En cierto día de un lejano invierno, se encontraba con la cabeza agachada un pelinegro de rasgos e identidad japonesa, sin siquiera tener la fuerza de mirar al frente, y no solamente por lo débil que se encontraba físicamente debido al disparo que recibió unos días atrás, sino porque sabía que si volteaba su corazón dolería por la ausencia de esa persona.
"No va a venir..."— es el pensamiento que pasaba una y otra vez por su cabeza, pero una pequeña parte dentro de él quería creer que no era verdad, que él iba a llegar. Aquella luz dentro de su ser, aquella llama de esperanza, seguía sin extinguirse.
Con lentitud, la cabeza del asiático comenzó a alzarse. Ahí fue cuando vio a todos los muchachos haciendo señales con sus manos a modo de despedida. Una sonrisa melancólica invadió su rostro y se despide de igual manera.
Su corazón se apretó dentro de su pecho. No, no estaba ahí.
Un suspiro de pesadez abandonó sus labios y volvió a sentir ese horrible cansancio, haciendo que se hundiera más en su incómoda silla de ruedas.
"¿Por qué no vino a verme? Pensé que todo había quedado arreglado. Y si... ¿Y si él no leyó mi carta?"— pensó Eiji entrelazando sus dedos de sus manos con impaciencia y nervios. Algo no iba bien, lo podía sentir...
"𝐸𝑖𝑗𝑖..."
Un jadeo salió de los labios del de ojos castaños y rápidamente alzó su cabeza con brusquedad. Esa fue su voz, estaba completamente seguro y sin la necesidad de volver a escucharlo para saberlo. Su cuerpo se puso rígido e intentó levantarse de su silla, pero sus piernas flaquearon, dejándolo caer nuevamente en la misma posición. El adulto detrás de la silla se dio cuenta de ello y rápidamente se aproximó a él para auxiliarlo.
—Ei-chan, ¿ocurre algo? ¿Te encuentras bien?— le preguntó Ibe-san en japonés, con el ceño fruncido en preocupación.
La boca del menor se abrió con desesperación, estando a punto de gritarle que lo llevara inmediatamente a donde sea que se encontrara Ash, pero sus pensamientos con sentido común lo detuvieron de semejante idiotez; entonces se tranquilizó para nuevamente cerrar la boca y negar suavemente dándole una sonrisa al adulto.
—No, yo... Me pareció escuchar algo, pero no es nada. Estoy listo. — murmuró en su idioma natal, para después sonreír ladinamente. Aunque haya parecido fácil, pronunciar esas últimas palabras fue una de las cosas más difíciles que Eiji ha tenido que hacer.
El adulto entendió que Eiji no quería hablar con él por ahora, así que simplemente alzó sus hombros y asintió comprensivo. El chico había pasado por muchas cosas en muy poco tiempo, debía de darle tiempo de procesarlo y la verdad es que no quería seguir atormentándolo. — Bien, entonces creo que ya es momento de irnos, el avión está por salir.— comentó Ibe mientras le daba una milésima checada al boleto de avión que había comprado con anterioridad, confirmando que en unos minutos su avión se suponía debía de despegar.
—¡Eiji!— un grito agudo a la lejanía se escuchó, deteniendo la acción de Ibe y haciendo que ambos japoneses voltearan hacia donde provenía el grito. Sing.— ¡Ash dice que nos volveremos a ver, y que debes de volver pronto a América!
—¡Te estaremos esperando!— le siguieron en gritos Bones y Kong. Eiji sintió un calor familiar invadir todo su cuerpo, haciéndolo sonreír y agitar nuevamente sus manos.
—¡Lo haré! ¡Volveré!— el adulto sonrió y comenzó a empujar a Eiji lejos de todos sus amigos que hizo en Nueva York, alejándose de todas aquellas experiencias que vivieron en ese corto plazo de tiempo. Alejándose de Ash.
𝐿𝑎𝑠 𝑝é𝑟𝑑𝑖𝑑𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒𝑟𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 ℎ𝑎𝑛 𝑠𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑖𝑓í𝑐𝑖𝑙𝑒𝑠, 𝑎 𝑛𝑎𝑑𝑖𝑒 𝑠𝑒 𝑙𝑒 𝑓𝑎𝑐𝑖𝑙𝑖𝑡𝑎 𝑒𝑙 ℎ𝑒𝑐ℎ𝑜 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑝𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑛 𝑡𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑙𝑜 𝑣𝑎𝑦𝑎 𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑟. 𝐸𝑠𝑒 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑞𝑢𝑒𝑚𝑎 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑡𝑢 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑝𝑜, 𝑒𝑠𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑝𝑢𝑛𝑧𝑎𝑑𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑒𝑛 𝑡𝑢 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧ó𝑛 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑜𝑠 𝑏𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠 𝑚𝑜𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑒𝑠𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑢é𝑠 𝑐𝑎𝑒𝑟 𝑒𝑛 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑣𝑎 𝑎 𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑟 𝑎ℎí 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑚á𝑠.
❝ 𝑳𝒂 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒉𝒂 𝒔𝒊𝒅𝒐 𝒖𝒏 𝒋𝒖𝒆𝒈𝒐, 𝒑𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒕𝒂 𝒚 𝒚𝒂 𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒓𝒆𝒈𝒓𝒆𝒔𝒂... ¿𝒗𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅? ❞
ESTÁS LEYENDO
𝐋𝐢𝐚𝐫, 𝐥𝐢𝐚𝐫... [Banana Fish Fic]
FanfictionEiji Okumura a sus jóvenes 19 años experimentó lo que ningún adulto joven debería experimentar: la muerte de su alma gemela. ❝ A 𝐄𝐢𝐣𝐢 le duele el haber perdido a 𝐀𝐬𝐡... pero le duelen más las mentiras.❞