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—Así no— retó mientras le quitaba el cuchillo y ella misma cortaba las cebollas.
—Esta bien, relájate, doña perfecta— y se alejo enojado a pelar los tomates hervidos.
Estaban cocinando pizza y Courtney no hacía más que hacer todo, no porque no quiera ayudarla, sino porque el lo hacía "todo mal".
Solo es comida, maldición...
Termino con los tomates así que prosiguió a rayarlos.
—Duncan.
¿Y ahora que estába haciendo mal?.
Se volteo a verla y ella le sonrió.— Eres un gran amigo.
Eso lo sorprendió.
—¿Gracias?— y sin darse cuenta se cortó con el rayadaor— ¡Auch!.
—¿Qué paso?.
—Nada grave— y camino hasta el lavabo, por andar de distraído ahora perdía sangre.
Distraído con Courtney...
—Bien, ahora esto va aqui— murmuraba la chica mientras encendía el fuego, y tiraba una gota de aceite en la olla.
De nuevo estaban callados, lo único que se escuchaba era el sonido de las verduras fritandose y de ella tarareando una canción.
¡Mierda!.
Otra vez se encontraba posando su mirada en la esbelta figura de su amiga, Dios... Courtney era sexy.
La salsa estaba hecha y la masa esparcida por la mesa, habían decidido comprar el pan ya preparado para no tardar tanto.
Conversaban amenamente mientras servía y cortaba el queso, solo faltaba ponerlo en el horno y esperar.Cuando la pizza estaba hecha, almorzaron viendo una película y durmieron una pequeña siesta al finalizar.
Al despertar recalentaron un poco la comida y está vez la comieron compartiendo dos copas de vino.
No había ocasión especial, solo se disfrutaba el momento.
—Courtney, eres tan fina y delicada como una rosa— alago mientras acariciaba lentamente la mejilla femenina.
La nombrada se sonrojo y sonrió coqueta.
Ambos ya estaban bajo el efecto del alcohol.
—Tu eres tan sexy como un surfista, hip— la distancia entre ellos empezo a acortarse.
Un beso, dos y luego tres. Sus brazos le envolvían el cuello y sus labios devoraban su boca.
Manos debajo de la ropa, suaves caricias, se estaban consumiendo en deseo...
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Sweet-Danielle