasado su segundo día durmiendo...

Se levantó y mientras se quitaba los pelos de la cara, intento recordar que había pasado.

—¿Qué?— en su brazo estaba escrito un número, y lo recordó, sabia de quién era— Duncan.

Camino hasta el baño y se ducho, no sin antes anotar el teléfono. Ayer se divirtió y ahora lo consideraba un amigo, talvez más tarde lo llamaría y lo invitaría a su tercer día de festival.

—Agh— se quejo tocando su frente, aún le dolía la cabeza— No soportes el dolor, Courtney— se reto— mejor ponte un abrigo y ve al supermercado por medicina.

Lo último que quería era tener fiebre.

Se hizo caso a si misma, busco por la zona el súper que vió cuando llegó a esa ciudad y cuando lo encontró camino hasta la sección farmacia.

Jamás pensó encontrarlo de nuevo, bueno no encontrarlo casualmente.

—¿Courtney?— saludo acercándose, estaba algo nervioso— ¿Cómo estás?.

—Bien— mintió— ¿Y tú?.

—Mi maldita cabeza parece que va a explotar, anoche fue una locura.

Ella sonrió, tomo una caja de pastillas y camino, siendo seguida, hasta el lugar de las botellas de agua.

Se lo tomaría todo en ese lugar, no quería sufrir un desmayo en medio del camino...

—¿Que haces?— preguntó el chico nervioso, viendo cómo ella consumía sin haber pagado— ¿Acaso robas?.

Courtney casi se atraganta— Cof...Cof... ¡Claro que no!.

El se mordió el labio y escondió su risa, no esperaba esa reacción.

—Descuida, ayúdame a recordar algunas cosas de ayer mientras también me acompañas a buscar algunas cosas— ofreció,  agarro un carrito que se encontraba cerca y la miro con una sonrisa divertida— Súbete, será divertido.

—Eres tan infantil, no.

Los carritos eran para productos, no para personas.

—Sabia tu respuesta, pero no perdía nada con intentarlo— elevó sus hombros quitándole importancia.

No... Talvez si sea divertido...

Internamente se debatía, ella estaba ahí para intentar nuevas cosas, así que...

—Ayudame a subir y luego a bajar— le ordenó.

Solo sería un ratito.

Ambos charlaban mientras avanzaban por los pasillos y la castaña olvidó que ese ratito se transformó en todo un paseo.

Cuando estaban acercándose a la caja para pagar, Duncan hizo algo que ella jamás pensó que haría.

Robó la tienda, robo un carrito y ¡la robó a ella!.

Corría mientras la empujaba en dirección contraria a su alojamiento, la adrenalina más las risas de su amigo rápidamente se le contagiaron.

¡Eso era nuevo!.

—¡Estás loco!.— y río contra el viento.

Se detuvieron cuando ya no escucharon los gritos del guardia y cuando se encontraban seguros en un callejón.

Las risas se apagaron lentamente.

—Ten— y le lanzó una de las cosas que robó, unas papas— ¿Te gustó?— pregunto refiriéndose a su paseo.

—¡Esto es tan nuevo!— confesó emocionada, empezando a comer— Jamás lo hubiera hecho sola.

La adrenalina aún seguía en sus venas quería hacer más, quería seguir divirtiendose.

Incluso olvidó su dolor de cabeza, y  olvidó que Duncan aún apenas era un extraño.

—Lo se, ¿oye quieres ir a una fiesta?.

Y esa noche termino probando dos cosas nuevas, una era robar y la otra era drogas.
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Sweet-Danielle

Locura | Ducney |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora